Feminismos en corto y sin tanto rollo

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La desobediencia

La “desobediencia” de Alejandro Fernández

Por Haidé Serrano

Las celebridades tampoco se libran de la violencia. Ni sus enormes presupuestos y equipos de marketing los salvan del escarnio. Los vigilantes de las “buenas costumbres” mantienen constante vigilancia para mantener a raya a los desobedientes. De lo contrario, levantan juicios en los tribunales de sus visiones binarias, donde sólo un mundo en blanco o negro es posible.

Como el caso del cantante mexicano Alejandro Fernández, quien de nueva cuenta ha sido blanco de las críticas por desobedecer los mandatos de la masculinidad mexicana, es decir, la masculinidad hegemónica.

Hace días publicó en sus redes una foto de su nuevo “look” (él salió a aclarar después que no es su nueva imagen, que así es y está). Lo que motivó frases supuestamente humorísticas, pero que en realidad son homofóbicas y misóginas.

Son los insultos comunes que hemos escuchado siempre, que forman parte de la cultura mexicana, y que hacen comparaciones tomando a las mujeres como parte del insulto.

Algunas de las frases que se compartieron por miles son: “Cada día se parece

más una lesbiana madura el Alejandro Fernández”, “Mi abuela se divorció, decidió ser libre y ahora viaja por el mundo. Los envidiosos dirán que es Alejandro Fernández”, “Vivimos lo suficiente para ver a Alejandro Fernández convertirse en señora de Las Lomas”, “Alejandro Fernández es la señora copetona que todas deseamos llegar a ser, algún día”, “Alejandro Fernández, empezaste siendo un don Vicente Fernández y terminas siendo toda una doña Cuquita”, “Es la señora copetona que todos deseamos llegar a ser”.

El cantante se mostró con cabello canoso, camisa floreada, aretes, en una postura relajada. Es decir, femenino y alejado de los mandatos de la masculinidad hegemónica, la que reproduce sobre todo los modelos de los hombres violentos. Este tipo de masculinidad es la que genera desigualdades, violencia familiar, feminicidios y violaciones, entre otras. Es la masculinidad que les exige a los hombres no ser débiles, porque parecen niñas o “viejas”. Que no deben llorar. Que deben mostrarse agresivos, fuertes y valientes. Enfocados en el sexo como depredadores. Ser, sin duda alguna, heterosexuales. Perseguir y agredir a quienes muestren conductas, amaneramientos o indicios de homosexualidad. Hacer burlas y chistes a quienes desobedezcan los mandatos anteriores.

“La masculinidad hegemónica se ha descrito como una serie de estructuras sociales, ideológicas, políticas, económicas, familiares e individuales que regulan, entre otras cosas, las relaciones entre personas. En ese sentido, la masculinidad hegemónica ejerce violencia, discriminación y rechazo con todo aquello que se relacione con la feminidad, en tanto tiene que ver con una supraordinación de lo masculino sobre lo femenino. Esta violencia se ejerce tanto en contra de las mujeres como contra aquello que se percibe como femenino, incluyendo a la comunidad homosexual.” (Ignacio Lozano Verduzco, Tania Esmeralda Rocha Sánchez, Universidad Nacional Autónoma de México)

Este “bullying” masivo que padeció Fernández es un ejemplo de lo que le sucede a diario a miles de hombres, en todos los ámbitos y todos los estratos sociales. Les pasa en corto, con sus compañeros de trabajo, parientes, amigos, conocidos y desconocidos. Claro, si es que se atreven a desobedecer.

@HaideSerrano conduce y produce Feminismos en Corto sin Tanto Rollo. Está dedicada a la comunicación sobre feminismo, perspectiva de género, desigualdad y violencia. Ha trabajado en el servicio público, así como en diversos medios de comunicación, entre los que destacan Reforma y Excélsior. Ahora es columnista de Luces del Siglo. Es licenciada en Comunicación por la UNAM, maestrante en Género, Derecho y Proceso Penal.