NIDO DE VÍBORAS

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Por KUKULKÁN

SOBRE el campo de batalla ideológico y mediático que es la política mexicana, ha surgido una guerra peculiar: reporteros vs. youtubers. Como si no tuviéramos suficiente con las confrontaciones políticas diarias, ahora el gremio periodístico tiene que pelear por su lugar bajo el sol contra un ejército de creadores de contenido con miles de seguidores y un micrófono en la mano. ¡Oh, la ironía! Antes, el enemigo era la censura gubernamental o los monopolios mediáticos; ahora, el nuevo villano es el algoritmo de YouTube.

EN ESTE choque de titanes mediáticos, se nos quiere hacer creer que el periodismo está en crisis. Que la nueva ola de “comunicadores” afines a la 4T ha reducido a simples aplaudidores a aquellos que se autodenominan periodistas. El término “aplaudidores” suena casi como un piropo en el contexto de las redes sociales, donde se gana más likes defendiendo a capa y espada cada palabra del presidente que criticando el manejo del presupuesto público.

LO IMPENSABLE, los periodistas tradicionales ven con horror cómo los youtubers les están comiendo el mandado. Mientras los grandes nombres del periodismo batallan por sostener sus influyentes columnas, los “nuevos comunicadores” acumulan millones de vistas en menos tiempo del que les toma a los reporteros escribir un titular. ¡Ah! Las vueltas que da la vida. Y lo más divertido de todo esto es que el verdadero enemigo no es el otro bando, sino Google, el nuevo monopolio que dicta cómo y cuándo debemos consumir contenidos.

DOMINADO por unas pocas empresas, el “viejo modelo” como se venía haciendo el negocio del periodismo en México ha quedado obsoleto. Y no porque el periodismo esté en crisis, sino porque las reglas del juego han cambiado. El algoritmo de Google es el nuevo director de orquesta, quien decide qué contenido se viraliza y cuál queda en el olvido. Ya no basta con tener una gran estructura editorial; ahora, el verdadero talento está en saber atrapar la atención del espectador en tres segundos o menos. ¿Quién lo iba a decir? ¡El poder de los clics es más fuerte que cualquier monopolio!

EL GRAN debate aquí no es tanto quién tiene razón —si los periodistas tradicionales o los youtubers—, sino quién logra adaptarse más rápido. Los periodistas critican a los youtubers por su falta de profesionalismo, por la ausencia de un código ético o la profundidad en la investigación. Y no están del todo equivocados: confundir magistrado con ministro o suspensión con amparo puede ser más que un simple error, es desinformación en potencia.

TAMPOCO nos pongamos tan solemnes. Los periodistas, por su parte, pecan de una cosa: soberbia. Creen que el estatus que han logrado por años de trayectoria es suficiente para mantener su influencia, cuando en realidad lo que necesitan es evolucionar y entender el nuevo ecosistema digital. Al final del día, esta guerra entre youtubers y periodistas tradicionales es una rivalidad errónea. No son opuestos ni enemigos naturales; al contrario, son piezas complementarias en el nuevo panorama mediático. El verdadero reto no es quién informa mejor o peor, sino cómo trabajar juntos para ofrecer un contenido de calidad que sea consumido por una audiencia que, honestamente, no tiene mucho tiempo para detenerse a leer un análisis de 5,000 palabras.

LA VERDAD es que los medios tradicionales necesitan a los youtubers. Las empresas periodísticas del país, grandes, medianas o pequeñas, deben sumar a estos nuevos creadores de contenido para generar equipo. Porque, a final de cuentas, no se trata sólo de estar presente en la televisión o en el papel. Se trata de tener relevancia en las redes sociales, de vender la nota y captar la atención de un espectador que ya no se sienta a ver el noticiero de las 10, sino que consume información mientras está en el transporte público o en su hora de comida y, lo mejor, puede comentar en tiempo real cuando no esté de acuerdo con algún punto de opinión.

ALGUNOS aseguran que los youtubers son los nuevos “auditores” del falso contenido informativo difundido por los medios afines a los grupos opositores, las famosas fake news. No es que ofrezcan un análisis más profundo o riguroso de las noticias más relevantes, sino porque, con su popularidad, logran filtrar la información que llega al público masivo. Esto, claro, incomoda a quienes antes tenían el monopolio de la información, pero es parte del nuevo ecosistema. Y en este ecosistema, los medios de información deben adaptarse o morir.

LA PREGUNTA que queda por responder es: ¿qué pasará en el futuro? Si los medios tradicionales logran hacer equipo con estos creadores de contenido, podrían encontrar una fórmula exitosa para mantener su relevancia en la era digital. Si no lo hacen, es probable que los veamos desmoronarse en una agonía lenta mientras los algoritmos siguen decidiendo qué es relevante y qué no. ¿La moraleja? El periodismo no está muerto, pero el viejo modelo de negocio ya fue sepultado.

@Nido_DeViboras