- AMLO indicó que a finales de año estaría listo el nuevo hospital del IMSS que sustituirá al destruido por la inundación de Tula en 2021.
JORGE RICARDO / AGENCIA REFORMA
TULA, HIDALGO.- El Presidente escuchó reclamos de habitantes afectados por inundaciones y contaminación en Tula, y hasta protestas por el conflictos de la cooperativa Cruz Azul; trabajadores petroleros exigieron una verdadera modernización de la refinadora de Salamanca, y habitantes acusaron que la planta de Pemex utiliza 60 por ciento de agua potable que requiere la ciudad.
CRÓNICA/ “AQUÍ TODO EL TIEMPO AMANECE COMO TIZNE’
Cielo gris al fondo, en las chimeneas de la refinería y calor insoportable afuera, donde simpatizantes del Presidente Andrés Manuel López Obrador lo esperaban con sus quejas.
“La justicia de la 4T no ha llegado a Hidalgo”, “Andrés Manuel no traiciones al pueblo”, decían las pancartas con que los cooperativistas de la Cruz Azul se cubrían la cara. Los que iban a quejarse de la quemazón de la refinería nada más miraban, junto a las vallas que impedían el paso a la entrada principal, apretados a la sombra de huizaches y palmeras.
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Había esperanza, pero López Obrador se iba a ir bateando casi todo, y se fueron cómo llegaron: con la esperanza renovada y entre la polución que provoca la refinería.
“No, si vieras hace una semana estaba el ruido ese, un ruido horrible, día y noche, y eso quién sabe qué significa. Fiiiiii fiiiii, shshshshs, así como aire que avienta y hasta duele la cabeza y huele muy feo, huele como a gas, como a ácido”, decía Angélica Mateo, vecina de Bomintzha, comunidad que está atrás de la refinería, y que esperaba impaciente el arribo de López Obrador, quien ya había entrado por la puerta de petroquímica.
“Vamos a una supervisión aquí a la refinería y a ver cómo avanza la planta coquizadora que se está construyendo. Estamos ayudando mucho a esta región, hay inversiones como nunca, aquí en Tula se están invirtiendo como 150 mil millones de pesos, nada más aquí porque la planta coquizadora representa cerca de 80, de 100 mil millones”, dijo, a su ingreso.
Allá le preguntaron que cuándo estaría listo el nuevo hospital del IMSS que sustituirá al destruido por la inundación de Tula en 2021, que había prometido para el 21 de marzo pasado. “Las obras van bien, van de acuerdo al programa, y es muy posible que a final de año ya lo inauguremos”, dijo.
Suspiraba, José Neri, un bigotón de cachucha y megáfono que estaba al frente de los cooperativistas.
“Es nuestro rayito de esperanza”, decía contra los males de la cooperativa del Cruz Azul, tomada desde hace dos años por un grupo contrario, en disputa por el Consejo de Administración.
“Todo está destrozado, señor, hasta da tristeza lo que fue la Cruz Azul por un conflicto entre particulares. Somos 10 mil familias afectadas. Las calles están cerradas con revolvedoras, ya no hay trabajo en la Cruz Azul, ya no se puede entrar ni al banco. Hay maleantes que rondan noche y día. Pasa uno de día y lo asaltan, pasa uno de noche y se oye el golpeteo de los metales que están desarmando lo que más puedan”, contaba Neri.
Más de dos años de conflicto legal, diez muertos y 20 órdenes de aprehensión y el antiguo presidente de la cooperativa cementera, Guillermo “Billy” Álvarez, prófugo, acusado de fraude y malversación. El nuevo Gobernador de Hidalgo, el morenista Julio Menchaca, se quejaban, no ha querido meter las manos.
“Lo que es que Obrador no quiere muertos, y es lo que va a ver, porque adentro hay puro sicario”, decía una mujer que agarraba una orilla de una lona: “Inseguridad, vialidades cerradas, robos, violencia, pérdida de empleos y amistades”.
Adentro, el Presidente prometía para el próximo año, cuando estén las seis refinerías modernizadas, operando la de Dos Bocas, ahora sí, la autosuficiencia energética, que en 2020 prometió para este año.
“Ya se va a producir toda la gasolina en nuestro País, vamos a lograr ese propósito de ser independientes en nuestros recursos energéticos”, afirmaba, en uno de los patios de la planta de Pemex, rodeado de trabajadores de overoles color naranja que gritaban: “¡Reelección, reelección!”, y él respondiendo que no y que no con la mano arriba.
Afuera otras personas miraban sus fólders amarillos. Hasta un vendedor de paletas había llegado. Un ayudante de albañil quería decir que su madre Lucía Rodríguez Ortiz, tenía un año y medio presa en el Cereso de Tula, con la causa penal 759/2021, por presunto asesinato de su violador. “Ni le han tomado la declaración”.
Un comerciante iba a quejarse de que en la inundación de 2021 nomás le dieron 10 mil pesos, siendo que perdió un millón y medio de pesos en sus cuatro accesorias.
El Alcalde de Atitalaquia, Lorenzo Agustín, quería informar que el terreno donde Felipe Calderón proyectó y no pudo construir una refinería, no paga el predial. Angélica Mateo, que no puede ni tender la ropa ni dejar el agua afuera. “Amanece con mucho como moho, como tizne, carbón, negro, y esto es todo el tiempo”.
Ya salía por fin el Presidente con la Secretaria de Energía, Rocío Nahle, en el asiento de atrás y la mano afuera de la camioneta. Recibía papeles, se tomaba fotos, decía que sí a todo. O a casi todo, porque a unos los encomendaba con Menchaca.
Que no se olvidara de la Cruz Azul, señor, que Menchaca no atiende nada, que 10 mil familias afectadas. “Sí, vamos a ver”, contestaba él.
El Alcalde de Atilalaquia logró colarse hasta la ventanilla, pero López Orador le pidió la petición por escrito y él le dio su tarjeta. “La llevo, señor. Aquí tiene mi tarjetita para que si me hace el favor”, dijo Lorenzo Agustín.
“Presidente, somos los damnificados de Tula, y Julio Menchaca nada más nos trae vuelta, vuelta y vuelta”, logró decirle el comerciante. “Hay que verlo con él”, le respondía el Presidente. “No nos ha apoyado en nada, un día nos dice que sí, un día nos dice que no”, le insistían. “Sí, pero hay que seguirlo viendo con él”, les reviraba López Obrador.
Así se fue, se fueron todos. El cielo se nublaba, gris invernal, aunque sin frío. Había pasado un rayito de esperanza.
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