- En lugar de quedarse en casa viendo televisión, prefiere ir a trabajar
MARCO ANTONIO BARRERA
CANCÚN, Q. ROO.- Brandon tiene 14 años de edad y vende ´marquesitas´ en Playa del Niño, hace más de seis meses.
Aprendió a elaborar el alimento y su primera práctica fue para atender a unos clientes que llegaron antes que su patrón.
“Fue de volada y me salieron bien. Me dijo que este iba a ser mi trabajo”. Desde entonces comenzó en el negocio.
El muchacho trabaja todos los días y aunque “casi” no le gusta descansar, sus actividades comienzan en la secundaria, de 7 a 13 horas, y por la tarde-noche vende las marquesitas, a veces hasta las 23:30 horas. Al día siguiente repite la misma rutina.
Detrás del mostrador de un carrito habilitado como cocina prepara la harina de maíz, un kilo le alcanza para elaborar un promedio de 15 “marquesitas”, las cocina y despacha en Playa del Niño en Puerto Juárez.
Brandon es el mayor de tres hijos, entre ellas dos mujeres. Reconoce que cuando aprendió el oficio fue difícil pero ahora lo domina. “Este trabajo lo agarro como un juego”.
Desconoce lo que es un cliente insatisfecho o molesto; por el contrario, lo que más recibe son felicitaciones. “La verdad los haces bien ricos”, le repiten. Algunos ya son sus clientes.
No hay día malo
Para el joven no hay día malo, la venta más baja que tiene oscila entre 400 y 500 pesos. Cuando eso ocurre únicamente recibe por su trabajo 250 pesos. Por el contrario, cuando llega a 800 pesos recibe una paga de 300 pesos.
Su venta diaria consiste en alrededor de 30 marquesitas, 20 de un ingrediente y otras 10 combinadas. Lo que más vende es queso de bola (holandés) y crema de chocolate con avellana.
Los clientes son nacionales, aunque los extranjeros son los que más preguntan y las prueban.
Un día se quedó sin producto, recuerda que era una familia “bien grandota” y les dijo: “discúlpenme la molestia, ya no tengo líquido, nada ya. Lástima, se fueron con la competencia, pero gracias a Dios había acabado todo”.
Nadie de sus amigos hace lo mismo, de la escuela ni de donde vive. Asegura que es el vendedor más chico. Hay otros pero tienen 20 años o más, de los que trabajan también en el parque Las Palapas y en Playa del Niño.
Para vender ´marquesitas´ pidió permiso a su madre, la cual se negaba para impedir que Brandon dejara los estudios.
“No mamá, le dije, de quedarme en casa viendo televisión mejor me quedo acá trabajando y gano un poco de dinero”.
Con su sueldo solventa gastos y apoya a quien le dio la vida. “Pago la comida y aparte le doy por si quiere algo”.
Su patrón recoge y regresa al muchacho a su vivienda en la Región 4. Usa un vehículo compacto que arrastra el puesto ambulante hasta donde preparan el alimento cada tarde y noche, especialmente fines de semana.
De su padre comenta que vende ceviches y cocteles en la misma playa donde él ofrece las marquesitas, y que lo felicita al igual que el resto de la familia. Con su patrón, asegura, hay buena relación sin que exista ningún tipo de problema.
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