- Beneficios: voto popular para elegir jueces, avance hacia nuevo modelo de humanismo mexicano y justicia accesible para todos.
FELIPE VILLA
CIUDAD DE MÉXICO.- Pasaba de la medianoche de este miércoles 12 de septiembre cuando los pasillos del Senado vibraban con la noticia: la Reforma Judicial había sido aprobada.
Entre aplausos y murmullos, los reporteros aguardaban a la senadora Ernestina Godoy Ramos, del Grupo Parlamentario de Morena, una de las figuras más relevantes en esta jornada decisiva.
Los periodistas se acercaron a la senadora en cuanto apareció. Las cámaras ya estaban en posición, los micrófonos se alzaban como una nube sobre su rostro. Ella, serena pero con la determinación de quien ha vivido batallas políticas intensas, se detuvo para atender a la prensa.
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–Esta noche se aprobó lo que en mucho tiempo se venía cantando–, lanzó el primer reportero.
El número de votos era claro: 86, con la inesperada incorporación de dos diputados de oposición. El nombre de Miguel Ángel Yunes resonaba en el ambiente.
Godoy, con una sonrisa ligera y la seguridad de quien conoce bien los entresijos del poder, respondió:
“Lo estuvimos comentando, que estábamos dialogando con algunos senadores y senadoras, y que sabíamos que iba a haber alguna o algún patriota que iban a entender que la Reforma es importante para el pueblo de México”.
Los micrófonos no descansaban. Cada periodista quería su momento. El siguiente cuestionamiento se refirió a su gestión como fiscal en la Ciudad de México, tocando un punto candente: el rumor de la detención del senador Barreda de Movimiento Ciudadano. Godoy, rápida y precisa, negó los rumores: “No hubo detenido. Quedó comprobado ya hace unos minutos; no hubo detención. Lo hicieron con rumores, desafortunadamente”.
El ambiente era tenso, pero el avance de la Reforma generaba en la sala una mezcla de alivio y victoria.
–Un día histórico–, exclamó una reportera.
–Totalmente–, respondió Godoy sin dudar.
“México va a ser ejemplo, no sólo a nivel de Latinoamérica, sino a nivel mundial, de cómo hacemos reformas de fondo para que la gente tenga acceso a la justicia”.
Con cada palabra, Godoy parecía desbordar orgullo, pero también un compromiso profundo. Habló del futuro: de las fiscalías, los policías, y los juzgados cívicos, como si el país estuviera a punto de vivir una transformación sin precedentes.
Los reporteros se interrumpían entre sí, ansiosos por obtener respuestas claras. Uno de ellos le pidió que resumiera tres beneficios clave de la Reforma. Godoy no dudó: el pueblo podría decidir quiénes son los jueces; el país avanzaría hacia un nuevo modelo de humanismo mexicano; y la justicia estaría más cerca, más accesible para todos.
El clímax de la entrevista llegó cuando uno de los reporteros, en un intento de provocar una declaración más audaz, preguntó si la Reforma sepultaba el viejo régimen del Poder Judicial. La respuesta de la senadora fue contundente:
“Esperemos que así sea”, dijo, pero aclaró de inmediato que la democracia no estaba en riesgo. Al contrario, aseguró que el Poder Judicial saldría fortalecido y que los nuevos jueces serían verdaderamente independientes, sin deudas a partidos políticos.
La entrevista culminó con un ligero enigma. Al preguntarle sobre la posible incorporación de Yunes a Morena, Godoy dejó el misterio en el aire con una sonrisa: “¡Ah! Eso no lo sé”, dijo antes de retirarse.
Esa noche, en los pasillos del Senado, no solo se cerraba un capítulo importante en la historia de la política mexicana, sino que se abría la puerta a un futuro que promete una justicia más cercana al pueblo. El día había sido largo, pero sin duda, histórico.
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