Por Kukulkán
CON TANTO incendio en territorio quintanarroense las víboras se levantaron medias achicharradas y tiznadas, pero eso sí más venenosas que nunca y más cascabelozas que la mismísima ejemplar Marita de Cancún. Que ya es mucho decir. El ejemplar que citamos sufre de nepotismo agudo, hace negocios entre conocidos e impulsa a los nuevos talentos, siempre y cuando sean de su familia.
PERO NI la Profepa ni la Semarnat, Protección Civil del Ayuntamiento, del estado, han logrado agarrar a un culpable en varios años. Estamos para llorar a pesar de que saben quiénes los provocan: los cazadores furtivos. En las explicaciones de los “detectives” tras los autores de los incendios, dicen que son de clase media y alta porque usan armamento caro, además de que cazan por diversión no por necesidad.
ESE RASTREO de lógica impresionantemente para que sea incluido en las pistas más famosas del mundo ha sido después de varios años y ‘nomas’ no agarran a un méndigo cazador furtivo de Quintana Roo. Fueron los que han provocado toda esta humareda porque así van encerrando a jaguares, pumas y venados, principalmente.
USAN VEHÍCULOS todo terreno y con algunas adaptaciones, según “han visto” las autoridades. Imagínese con todas esas pistas, con todo para poder investigar cómo se organizan, quiénes son, qué armas tienen y, además, podrían perseguirlos, pero no, ‘nomas’ no pueden agarrar a un cazador furtivo. Las víboras de este nido andan tras ellos porque no se puede ser tan irresponsable y ecocida. Son como políticos tras la privatización de espacios públicos.
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AYER VEÍAMOS una foto de una subespecie humana en tiempos del Covid-19. Eran como unos 50, haciendo fila, no precisamente con la sana distancia de por medio, sino pegaditos y muy platicadores. De hecho la mayoría estaba muy sonriente a pesar de la “cola” de unos 20 o 30 metros de largo. El escenario fue en un “K”, esos de color rojo, porque llegaron cervezas en venta. ¿Qué parte de la emergencia no entendieron? Así es como ocurren los contagios de una enfermedad grave y mortal. Las víboras siguen sin entender estos comportamientos subhumanos.
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Y BUENO en este nido seguimos preguntándonos a profundidad qué es eso de “nueva normalidad”. No queremos caer donde todos ya cayeron, de que no es nueva. Pues sí, es nueva, pero normal. Es decir, es como tener que atravesar la selva llena de víboras, jaguares y pumas, todos los días, para encontrar alimento, cuando hace tres días no teníamos qué hacerlo. O bien, es algo que debemos ir entendiendo como normal con toda y la subjetividad del término.
PARA PONERNOS más densos, explicamos, lo normal es subjetivo. ¿Normal de qué? Y lo nuevo no. Así que si usted puede quedarse en casa, normal; si quiere salir, normal; si quiere contagiarse y morir, normal; si quiere ir a un concierto y adquirir el virus; normal; lo anormal será hacer algo a lo que estábamos acostumbrados. A esa suerte mecánica de salir todos los días a trabajar y regresar por la noches. Ahora regresamos a tiempos más humanos, con la sana distancia, en donde el más fuerte sobrevivirá como en la naturaleza es normal más no nuevo. Las víboras andan rolleras y cascabelozas.