- Los sentidos servirán de guía para trazar caminos en los que podremos aprender a viajar con más conciencia de lo que nos rodea.
ALINA CARBAJAL / AGENCIA REFORMA
CIUDAD DE MÉXICO.- Los mejores recuerdos de viaje son las imágenes que quedan impresas en la memoria. Los trotamundos suelen guardarlas en recónditos rincones de su mente y evocarlas a través de sensaciones vividas. Y es que hay destinos que llenan la vista, algunos estimulan el olfato y otros más son recordados por sus sonidos.
Justo ahora, cuando hemos podido pasar más tiempo en casa revisando los recuerdos, podemos también planear travesías que, más allá de dejar numerosas fotos en el celular, nos permitan experimentar emociones y conocer o revisitar lugares desde una nueva perspectiva.
Aunque los sentidos son más de los cinco que conocemos, éstos servirán de guía para trazar caminos en los que podremos aprender a viajar con más conciencia de lo que nos rodea.
Cada destino ofrece una gran variedad de experiencias visuales, de sabor, sonoras, olfativas o táctiles.
Un festín olfativo, por ejemplo, puede hallarse en los bazares turcos donde más de uno se colma con los aromas de los tés y especias que ahí se venden o qué decir del Parque Keukenhof, en Países Bajos, donde cada año florecen millones de plantas impregnando el ambiente de frescas fragancias.
Hablando de sabores, el mundo está para comérselo a mordidas.
Una buena alternativa es Vietnam donde en sus mercados se exponen deliciosos ingredientes de platos como el Bahn Mi, un delicioso emparedado o el famoso pho, la sopa icónica elaborada con caldo, carnes de res o pollo y verduras.
Aunque también hay destinos como Francia e Italia; aquellos que continuamente aparecen en las listas de destinos culinarios como Perú y el mismo México.
Sitios como República Dominicana, cuna de la bachata y el merengue; la musicalidad de Nashville, Estados Unidos; el flamenco en España, el vallenato colombiano y el reggae jamaiquino son invitaciones a conocer, de primera mano, las ciudades y poblaciones que engendraron y dieron vida a estos ritmos que no sólo invitan a entregarse al baile sino que reflejan el carácter y la historia de los pueblos.
La piel es el órgano más grande del cuerpo y por ello no hay que olvidar consentir al sentido del tacto, ya sea flotando en el Mar Muerto o sumergiéndose en las aguas del balneario geotermal Bláa Lónið o Laguna Azul, en Islandia.
Aunque, claro está, habrá que adecuarse a las nuevas medidas sanitarias derivadas de la pandemia.
Por último, y no menos importante se encuentra la vista, y aunque podría decirse que todo lo que hay en la Tierra es una maravilla, hay espectáculos de la naturaleza dignos de admirarse como las auroras boreales que se pueden “cazar” en destinos como la Laponia finlandesa. Fijar la mirada en la belleza de los fiordos noruegos o del Salar de Uyuni, en Bolivia, no tiene desperdicio.
Las opciones en el mundo abundan. Después de semanas o meses de confinamiento salir a visitar lugares para vivir nuevas experiencias será nuestra nueva forma de agradecer, porque, al fin y al cabo, los viajes los recordamos a través de los olores, sabores, sensaciones, imágenes y sonidos.