Dos Bocas: ‘Que nos visite el Presidente’

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Dos Bocas

  • El Presidente López Obrador, miraba su obra: 586 hectáreas de zanjas, cimientos y estructuras de lo que será la refinería de Dos Bocas.

JORGE RICARDO / AGENCIA REFORMA

TABASCO, MÉXICO.- Desde un segundo piso sin paredes, el Presidente Andrés Manuel López Obrador, casco de petrolero, el aire del trópico ondeándole la camisa, miraba su obra: 586 hectáreas de zanjas, cimientos y estructuras de lo que será la refinería de Dos Bocas ya el próximo año.

Domingo era. “Hoy es domingo, se ven pocos trabajadores, pero aquí a partir de mañana y durante todo este tiempo son cerca de 30 mil trabajadores”, dijo en ese mensaje que publicó el 26 de septiembre en internet.

Y en eso, dicen los trabajadores de ICA Fluor en la entrada a la obra, había dos verdades y una mentira. O confusión, o ignorancia. Era domingo, sí. Se veían pocos, claro, porque pocos aceptaron trabajar en domingo para que él dijera ‘miren cómo ni en domingo se para mi obra’. La mentira era que nadie de los de ICA trabajó el lunes.

“Lo que pasa es que como son lambiscones…”, dice el herrero calificado Jaramillo, en la Puerta 2, en medio de otros cientos y cientos hasta cubrir casi un campo de futbol, como él. El mismo overol anaranjado, el casco, el brazalete verde limón, la misma piel quemada de fuego.

Son antes de las siete de la mañana, a punto de entrar al primer turno, un aire fresco acaba de limpiar el día. Pero no por eso es que recuerda mejor aquel domingo. Es que entonces, como iba a llegar López Obrador, no les dieron lo de siempre, comida de hormiga, como le llama por lo poco, por lo seco, por lo insípido, les dieron birria.

“¿Pero sabe qué nos hicieron? Trabajar el domingo para que él viera que estamos trabajando y el lunes nos lo dieron como descanso, por cierto, no me lo pagaron, no me la pagaron, porque esta semana supuestamente iba a aparecer en el pago, porque el Presidente mismo vino hace dos semanas”.

Amanece. Cientos de obreros formados en filas de un campo de futbol esperan cruzar la puerta. Los que tiene credencial verde de ICA Fluor pasan fácil. Los que también trabajan desde hace dos, tres, hasta seis meses, pero no tienen credencial, esperan. Algunos confirman con la cabeza lo que dice el herrero Jaramillo.

“Sí, así fue, claro, trabajamos y no nos pagaron como domingo, nos pagaron con tiempo dándonos el lunes”, dicen los que lo oyen. “Y como era domingo, ni transporte nos dieron”.

Y si siguen hablando agregan que ni contrato les dan, que la comida siempre es la misma, puerco, puerco, puerco, arroz, lo mismo, y filas de media hora para llegar al plato y luego la represión del miércoles.

El martes habían protestado por los salarios, la falta de pago de horas extras, la comida. El miércoles los de la Marina y la policía estatal que les habían disparado cuidaron que no pasara ninguno sin credencial. En la nueva protesta, los policías dispararon balas de goma, lacrimógeno que dejaron cinco heridos, uno en el ojo, otros en las piernas y la espalda.

“Ahora el Presidente dice que es por dos sindicatos (la CTM, dueña del contrato colectivo, y la CATEM, que dirige un senador de Morena), pero nosotros ni tenemos conocimiento de quiénes son los del sindicato, nada más nos descuentan mínimo 32 pesos a la semana; haga cuentas, 32 por 5 mil o más, pero no sabemos quiénes son”, alega uno de cuellera negra, mochila y manos en las bolsas.

“Que el Presidente venga a ver a los trabajadores no a ver a los lambiscones esos…”.

Hoy también es un día especial. Por eso han recogido los pedazos de vidrio del módulo en la entrada, también el andamio derribado el miércoles. Sobre la carretera, han retirado la tapia con que protegieron los vidrios de la fachada.

ICA Fluor los convocó prometiéndoles que les pagaría los tres días no trabajados. Como cada viernes llegará la Secretaria de Energía, Rocío Nahle, y como si de todas las calles, de todos los puntos del mundo, los obreros salieron en camiones, camionetas, mototaxis, motos, bicicletas y a pie, hacia la obra.

Pero ya va subiendo el sol, ya son las nueve de la mañana, los de otras compañías ya entraron por otra de las siete puertas de las 585 hectáreas, o más de 73 mil 125 zócalos de la Ciudad de México.

Los que no tienen credencial no pudieron pasar y les prometen que en las oficinas de ICA Fluor, del otro lado de la carretera de pavimento y polvo llamada Malpaso-El Bellote, les pasarán asistencia y los registrarán de nuevo por su credencial.

Con algo de suerte, suponen ellos, igual que suponen varias razones por las que no les dan credencial, también les pagarán los tres días del paro. Así desalojan la entrada.

Todo parece en orden, en regla, cuando cruza a las diez en un convoy de seis autos incluidas tres camionetas de la Marina y una patrulla de la Guardia Nacional. La camioneta era una suburban blanca, los vidrios oscuros, los lentes de sol. En la plaza de la bandera la recibe una banda de guerra que seguro no la deja oír a algunos de afuera que le gritan que llevan dos meses trabajando y no les han dado ni contrato.

“¡Queremos trabajar!”, y alguien los ha oído, un marino que se acercó con su arma.

Nahle va de un punto a otro, de una hectárea a otra, vestida igual que aquel domingo en que acompañó al Presidente, seguida por los militares.

Cinco horas después sale un convoy de militares y estatales hacia la zona de restaurantes de Parque Ceiba, fingiendo que ahí va, pero se ha ido por otra puerta. Apenas un obrero filtra un video de adentro. A pesar de todo, alguien pudo ponerla al tanto.

“Están haciendo una obra maravillosa”, les dijo. Los obreros alegaron por qué la diferencia de salarios por los mismos trabajos.

“Adentro ni la vimos”, “Dicen que vino alguien y que hay que estar trabajando”, “Que una tal Rocío”, dirán otros obreros por la tarde, cuando el sol va dejando vivir de nuevo y hacen filas y filas en los cajeros automáticos para cobrar su semana. Allá por el centro de Paraíso, en el Coppel, en un centro comercial, el herrero Jaramillo dice que no pudo sacar su dinero.

Veinte minutos formado y el cajero no tenía. Que se quiso ir al cajero de al lado y el guardia le pidió volver a hacer fila.

De todos modos, no sabrá hasta la próxima semana si le van a pagar los tres días del paro, como prometieron: ICA Fluor les paga con una semana de retraso.

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