NIDO DE VÍBORAS

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NIDO DE VÍBORAS 15 sep

Por KUKULKÁN

EN POLÍTICA los héroes de un grupo siempre serán los villanos de otro grupo, así que ahora que Carlos Joaquín González concluya su mandato seguramente habrá opiniones encontradas en torno a su actuación y desempeño como el octavo gobernador de Quintana Roo. Algunos lo llenarán de halagos porque pluralizó el poder estatal, secuestrado durante décadas por poderosas familias empresariales y políticas de Cozumel y Chetumal. Vino a abrir el abanico de posibilidades a otros quintanarroenses que si bien no nacieron en esta tierra tienen décadas viviendo en el estado a donde migraron apostando capitales y talento para construir ciudades como Cancún y Playa del Carmen.

OBVIO que para los afectados de este ‘cambio’, a quienes les quitaron privilegios, la situación ha sido catastrófica y hasta una ‘traición’ del heredero de una de las familias más prominentes de Cozumel, por haber entregado el estado en bandeja de plata a los ‘fuereños’ y en particular a Mara Lezama Espinosa, nacida en Ciudad de México, con más de 30 años viviendo en Cancún, quien se ha propuesto como reto consolidar la Cuarta Transformación en Quintana Roo, lo que vino a poner el último clavo a la tumba del otrora poderoso PRI que gobernó por más de cuatro décadas ininterrumpidas, hasta 2016 cuando Carlos Joaquín rompió con los grupos priistas dominantes y conquistó la gubernatura postulado por la alianza entre PAN y PRD.

POR ENVIDIAS, rencillas y odios familiares, los González y los Borge de Cozumel, dos veces boicotearon las aspiraciones de Carlos Joaquín, aunque sólo en la primera lograron su propósito (cuando Félix González Canto impuso a Roberto Borge Angulo en 2010), pero en 2016 derrotó al priista Mauricio Góngora Escalante gracias al rechazo generalizado hacia el borgismo y a que el candidato ganador significaba la mejor opción del momento, como ahora lo demuestran los resultados.

EN PÚBLICO y en privado, muchos de sus adversarios criticaron el que Carlos Joaquín no haya preparado a un sucesor, dejando el poder estatal a la deriva. Pero en su equipo de asesores, eso de no meterse a la sucesión más bien fue una estrategia del mandatario quintanarroense, sabedor de las reglas no escritas de la política nacional de que ‘gobernador no pone gobernador’ sino que es una facultad metaconstitucional del presidente de la República, y el ejemplo de ese poder avasallador ya se vivió en Quintana Roo cuando Mario Villanueva Madrid quiso imponer como sucesor a un candidato que no era el favorito en ese entonces de Ernesto Zedillo. La osadía le costó al ex gobernador su libertad, acusado de lavado de dinero y vínculos con el narcotráfico.

EN OTROS tiempos, que el presidente mexicano enviara a un político como embajador, más que un premio significaba un castigo, como cuando en 1977 el presidente José López Portillo envió a su antecesor, Luis Echeverría Álvarez como ‘embajador extraordinario y plenipotenciario de México en misión especial’, o sea al exilio sin escalas. Ahora es diferente, López Obrador ha colocado a tres exgobernadores de ‘oposición’ en la diplomacia mexicana, los otros dos son el exgobernador de Sinaloa, Quirino Ordaz, designado embajador de México en España, así como la exgobernadora de Sonora, Claudia Pavlovich, designada cónsul en Barcelona.

EN SU NUEVO desempeño, Carlos Joaquín deberá coordinar el trabajo que realiza tanto la embajada que tendrá a su cargo en la ciudad de Ottawa como el de los once consulados que la integran: tres Consulados Generales ubicados en las ciudades de Montreal, Toronto y Vancouver; dos Consulados de Carrera uno en Calgary y otro en Leamington; y cinco Consulados Honorarios, distribuidos en las ciudades de Québec, St. John’s, Dartmouth y Winnipeg.

@Nido_DeViboras