- Anahí González Hernández, candidata al Senado de la República, fue la protagonista de esta jornada, tejiendo esperanzas en el alma de Chanchen Primero y Manuel Antonio Ay.
STAFF/ LUCES DEL SIGLO
TULUM, Q. ROO.- En el umbral de una mañana donde el sol aún coquetea con el horizonte, Chanchen Primero y Manuel Antonio Ay, dos joyas ocultas en este municipio, se convirtieron en el escenario de un compromiso renovado hacia la autodeterminación de los pueblos indígenas.
Anahí González Hernández, candidata al Senado de la República, fue la protagonista de esta jornada, tejiendo esperanzas en el alma de estas comunidades con la promesa de un futuro donde la igualdad y el respeto a sus tradiciones sean la piedra angular de su gestión.
El aire se llenó de un fervor casi tangible cuando González, bajo un cielo que prometía un nuevo amanecer, fue recibida con porras y aplausos por las mujeres mayas de Chanchen Primero. Su discurso, imbuido de la fuerza de la Cuarta Transformación, rescató el compromiso de continuar con el trabajo humanista del gobierno actual y esbozó un futuro donde la reforma constitucional para la autodeterminación de los pueblos originales no sea solo una promesa, sino una realidad palpable.
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Con la perspectiva de fortalecer la enseñanza de las 68 lenguas originarias de México, González delineó una visión de país donde la justicia para las comunidades indígenas y afroamericanas se traduzca en desarrollo económico, social y cultural.
Su alianza con la doctora Claudia Sheinbaum, prometiendo un segundo piso de transformación, evoca una continuidad que busca no solo preservar, sino revitalizar el proyecto de nación que ha comenzado a cambiar el rostro de México.
Al recorrer las calles de Chanchen Primero, la candidata se convirtió en una espectadora de la rica tradición artesanal de la comunidad al celebrar el Día Internacional de la Artesana y el Artesano, pero a la vez en una ferviente defensora de sus derechos y de su invaluable contribución a la identidad de Quintana Roo.
El paso de González por Manuel Antonio Ay, fue un reflejo de su determinación para acortar las brechas de desigualdad que han marginado a estas comunidades. Y su compromiso de abrir más mercados de comercialización y facilitar la adquisición de materiales para artesanas y artesanos, un claro indicio de su enfoque en el empoderamiento económico de los pueblos indígenas.
Así, al caer la tarde, una jornada que comenzó con el alba se convierte en el presagio de un nuevo capítulo en la historia de los pueblos indígenas de México, donde la igualdad, el respeto y la autodeterminación no sean solo derechos, sino la esencia de su existencia diaria.
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