- Invita a quienes se sienten inferiores a sacar su fuerza interior y sobreponerse a las adversidades. “Proyecto Power… Proyecto Poderosos”
MARIO ABNER COLINA / AGENCIA REFORMA
CDMX.- Si Proyecto Power, el blockbuster que Netflix estrena este viernes, se llama así, no es por las drogas que en la historia otorgan a los consumidores superpoderes durante cinco minutos.
A decir de Jamie Foxx, la verdadera sustancia activa del filme es que, más allá de las explosiones y efectos CGI, invita a quienes se sienten inferiores a sacar su fuerza interior y sobreponerse a las adversidades.
“Proyecto Power… Proyecto Poderosos”, dijo el ganador del Óscar jugando con las palabras en una videoconferencia de presentación de la película.
La película, dirigida por el dúo Henry Joost y Ariel Schulman (Actividad Paranormal 3 y 4) encapsula ese mensaje en el personaje de Robin (Dominique Fishback), una adolescente afroamericana amante del rap, aparentemente sin horizontes más allá de la criminalidad.
Inicialmente es una traficante de las píldoras, pero acaba embarcándose en una aventura para salvar Nueva Orleans, y al mundo, al enterarse de una conjura de grandes dimensiones.
Sus atípicos aliados son Frank (Joseph Gordon-Levitt), un policía honesto enmedio de un sistema corrupto, y Art (Foxx), un ex militar cuya historia podría contener el secreto del origen de la droga.
“(Como comunidad afroamericana) no queremos decir: ‘¡Miren lo que nos están haciendo! No, somos poderosos y de eso se trata (la película). Mi hija de 11 años y sus amigos, cuando vean la interpretación de Dominique, van a fortalecerse”, asegura Foxx.
Fishback (The Hate U Give), quien jamás había tenido un proyecto tan visible como éste, dice compartir similitudes con su personaje.
Por ejemplo, ella misma descubrió que tenía talento interpretativo gracias a la raíz del rap que adora, inspira y alimenta a Robin: las palabras.
“Ambas amamos las palabras, las rimas, las letras. Ahí empezó todo para mí también. Yo hago poesía. Mi mamá me preguntaba: ‘¿Cómo escribiste eso? ¿De dónde salió?’. ‘No lo sé, de mí’. Hacía spoken word y comencé a actuar.
“Estar en este camino histriónico, hacer proyectos que le importan a mi gente me hace feliz. Tienes que asumir la responsabilidad con tu trabajo”, considera la joven.
El histrión brasileño Rodrigo Santoro ya había encarnado a villanos icónicos que le requerían cambiar su apariencia, como el rey persa Xerxes en 300, pero ninguno como Biggie.
Se trata de la mano derecha de la mente que quiere llevar los tentáculos de la droga a militares o narcotraficantes por igual, siempre y cuando paguen el precio adecuado.
Al tomar la píldora, algunos personajes dominan el fuego, generan espinas, su piel resiste balas o se hacen invisibles, pero en el caso de Biggie él se hace, literalmente, un ser gigante, deforme y con súper fuerza.
“La apariencia es puro maquillaje. No es CGI, sino el trabajo de un poeta de los prostéticos, Michael Merino, quien esculpió todo. En largas sesiones me convertían en esta criatura.
“Como es un ser enorme, actúe no frente a los actores, sino en un escenario de miniaturas, frente a cosas pequeñas. Fue algo interesante, que no había intentado jamás. Me gusta cómo aspectos externos pueden no sólo ayudarte, sino dirigir tu interpretación”.
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