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A lo largo de su historia, nuestra isla ha ostentado dos nombres: Cancún (con ene y con acento) y Kancum (con eme y sin acento). El asunto es que ambas ortografías son correctas y fueron usadas a discreción por los cartógrafos extranjeros, que por supuesto no hablaban maya.
No andaba tan extraviada la alcaldesa Mara Lezama cuando, en su discurso de toma de posesión propuso cambiar el nombre a nuestro municipio para que ya no se llame Benito Juárez, sino que adopte el nombre por el que todo mundo lo conoce: Cancún.
La propuesta causó algunas reacciones ignorantes, que alegan que el nombre de la ciudad se gestó en el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) y que tiene los atributos de una marca comercial.
Por el contrario, el nombre de Cancún tiene plena legitimidad histórica. Con todas sus letras, así lo consignó el cartógrafo francés Jean Baptiste Bourgignon d’Anville en su célebre mapamundi de 1749.
Hay alguna duda sobre la ortografía original, Cancún o Kancum, pero no hay duda que así se llamaba antes de Fonatur, antes de que hubiera turismo, antes de que existiera México y más de medio siglo antes de que naciera Benito Juárez.


Su actual denominación tiene motivos cien por ciento políticos. La propuesta vino del entonces gobernador del Estado, David Gustavo Gutiérrez Ruiz, quien razonó que Cancún debería tener algo mexicano… ¡y qué más mexicano que Benito Juárez!
Así se lo hizo saber al entonces líder del Congreso Constituyente, Pedro Joaquín Coldwell, quien sin mayores averiguaciones lo plasmó en la primera Constitución.
Ni que decir, la iniciativa le fascinó al jefe de ambos, el entonces Presidente Luis Echeverría Álvarez, quien se ufanaba de proclamar en público que era fanático del Benemérito de las Américas.


Eso fue hace muchos años y quizá sea tiempo de revisar la historia; por desgracia, Mara Lezama (que no era política sino hasta ahora) se dejó presionar por su mentor político, Gastón Alegre López, quien la increpó públicamente por su osadía, alegando que Benito Juárez es otra vez el héroe favorito de un Presidente, aunque ahora se llame Andrés Manuel López Obrador.
Mal por el defensor de los mayas que no supo defender el nombre maya de Cancún, y desde luego, mal por la clase política que nos sigue diciendo que lo único que cuenta en este país es tener contento al “Inquilino en Turno” de Palacio Nacional.


Así que no hay vuelta de hoja: por lo pronto, Cancún se seguirá llamando Benito Juárez, pero vale la pena echarle una ojeada a la historia.
Lo que sigue es un resumen del capítulo Cancún o Kancum, incluido en el libro Fantasía de Banqueros II, que lamentablemente se encuentra agotado.
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