NIDO DE VÍBORAS

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Por KUKULKÁN

EN LAS INTRINCADAS redes de poder que tejieron los viejos gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI), la cooptación y el espionaje se erigieron como herramientas fundamentales para mantener la hegemonía de un sistema de partido único que dominó la política mexicana durante décadas. La práctica de espiar a políticos y líderes sociales incómodos al sistema, con el fin de seducirlos para que trabajasen en conjunto, revela una estrategia de control y manipulación que se extendía más allá de la mera vigilancia.

EL CASO de Mario Ernesto Villanueva Madrid, perseguido por la Dirección Federal de Seguridad (DFS) durante 10 años, es emblemático de cómo estas tácticas se emplearon para moldear el futuro político de aquellos que, a pesar de sus acciones cuestionables, podían ser útiles al régimen. Entre 1975 y 1985, la DFS documentó detalladamente las supuestas irregularidades de Villanueva Madrid, un joven y ambicioso político del PRI. Desde malos manejos de fondos destinados a actividades agrícolas hasta la protección de actividades ilícitas, los expedientes revelan una compleja red de favores y corrupción. Sin embargo, estos actos no sólo se registraron para su condena, sino también como un medio para entender y eventualmente cooptar a Villanueva Madrid hacia los intereses del partido en el poder.

‘EL CHUECO’, como se le apodaba, con su capacidad para desactivar conflictos sociales y su habilidad como operador político, se convirtió en un activo valioso para el régimen. A través de amenazas y maniobras políticas, logró desactivar una huelga que podría haber perturbado la estabilidad laboral en Chetumal, Quintana Roo. Este tipo de acciones, en aquellos tiempos, aseguraban su ascenso dentro de las filas del partido, pero a la vez demostraban su lealtad y utilidad para el sistema, que más tarde lo encumbró en el poder.

EL ESPIONAJE a Villanueva Madrid no sólo destaca la obsesión del sistema por controlar y cooptar, sino también la contradicción inherente a un régimen que, mientras públicamente condenaba la corrupción y la deslealtad, en privado valoraba estas características cuando eran útiles para sus fines. El archivo de la DFS, ahora digitalizado y disponible al público, ofrece una ventana a este mundo sombrío de espionaje político, recordándonos la importancia de la transparencia y la rendición de cuentas en nuestra democracia. Cuando aún no figuraba como gobernador, Villanueva ya contaba en su expediente con denuncias por el desvío de 100 millones de pesos, pero a la vez tenía fama de apaciguar conflictos regionales gracias a su carácter fuerte e implacable.

POSTERIORMENTE se metió de lleno a la política e impulsado por el presidente Carlos Salinas fue escalando cargos públicos hasta ocupar una senaduría para convertirse en 1993 en el cuarto gobernador de Quintana Roo, cargo del que en 1999 salió literalmente huyendo para evadir las órdenes de aprehensión en su contra por supuestos delitos de narcotráfico y delincuencia organizada que más tarde los llevaron a prisión, a su extradición y a una sentencia de 36 años 9 meses. Su versión siempre ha sido que es un preso político que se cruzó en el conflicto entre Salinas y Ernesto Zedillo. A la distancia, el expediente secreto de Villanueva Madrid es un recordatorio de que, en política, la línea entre el bien y el mal a menudo se difumina, especialmente bajo regímenes autoritarios que valoran la lealtad sobre la legalidad. La cooptación, más que una simple táctica, era una estrategia de sobrevivencia para el PRI, que buscaba a toda costa mantener su dominio.

@Nido_DeViboras