Parque de la Ciencia siembra vocaciones

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  • El Parque de la Ciencia promueve la comunicación cultural de la ciencia, el emprendimiento comunitario y la orientación vocacional a temprana edad.
ISRAEL SÁNCHEZ / AGENCIA REFORMA

CIUDAD DE MÉXICO- En una parte del pequeño Municipio de Dzan, en Yucatán, niñas y niños, aventureros todos, se adentran en la selva acompañados por un guía. Ahí, la emoción y asombro con que descubren la riqueza natural son terreno fértil para que algo más grande florezca en ellos.

Tal es la apuesta de la Sociedad Científica de Dzan AC, agrupación que a través del Parque de la Ciencia, su sede en dicha localidad, promueve la comunicación cultural de la ciencia, el emprendimiento comunitario y la orientación vocacional a temprana edad en la región centro y sur del Estado de Yucatán.

Y las semillas ya han comenzado a germinar.

“Hemos escuchado niños que dicen: ‘Yo quiero ser químico’, ‘yo quiero ser agrónomo’, ‘yo quiero ser biólogo’, que tal vez son profesiones que en un Municipio tan pequeño en principio no figurarían a esa edad. Entonces, creemos que parte de lo que hacemos está llegando ahí”, celebra en entrevista Jorge Tzec Interián, presidente de esta asociación.

Con una hectárea de selva baja caducifolia y un módulo de atención -de seis que están proyectados-, el Parque de la Ciencia es una iniciativa comunitaria e integral con actividades de investigación, conservación y divulgación en torno a lo que buscan sea un gran jardín botánico regional, explica José Manuel Castillo Chuc, coordinador del proyecto.

Como parte de este jardín botánico están planeados una serie de islotes que concentrarían las colecciones de plantas en diferentes temáticas: acuáticas, tóxicas, medicinales, de ambiente árido, entre otras.

“Son pequeños espacios en los que uno va a poder caminar a través de la selva y llegar a un punto donde se abre un claro de luz, y van a encontrar esta colección temática”, ilustra Interián, químico farmacéutico biólogo y maestro en ciencias.

Una iniciativa que surge y se desarrolla de la mano de jóvenes profesionistas oriundos de este Municipio -como Interián y Castillo Chuc, de 31 y 25 años, respectivamente-, dedicados a establecer un espacio en el que los niños y jóvenes encuentren su vocación a través de diferentes programas y proyectos.

“Les enseñamos algunos experimentos enfocados en despertar la curiosidad para que sientan un llamado a alguna vocación relacionada con las ciencias”, remarca Castillo Chuc, ingeniero en agronomía con una maestría en horticultura por la Universidad Autónoma de Chapingo.

Hasta 280 niños al año han participado en cursos de verano, jornadas de ciencia y tecnología o programas como el “Club del laboratorio”, en el que, hasta antes de la pandemia de Covid-19, los menores acudían para realizar experimentos en diferentes áreas.

“Es como un desfile, por llamarlo de alguna manera, por diferentes áreas del conocimiento. Por ejemplo, un mes era biología, al siguiente mes era química, luego física. Entonces hacían diferentes experimentos”, explica Interián.

“Tratamos de que no sea un curso, que no sea que vengan a aprender una lección, sino que ellos puedan interactuar con lo que les rodea para entender el concepto o el tema del que se habla”.

Para los temas de botánica, ejemplifica, un guía invitado o el propio Castillo Chuc lleva a los niños a recorrer la selva y recolectar ciertas hojas, cuyas características analizan posteriormente para definir semejanzas y diferencias, así como relaciones genéticas en el tiempo y la evolución misma de las plantas.

“Cada vez que venían los chicos, una de las primeras preguntas que nos hacían era si iban a poder entrar al monte, si iban a hacer recorridos, porque se sentían como exploradores entrando a un espacio al que usualmente un niño no entra”, relata el presidente de la Sociedad Científica de Dzan.

“Buscamos construir ese tipo de experiencias donde ellos claramente están más que expuestos”.

Aunado a esto, cuenta Castillo Chuc, enseñan otros temas más próximos al área agrícola, para lo que han colaborado con una escuela agroeconómica ubicada en un Municipio cercano.

“Entonces ahí vamos con los niños y vemos cómo es el proceso de hacer composta, cómo se hace la lombricomposta, cómo se crían animales de granja incluso, y cómo producir ciertas hortalizas como tomate o maíz o frijoles. Aprendizajes que ya después podrían los jóvenes aplicarlos cada quien en su entorno, en su casa”, señala.

