Desiertos que seducen

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  • Este paraíso está lleno de rincones que destacan por su belleza. Sin embargo, los salares de Makgadikgadi es posible avistar cebras, y antílopes órices tras las lluvias del verano.

 

JUAN CARLOS MOLINA/ AGENCIA REFORMA

CIUDAD DE MÉXICO.- A veces, los viajeros pueden encontrar todo un mundo de posibilidades en entornos aparentemente inhóspitos. Sucede también que, donde aparentemente no hay nada, uno acaba encontrando todo.

Este es el caso de las zonas desérticas, donde la escasez de agua y las condiciones climatológicas permiten acercarse a vistas sorprendentes mismas que, muchas veces, invitan a soñar.

Por ejemplo, entre el norte de China y el sur de Mongolia se encuentra el Desierto de Gobi, con el sistema de dunas Khongoryn Els que también son conocidas como las “arenas cantantes” debido al sonido que impera al pasar el viento. Y en la zona conocida como los “acantilados llameantes”, cualquiera quedará encantado con los fósiles de dinosaurio que, por supuesto, está prohibidísimo llevarse.

Para completar una experiencia, varios trotamundos optan por dormir en yurtas, las tiendas de campaña redondas que usan los grupos nómadas de la región.
Otro gran escenario que invita a la ensoñación y -cuando sea posible- visitarlo es el Desierto Kalahari que abarca gran parte de Botsuana, así como áreas de Namibia y Sudáfrica.

Este paraíso está lleno de rincones que destacan por su belleza. Sin embargo, los salares de Makgadikgadi es posible avistar cebras, y antílopes órices tras las lluvias del verano.

Por su parte el Desierto del Namib, en Namibia, Angola y Sudáfrica, ofrece bellas e impactantes postales. Imposible no fascinarse con las Dunas de Sossusvlei, que pueden tener más de 300 metros de altura. Una de ellas, conocida como “Big Daddy”, es todo un reto para los aventureros que se animan a caminarla.

Otro imperdible de ese edén es Deadvlei, ahí destaca un cementerio de árboles que no se han descompuesto debido a la aridez. Por si fuera poco, en este desierto, pocas vistas se comparan con las de la Costa de los Esqueletos, donde las dunas se encuentran con el mar Atlántico.

Ninguna lista quedaría completa sin mencionar al Atacama, en Chile, considerado el desierto más árido del mundo. Muchos de quienes lo visitan se hospedan en San Pedro de Atacama y de ahí arrancan una expedición a mágicos espacios como el Valle de la Luna y el Valle de Marte, con formaciones rocosas y dunas que evocan un paisaje extraterrestre.

Pero existe mucho más por conocer en este mundo. Hay todo un listado de posibilidades, como observar una carrera de camellos en el desierto de Thar, India; admirar los árboles de Josué en el desierto californiano del Mojave, en Estados Unidos; o moverse por las dunas del Desierto de Lahbab, en Emiratos Árabes Unidos, en un auto todoterreno.

Ahora que vivimos en circunstancias inéditas, es buen momento para planear una futura travesía que nos permita admirar fascinantes territorios que nos llenen el alma y la vista.

PARA SABER
Los dos principales desiertos de México son el Sonorense y el Chihuahuense. Ambos ocupan también territorio de Estados Unidos. El Sonorense, que alberga árboles como el palo mantecoso y el palo fierro, abarca partes de Baja California, Sonora y Sinaloa. El Desierto Chihuahuense es el más grande de Norteamérica, de acuerdo con el Fondo Mundial de la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), y es hogar de más de 300 especies cactáceas, de unas mil 500 que se conocen.

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