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Adrián González y su novia Maribel Sánchez vieron truncado su American Dream, debido a contingencia sanitaria por el Covid-19 en Estados Unidos.
JORGE RICARDO / AGENCIA REFORMA
CIUDAD DE MÉXICO.- En las fotografías se ven felices. Un puñado de recuerdos deja ver su vida en Estados Unidos: el festejo del “Thanksgiving Day” junto al equipo de trabajo de ella en el Hot Springs, de Virginia y Nashville, Tennessee. El día en que él recibió su licencia de conducir del estado de Virginia. El festival Coachella, en Indio, California, de 2018. El cumpleaños de ella en Disney World.
Sin embargo, la pandemia lo cambió todo. “Algo como el Covid-19 se veía demasiado lejos de esa realidad”, dice Adrián González, para quien, afirma, “el sueño se ha acabado”. Parece un lugar común, pero es cierto, dice. Es también una frase muy americana, sacada de esas películas donde todo es posible, incluso que éste termine.
“Esto no es como es como jugar Mario Bross, porque cuando Mario se muere tienes otras cinco vidas y haces todo otra vez hasta que te salga bien. Aquí, no. Aquí un Game Over es un ‘se acabó’. Tú lo ves contigo mismo. Ya lo teníamos medio asumido, pero cuando lo ves frente a tu cara te pones a pensar en el proceso por el cual estuviste acá pasándola bien, disfrutando tu carrera, tu vida. Y es como si todo hubiera sido un sueño. Pero no, se acabó, a lo que sigue”.
Adrián tiene 28 años y es licenciado en Administración de Empresas de la Hospitalidad por la UVM. El regiomontano habla vía telefónica todavía desde el condado de Davidson, en Nashville, Tennessee, de donde tendrá que partir, junto a su novia Maribel Sánchez, a más tardar el 1 de julio, luego de ser despedidos del hotel donde trabajaban.
La epidemia de Covid-19 que ha derivado en más de 368 mil muertes en todo el mundo y más de 103 mil en Estados Unidos, también ha dejado más de 20.2 millones de empleos perdidos tan sólo en abril, cifra que no se había registrado desde la Gran Depresión de 1929. El 18.9 por ciento de afectados son hispanos.
La pareja, ambos ejecutivos de ama de llaves, realizaba nóminas, cheques, recomendaba presupuestos y supervisaba al staff; fueron notificados el 1 de mayo de que las cosas en el hotel estaban tan mal que iban a darlos de baja.
Llegaron a Estados Unidos en mayo de 2016, aprovecharon la Visa TN, creada con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte en 1994, para facilitar el intercambio de profesionistas. Sus salarios eran hasta seis veces superiores a lo que podrían ganar en México, pero su visa les impedía contratarse con algún otro empleador.
Renovar el documento indefinidamente era posible, y era lo que pensaban hacer en marzo pasado, cuando los descansaron. Adrián recuerda que el hotel, del que por un acuerdo de confidencialidad no puede decir su nombre, estaba lleno y en un lapso de cuatro días se quedó vacío. Entonces pensaban que la pandemia duraría unas tres semanas.
El acuerdo por el que llegaron a trabajar les daba 60 días para preparar su salida, pero ellos ya compraron el boleto para el 5 de junio. Han empacado sus cosas en maletas y cajas de cartón. Maribel prefiere no hablar. Adrián dice que entiende que Estados Unidos prefiera guardar el poco empleo para sus ciudadanos.
“Emprenderemos nuestro camino de regreso a México con mucho orgullo de haber dejado a nuestro país en lo más alto de la industria. Demostramos que somos responsables, profesionales y agradecidos”, dice.
Durante la cuarentena, explica, los únicos que estaban trabajando eran los mexicanos. Según el Banco de México, los trabajadores mexicanos enviaron tan solo en marzo 4 mil 16 millones de dólares, un aumento del 49 por ciento respecto al mes anterior, la mayor alza en 20 años.
“El mexicano es el que nunca se rinde, es el que siempre está generando dinero. Por eso no me sorprende que las remesa sean tan altas a pesar de todo, porque nosotros somos los únicos que siempre estamos trabajando”, expresa Adrián.
Ahora, comentan, dejarán pendientes sus planes de comprarse una casa, un auto y de aspirar a la residencia permanente. Han comenzado a buscar trabajo en México, aunque sin éxito. Adrián cree que les tienen desconfianza de que no vayan a quedarse mucho tiempo.
Pese a que por el Covid-19, el sector privado calcula que podrían perderse hasta 3 millones y el Banco de México estima una caída del PIB de 8.8 por ciento, la pareja no es pesimista, sabe que a otros les ha ido peor y apelan a la paciencia.
¿Si es el final de un sueño, México qué es? se le pregunta a Adrián: “México sería como buscar una nueva oportunidad, pero yo lo vería más como un sueño interrumpido. Esto es como una tercera parte y yo estoy muy seguro de que va a haber otra donde, si Dios quiere, vamos a regresar”.
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