Entusiastas y con ganas de llevar a cabo un gran número de proyectos, pero conscientes de las limitaciones de ser una agrupación pequeña, la Sociedad ha estado siempre abierta a la colaboración con otras organizaciones juveniles e instancias educativas, así como con cualquier interesado, aseguran.

“Tenemos un programa constante que se llama ‘Aliados de la ciencia’, que apenas iniciamos previo a la pandemia, en el que traemos diferentes profesionistas a mostrar algo de lo que hacen, hacer algún pequeño taller con los niños o a jugar simplemente con ellos.

“Buscamos esos espacios para que no sea una visión cerrada tampoco sólo de quienes hemos estado aquí, sino que crezca conforme vienen otros profesionistas”, subraya Interián. “Esta parte de las colaboraciones es muy importante para la asociación y para el Parque. No entendemos un futuro sin ellas”.

Con el tiempo, su labor ha ido fructificando al grado que algunos de los niños y niñas que participaron en los programas de la Sociedad hace nueve u ocho años actualmente se están formando como profesionistas en alguna universidad de la entidad, y se han sumado a las filas de la Sociedad Científica de Dzan.

“Para nosotros eso es muy satisfactorio porque es un relevo generacional. Y sobre todo porque, entonces, queremos pensar que lo que estamos haciendo llega a un punto, impacta de alguna manera que creemos es positiva.

“Sobre todo, que estos jóvenes entiendan que el trabajo que hacemos como profesionistas también tiene un componente social y que debemos devolver algo a la comunidad”, considera el presidente de esta asociación.

Desde el corazón de la comunidad

Para poder poner en marcha la primera de cuatro etapas del Parque de la Ciencia, la Sociedad Científica de Dzan firmó a finales de 2016 un convenio con la Embajada de Alemania en México, mediante el cual obtuvo un apoyo económico de 88 mil 445 pesos, resultado de un programa de apoyo a microproyectos.

Recurso valioso con el cual comenzar a dar forma al Parque en el terreno que el cuerpo ejidal del Municipio decidiera, tras votación, otorgar en 2012 a la Sociedad, creada tres años atrás y constituida como asociación civil en 2010.

“La asociación civil surge como una respuesta a una situación que vivía el Municipio: había mucho pandillerismo, una alta deserción escolar y, sobre todo, un bajo nivel educativo y altas tasas de embarazo en adolescentes”, recuerda Interián.

“Todos estos indicadores nos llamaron la atención en ese momento a unos amigos y a un servidor, y decidimos iniciar con talleres y jornadas de ciencia, entre otros pequeños eventos”.

En 2016, se acercaron a la Facultad de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), y a través de un concurso para desarrollar el proyecto arquitectónico para el Parque eligieron el de Andrea Alcocer y Diego Lizama, fundadores de Grupo LAAR.

“Estos jóvenes son los que conceptualizaron cómo se vería el proyecto, integrando las ideas del Parque como tal, el jardín botánico, los módulos y áreas lúdicas que requeríamos como asociación”, detalla Interián.

Aparte del recurso otorgado por el Gobierno alemán, recuerda Castillo Chuc, lanzaron campañas de recaudación de fondos para poder construir el primer módulo del Parque, a las cuales se sumaron las propias personas del Municipio.

Por parte del Gobierno local, cuentan, recibieron material de construcción, y actualmente son apoyados con personal del Ayuntamiento que acude a realizar labores de limpieza.

“Siempre hemos tocado esas puertas y hemos agradecido que en su momento se han abierto. Esperamos que se sigan manteniendo y que, al contrario, sean aún más porque realmente lo necesitamos”, comenta el presidente de la Sociedad Científica de Dzan.

¿Han aplicado a alguna convocatoria de Conacyt para recibir apoyo?

No, actualmente aún no. El detalle es que, como figura legal, la asociación fue constituida con actividades de beneficencia o de corte social. Entonces, para poder recurrir a Conacyt necesitamos hacer un cambio en nuestra acta constitutiva para poder postularnos al Reniecyt, que es el Registro Nacional de Instituciones y Empresas Científicas y Tecnológicas, y entonces poder aplicar a los programas que tienen ellos.

¿Aproximadamente cuánto dinero necesitan para poder materializar lo proyectado por Grupo LAAR para el Parque?

Hablamos de números muy grandes, tal vez de millones. No tengo una cifra como tal, porque muchas de las cosas las hemos idealizado que nosotros las vamos a hacer poco a poco. Entonces, queremos pensar, por ejemplo, que estos andadores que faltan y estos islotes se van a construir con nuestras propias manos y con la gente del pueblo, que esperemos se sume cada vez más a ayudarnos.

