- Tren Maya no aumentará deterioro ambiental existente, desarrollo turístico e inmobiliario de la región ya han modificado el territorio.
MARCO ANTONIO BARRERA
CANCÚN, Q. ROO.- Las tendencias de desarrollo del cambio de uso de suelo sobre el terreno que correrá el Tramo 5 del Tren Maya no serán significativamente modificadas por el proyecto ante la expansión turística, inmobiliaria y urbana de las últimas décadas en Quintana Roo.
La construcción del proyecto ferroviario que recorrerá 111.27 kilómetros de Cancún a Tulum tampoco representará un riesgo de aumento en la línea de deterioro ambiental pues el crecimiento de la actividad económica y poblacional ha ido modificando el territorio en la entidad.
De acuerdo con los resúmenes ejecutivos de la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) de los Tramos 5 Norte y Sur, el manglar, por ejemplo, perdió una superficie considerable de 38.87 por ciento de 2009 a 2018, lo cual obedece a la expansión de la frontera turístico-urbana y comercial.
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Más allá de la modificación territorial, las mayores perturbaciones se darán en el ámbito ambiental, pero tendrán una magnitud limitada y temporal, especialmente durante las etapas de preparación del sitio y la etapa de construcción.
Los efectos a los ecosistemas, se aclara, podrían ser atenuados con una adecuada implementación de medidas de mitigación y un programa de vigilancia ambiental que coadyuven en cierta medida a compensar y limitar el impacto de las tendencias registradas.
El tramo Sur que correrá de Playa del Carmen a Tulum, sobre 67.667 kilómetros (km), costará 31 mil 501 millones 516 mil 606 pesos, con una afectación de terreno de 516.758 hectáreas (ha).
El tramo Norte, de Cancún a Playa de Carmen, que recorrerá 43.57 km, costará 28 mil 101 millones 514 mil 606 pesos, con una afectación de superficie de 292.320 ha.
Los proyectos en trámite en la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) reconocen que el área de influencia directa del tramo Sur alcanzará 40 mil 904.695 ha, y del Norte 11 mil 251.983 ha.
De un análisis comparativo, el tramo que va de Playa del Carmen a Tulum presenta la superficie terrestre con más densidad de formaciones endokársticas que el resto del proyecto; es decir, con una mayor proporción de sistemas de cavernas inundadas ante lo cual el riesgo asociado es más elevado.
En ambos recorridos del Tren Maya, el desmonte de cobertura vegetal es el impacto ambiental más severo.
Para el Sur se fijó en 485.476 ha y para el Norte en 282.872 ha.
En el proyecto de MIA número 23QR2022V0037 que corresponde al tramo Sur, se enlistan 71 impactos ambientales con 58 negativos, de los cuales uno es crítico, 17 son severos y 40 son adversos moderados.
Los más significativos, además de la pérdida de cobertura vegetal, es la afectación al sistema kárstico por hundimientos y derrumbes en las zonas de riesgo que se podría provocar por la operación de maquinaria y las vibraciones en la etapa de funcionamiento.
Es latente también el riesgo por las características fisicoquímicas del agua subterránea a causa de la generación, manejo, almacenamiento y disposición inadecuados de residuos sólidos urbanos, líquidos, de manejo especial y peligrosos.
Otro tipo de afectación podría amenazar la protección de flora y fauna, especialmente entre las especies listadas en alguna categoría de riesgo de la Norma Oficial Mexicana NOM-059-SEMARNAT-2010, y entre los animales de lento desplazamiento por una fragmentación del hábitat, y durante la instalación de la infraestructura.
Entre el tramo Sur, la flora anexada en alguna categoría de protección representa a seis especies en el área de influencia del proyecto, pero también a cuatro especies de anfibios y reptiles, 10 de aves y tres de mamíferos terrestres.
Y en el trazo Norte, de acuerdo al proyecto número 23QR2022V0020, se identificaron 37 impactos ambientales, de los cuales 33 son negativos repartidos en las cuatro etapas (preparación del sitio, construcción, operación y mantenimiento).
De ellos, dos se clasificaron adversos severos, 58 moderados y 12 irrelevantes, y los restantes se catalogaron como benéficos: siete significativos y ocho moderados.
Entre las especies listadas en alguna categoría de riesgo en el área del proyecto sobresalen la iguana negra de cola espinosa, el toloque coronado, el viejo de monte, el mono araña y el oso hormiguero, aunque a las dos últimas no se les pudo observar, pero es muy probable que se presenten debido a su gran capacidad de movimiento.
La flora amenazada, que por sus características biológicas son de importancia para la conservación de la naturaleza en la región, se integra por siete especies anexadas en la lista de protección federal.
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