Danza vertical, un verdadero arte desafiante

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  • Rudolph es la pionera estadounidense de la danza vertical con Bandaloop, compañía que fundó en 1991 y en 2020 dejó la dirección artística.
ERIKA BUCIO / AGENCIA REFORMA

CIUDAD DE MÉXICO.- En el desafío de escalar una montaña, Amelia Rudolph vislumbró un nuevo horizonte para la danza, dejar el suelo para alzarse por los aires, con los costados de los edificios y peñascos como escenarios.

Había empezado a escalar en la Sierra Nevada de California en 1989, entonces estudiaba religiones comparadas en Berkeley. Vía telefónica desde Oakland, la coreógrafa describe la experiencia de la escalada en términos de la danza: un dueto con la roca. Capaz de poner a prueba todas sus habilidades, un desafío tanto mental como físico, que a la vez la vincula con el medio ambiente.

Comenzó a preguntarse ¿sería posible unir aquello que más amaba: la danza con la escalada? ¿La coreografía y el movimiento con las montañas y la verticalidad?

Rudolph es la pionera estadounidense de la danza vertical con Bandaloop, compañía que fundó en 1991. En 2020 dejó la dirección artística de la agrupación en manos de Melecio Estrella para dedicarse a proyectos especiales en educación y con comunidades indígenas.

“Nunca pensé encontrarme aquí 30 años después; hace dos semanas hablé con un grupo internacional de artistas de la danza vertical, algo que no existía hace 30 años. ¿Empezó conmigo? No. Pero pienso que fui parte de todo un movimiento que incluía a otros artistas en Europa, de Sudamérica y Norteamérica, y quién sabe de donde más, había algo circulando en el ambiente, tan temprano como (la coreógrafa) Trisha Brown, aquí en Estados Unidos en los años 70, pero es muy emocionante ser parte de lo que era incipiente en ese momento”, expresa.

Comenzó a experimentar con la danza vertical en un gimnasio, el City Rock, en el área de la Bahía de San Francisco, que ya no existe. En ese local presentó en 1991 su primer espectáculo y así nació Bandaloop.

“Recuerdo que a principios de los 90, en un viaje de escalada, en mi Van con amigos, un día lluvioso hablábamos sobre nuestro plan de vida para los próximos cinco años y recuerdo que me dije: voy a intentar con Bandaloop, me doy un plazo de cinco años, si no funciona o siento que no vale la pena, pararé. Después de esos cinco años, supe que sería una aventura fantástica”, rememora la coreógrafa.

Dio gran exposición a la compañía cuando se presentaron en un edificio icónico de Seattle, el Space Needle, en 1996, ante 10, 20, 30 mil personas. Al año siguiente dieron otro campanazo en Houston al actuar ante 40 mil personas con orquesta en vivo.

Al ver a Bandaloop en acción, a grandes alturas, como espectador surge la duda de si jamás siente miedo. Rudolph no experimenta ningún miedo en su local habitual de ensayo donde trabajan a 33 metros de altura, pero la sensación es distinta en un acantilado o un rascacielos. “Por supuesto, que siento miedo. Pienso: ‘bien, esto quiere decir que tu vida es valiosa y debes tener cuidado'”.

Bailar en las alturas le resulta liberador, muy parecido al sueño de estar volando. “Es increíble estar en lo alto de un edificio, te deslizas a través del muro, vuelas por los aires y al mismo tiempo, puede ser extenuante, agotador”.

Una combinación de placer y dolor. “Aunque debo decir que lo que el público percibe de mí es que parece que me estoy divirtiendo, simplemente me encanta la sensación de elevarme en el aire como en un sueño”.

Todo un patrimonio

Sus actuaciones ocurren tanto en teatros y museos como rascacielos, puentes, atrios, sitios declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO como acantilados.

“Lo más importante que Bandaloop hace hoy día y continuará con su nuevo director artístico Melecio Estrella es actuar en edificios, en la calle, en espacios urbanos de forma gratuita para hacer la danza accesible para nuevos públicos”, dice Rudolph.

Una manera de democratizar la danza, llevarla al espacio público. “Aunque esa no era mi motivación inicial, ha sido una sorpresa maravillosa”. Recuerda que durante la semana de ensayos en Monterrey, en 2013, la gente llegaba con sillas y hacía picnic mientras veía ensayar a la compañía. Su esperanza es que ese espectáculo haya quedado en el recuerdo de la gente que lo vio.

Bandaloop se ha presentado ante millones de personas en más de 22 países en Europa, África, Medio Oriente, América y Asia. La pandemia obligó a la compañía a hacer una pausa, sin giras, pero logró sobrevivir, dice su fundadora.
Amelia Rudolph sigue escalando. En una semana, estará de vuelta en su amada sierra de California.

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