Pero, por ejemplo, en cuestión de las construcciones, y hablando un poco de esta parte más arquitectónica, cada módulo aproximadamente está en 150 mil pesos. Si cada uno está en eso, y esperamos construir unos cuatro o cinco módulos adicionales, pues más o menos por ahí anda el dato.

Sin embargo, estamos conscientes de que no esperamos construirlos todos de una vez; de hecho, ni siquiera pensaría que fuera la necesidad hacerlo. Primero, porque estamos en un Municipio muy pequeño, de aproximadamente 4 a 5 mil habitantes; entonces, queremos que (el Parque) crezca conforme va creciendo la necesidad y también conforme vamos logrando atraer a más personas. Porque de nada sirve tener un elefante blanco que no va a ser ocupado o que no responde a una necesidad.

Un acto de justicia histórica

Si bien las expectativas para este año continúan a merced de una pandemia que no ceja en su arrasador paso, la Sociedad Científica de Dzan tiene planeado no sólo continuar consolidando el Parque de la Ciencia conforme a lo proyectado, sino expandir sus posibilidades.

Esto a través de la instauración de una reserva ecológica con el espacio que está alrededor de la zona del Parque, incluyendo un basurero abandonado hace tiempo.
“Estamos rodeados de terreno que corresponde a un ex basurero municipal que actualmente se ha abandonado; sin embargo, la vegetación ha crecido”, describe José Antonio Castillo Chuc, coordinador del proyecto.

“Uno de los planes que sería muy bueno este año es solicitar al Ejido que nos done esa parte, que son aproximadamente tres hectáreas, para anexarlo al terreno de la Sociedad Científica de Dzan y tenerlo como parte del jardín botánico y también como un área de conservación”.

A decir de Jorge Tzec Interián, presidente de esta asociación, esto depende de que la comunidad caiga en cuenta de la necesidad de un espacio verde de esta magnitud.
“El Municipio de Dzan se dedica a la agricultura principalmente. Entonces, si entendemos que la relación entre la selva y la agricultura es muy estrecha, y conforme tengamos áreas verdes con mayor diversidad biológica tendremos mayores producciones y de mejor calidad, entonces queremos pensar que en esa relación van a encontrar la respuesta y van a apostarle a este proyecto que estamos pensando. Y esperamos que se dé en este año”.

Con una década de trabajo a cuestas, para ninguno está en duda la importancia, sustentada en múltiples razones, de por qué continuar con el Parque y todos los programas desarrollados en torno a él.

“Es importante porque todas las personas a las que logremos inspirar a que estudien algo relacionado con la ciencia le pueden beneficiar en un futuro a la comunidad, y con ello mejorar la calidad de vida para los habitantes”, enfatiza Castillo Chuc.

“Apoyar estas iniciativas es un acto de justicia histórica para las comunidades”, añade, por su parte, Interián. “Mucho se ha centralizado en las grandes ciudades; entonces, poder traer un microscopio, que los niños puedan interactuar con ese tipo de herramientas, es un acto de justicia histórica”.

Al final, los resultados no dejan de estar ahí, palpables, cual árboles que, con dedicación y paciencia, se alzan firmemente.

“La verdad estamos muy contentos con lo que se ha hecho. Sabemos que es todavía muy poco si lo queremos ver respecto a la meta o al plan al que queremos llegar, pero es mucho si volteamos atrás y vemos que antes no lo había. Todo depende de la perspectiva con que se mire.

“Creemos que con pasos pequeños pero firmes vamos avanzando, y el Parque de la Ciencia es un proyecto a futuro. No es un proyecto de un día ni tampoco es el proyecto de unas personas. Queremos que sea un proyecto de toda una comunidad y de todo el sur del Estado, y queremos que como tal diferentes personas puedan intervenir en diferentes momentos para enriquecerlo”, concluye Interián.

ASÍ LO DIJERON

“Hemos escuchado niños que dicen: ‘Yo quiero ser químico’, ‘yo quiero ser agrónomo’, ‘yo quiero ser biólogo’, que tal vez son profesiones que en un Municipio tan pequeño en principio no figurarían a esa edad. Entonces, creemos que parte de lo que hacemos está llegando ahí”.

Jorge Tzec Interián, presidente de la Sociedad Científica de Dzan.

“Les enseñamos algunos experimentos enfocados en despertar la curiosidad para que sientan un llamado a alguna vocación relacionada con las ciencias”.
José Manuel Castillo Chuc, coordinador del proyecto.

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