Reportan la importancia de la Estela 18, encontrada por obras del Tren Maya

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  • El libro ‘Lluvia y tierra’ la estela 18 de Uxmal (Yucatán) fue presentado como parte de la 35 FILAH por sus autores.
STAFF / LUCES DEL SIGLO

CIUDAD DE MÉXICO.- El libro “Lluvia y tierra” la estela 18 de Uxmal (Yucatán) fue presentado como parte de la 35 Feria Internacional del Libro de Antropología e Historia (FILAH) por sus autores, el arqueólogo quintanarroense José Huchim y el epigrafista Alexander W. Voss.

El libro revela, explicaron, la relevancia de la Estela 18 en los rituales agrarios de Uxmal, Yucatán, hace más de un milenio; y forma parte de las piezas encontradas como parte del Programa de Mejoramiento de Zonas Arqueológicas (Promeza), implementado de manera paralela por el gobierno de México al desarrollar la obra del Tren Maya.

La Estela 18 fue descubierta en la Zona Arqueológica de Uxmal (ZAU), en Yucatán, en octubre de 2022, y por las inscripciones que se han interpretado fue un elemento significativo en los rituales agrarios que se realizaban en esa capital política y económica de la región del Puuc, durante los periodos Clásico Tardío y Terminal (750-1100 después de Cristo), indicaron el arqueólogo de la Universidad de Quintana Roo, José Huchim Herrera y el antropólogo Alexander W. Voss.

Los investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y de la Universidad de Quintana Roo, respectivamente, Huchim Herrera y W. Voss se enlazaron mediante videoconferencia al Museo Nacional de Antropología, y explicaron que el análisis del contexto arqueológico donde se halló el monumento, e iconográfico y epigráfico de las escenas y textos labrados en las dos caras de la estela.

De acuerdo con sus investigaciones, indican un relato sobre la necesidad de contar con suficiente agua para garantizar una cosecha abundante, comida y bebida, para la subsistencia de la población.

El director de la Zona Arqueológica Uxmal, José Huchim, dijo que la recuperación de esta pieza, durante los trabajos del Promeza, representa un hallazgo importante para la arqueología, la iconografía y la epigrafía mayas del noroeste de la península de Yucatán, pues difiere tanto en sus dimensiones (1.32 metros de altura, 0.56 centímetros de ancho y 0.20 de grosor) como en la temática de las estelas descubiertas con anterioridad en Uxmal.

Las anteriores, dijo, tienen por tema único a los gobernantes del sitio y los rituales que realizaban en determinadas fechas del calendario; pero en la Estela 18 se observan dos divinidades del panteón maya en acción: la cara norte muestra a la diosa Chak Chel, con atributos de Chaak y del dios jaguar del inframundo; y la sur, al dios jaguar del inframundo.

El epigrafista Alexander W. Voss, explicó que Chak Chel es la representación figurada de la tierra que cubre su cara con una máscara de hocico hecha con piedras verdes, y porta un tocado zoomorfo con la corona de nenúfar de Chaak, es decir, que la tierra ha recibido la bonanza de las lluvias del temporal veraniego; mientras el plumaje verde del quetzal en su mano extendida representa la vegetación viva, la cual provee una abundante cosecha.

En tanto, el dios del inframundo es el cargador, el caminante que da vueltas y reparte sus bienes. Porta la máscara de Tláloc, lo cual marca su vínculo con el agua, y sombrero de ala ancha, que lo cubre contra las inclemencias del sol, pero el ornamento de plumas con puntas negras y la lechuza en el centro revelan su origen inframundano.

Es así como ambas alegorías hilan el mito de ‘origen de las llutierra’ extendida, inamovible y perenne; que depende de la llegada de las lluvias de temporal para producir los alimentos que requiere la humanidad.

Estos bienes los ‘transportan’ entidades como el viento, que mueve las nubes cargadas de agua, pero esta, a su vez, es extraída del inframundo”.

Huchim Herrera destacó el vínculo de la Estela 18 con el espacio donde fue ubicado, la Estructura 12L-26 del conjunto arquitectónico El Palomar: la escultura fue erigida en la cima de esta construcción rectangular, la cual tiene un acceso en el lado norte y otro en el sur, lo que permitía ver ambas caras.

“A su vez, el espacio dentro del templo donde se encontraba permitía, de forma estrecha, circular alrededor de la estela, por lo que es posible que el edificio se usara para las procesiones de sacerdotes (o aj k’in k’inich) y hechiceros (waywal).

“Tanto la ubicación del edificio y la orientación del monumento también permiten plantear la hipótesis de que estos se ordenaban sobre una línea de visión norte-sur con el pasillo abovedado de El Palomar, al sur”, finalizó “el arqueólogo al invitar a conocer más de este monumento excepcional, con la lectura del libro, disponible en la página web del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

La presentación del texto digital tuvo los comentarios del arqueólogo Luis Alberto Martos López y al epigrafista Octavio Esparza Olguín, adscritos a la Dirección de Estudios Arqueológicos del INAH y al Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México; respectivamente.

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