- Desde su encierro, Nikita ayuda a la sociedad con la fabricación de cubrebocas para prevenir contagios por Covid-19.
RUBÉN TORRES
CHETUMAL, Q. ROO.- El sueño más anhelado de una mujer presa es salir y caminar en libertad, con su familia, por los sitios que ha recorrido antes o por lugares nuevos de Quintana Roo, platica Marta Nikita Spat Avilés.
“Pero ahora la gente también está presa en sus domicilios por el Covid-19, tampoco puede salir; a los malandros los invito a que no provoquen perder su libertad para caer en prisión”.
Marta Nikita es una rea emblemática del Centro de Reinserción Social (Cereso) en Chetumal, condenada a 18 años de prisión por asfixiar y apuñalar al empresario José González Sabido “El Pepín”.
La razón que da esta reclusa, quien nunca ha aceptado entrevistas con ningún medio de comunicación: su esposo abusó sexualmente de una de sus hijas y otros menores de edad.
Ahora, tiene expectativas fabricando cubrebocas para ser obsequiados a los elementos de la Secretaría de Seguridad Pública y custodios carcelarios, para prevenir contagios.
Podrá ofrecerlos como parte de sus “actividades”, a las que obliga el nuevo sistema de justicia penal para obtener su libertad anticipada. Confiesa estar entusiasmada.
En el interior de la nave donde se fabrican los cubrebocas, se ofrece como voluntaria a ser entrevistada, a solicitud de Lucio Hernández Gutiérrez, subsecretario de Ejecución de Penas y Medidas de Seguridad de Quintana Roo.
Le da las gracias por el empleo, antes sólo para hombres, y los 800 pesos que obtiene por “ayudar a los quintanarroenses”.
“Para sumarnos al proyecto de reinserción lo pensamos al principio; nos dio mucho gusto que nos tomaran en cuenta en una cárcel de hombres, porque antes eran sólo para varones.
“Cuando se nos comentó que un empresario de México venía con ese proyecto pensando en nosotros, no había mucho que decidir”.
Marta Nikita expresó que no fue una imposición. “A la fuerza a nadie se le obliga. Si no quieren pueden regresar a su área”, se nos dijo.
“Es un trabajo cansado, cuando dejas de hacer ejercicio el cuerpo te exige; tengo 56 años, no soy una niña, pero estoy a gusto porque estoy poniendo un granito de arena que puede ser para mis hijos, mis nietos o para todo el mundo. Eso es lo importante”.
¿Cómo se imagina la crisis allá afuera?
“Mi hermana es la que me comenta, tiene 65 años, está confinada y no puede salir de su casa; una de mis hijas pasa demasiados estragos para venirme a dejar cosas de aseo personal o comida”.
Spat Avilés comenta que no los dejan pasar ante las restricciones en este penal, para prevenir que ingrese el coronavirus, por lo que su familia también se está esforzando.
“Tengo 13 años presa, no soy nueva, nada por el estilo, yo sé que la familia se cansa y tenemos que pensar no sólo en ella, sino en todo el mundo.
“Siempre nos han tenido muy marginadas y estigmatizadas, dicen que somos lo peor, unas lacras, y no es así; somos seres humanos y nos da mucho orgullo ayudar a quienes están sufriendo allá fuera”.
En medio del barullo, del ruido de máquinas, gritos y orientaciones, se le pregunta si tiene idea de cómo anda la gente en las calles, lo que deben aventurarse al salir a laborar en esta contingencia que entró ya a la Fase 3.
“Tampoco te puedo decir que yo me siento segura aquí adentro; desde luego, sufro preocupación e indignación por aquellos que están cometiendo tropelías en estos momentos de crisis.
“Daría todo por estar con mi familia; lo que oímos es cómo está la gente sufriendo aislamiento y la crítica situación económica porque no hay sueldos, al ser Quintana Roo un estado que vive del turismo. Eso puede generar más vandalismo”.
De origen cubano, Spat Avilés supone que afuera “ha de ser desesperante”, por no haber dinero.
“Tampoco para las ratas (ladrones), si roban a alguien, qué van a obtener o vender y quién les va a comprar si no hay dinero. Conforme pase el tiempo no va a haber trabajo ni para los ladrones”.
¿Puedo saber por qué está presa?
“Estoy acusada y condenada por matar a un pedófilo, que abusaba de niñas y niños, entre ellos a mi hija”, espetó.
“Fui sentenciada a 18 años de prisión; desde hace dos años estoy peleando por mi libertad anticipada al cumplir 50 por ciento de mi pena, ahora estoy en 70 por ciento de mi sentencia; entonces, vamos a esperar cómo me va, mientras seguiremos aquí y espero que los que están afuera les vaya bien y todo sea para algo bueno”.
Fuera de grabación, Marta Nikita nos confiesa: “Hace algunos años, un director del penal -no quiso revelar su nombres- me obligó a salir a una conferencia de prensa. Había muchos medios.
“Le pregunté al director: ¿Puedo decir lo que quiera? La respuesta fue sí. Entonces dije a los reporteros: Chinguen a su madre… y corrí rumbo a mi celda”.
ASÍ LO DIJO
“Siempre nos han tenido muy marginadas y estigmatizadas, dicen que somos lo peor, unas lacras, y no es así; somos seres humanos y nos da mucho orgullo ayudar a quienes están sufriendo allá fuera”.
Marta Nikita Spa Avilés
Te puede interesar: Hacen videollamadas presos con familiares