NIDO DE VÍBORAS

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Se dobla derecha ante el pueblo

Por KUKULKÁN

DICEN que nadie se pelea con su cartera, y mucho menos cuando la que está en riesgo es la del pueblo. En un giro inesperado, pero bastante conveniente, los partidos de oposición en el Congreso de la Unión, conocidos por su amor incondicional al “empleo digno, pero mal pagado”, se alinearon para aprobar sin chistar la reforma al artículo 123 constitucional que garantiza que el salario mínimo nunca sea inferior a la inflación. ¡Milagro! ¡Por fin algo en lo que todos están de acuerdo! Claro, cuando se trata de no pelearse con la clase trabajadora, hasta los más acérrimos neoliberales se vuelven del pueblo.

CON ESTA reforma, el salario mínimo se elevará a 16 mil pesos mensuales, beneficiando a los trabajadores registrados ante el IMSS, incluyendo enfermeras, médicos y personal de seguridad pública, esos héroes que combatieron el crimen o cuidaron nuestra salud con sueldos que antes apenas alcanzaban para el “gasto de la quincena”. Ahora, con los bolsillos un poco más llenos, podrán respirar un poco más aliviados. ¡Qué ironía! Durante años nos contaron la historia de que subir el salario traería una catástrofe económica, como si los trabajadores fueran los culpables de todos los males financieros del país. Y hoy, esos mismos que defendieron el mito de la inflación desatada por salarios dignos, votaron a favor con una sonrisa. La Cuarta Transformación volvió a poner de moda la justicia salarial.

LOS PARTIDOS opositores, con el agua hasta el cuello después de su derrota electoral, sabían que no podían decirle “no” a la clase trabajadora sin jugarse el poco apoyo que les queda. De hecho, los priistas y los de Movimiento Ciudadano no perdieron oportunidad para ponerse medallas y recordarnos su histórica “lucha por el bienestar de los trabajadores”. Patricia Mercado, de MC, fue rápida en señalar que el 65% de los trabajadores afiliados al IMSS viven de su salario, y que este aumento les permitirá “salir del mes sin pedir prestado”. Un gran salto si consideramos que antes, los gobiernos neoliberales, con sus sofismas y cuentos de hadas, defendían que los salarios bajos eran necesarios para evitar el apocalipsis inflacionario.

El PAN, por supuesto, no pudo evitar hacer su berrinche de rigor, advirtiendo sobre los riesgos que traería consigo esta medida. Que si la productividad caerá, que si aumentará la informalidad, que si las pequeñas y medianas empresas se verán afectadas. En resumen, todo se va a ir al traste… pero, curiosamente, ellos también votaron a favor. Al parecer, los riesgos no son tan graves cuando el pueblo ya decidió y, encima, cuando el salario mínimo ha crecido sin que el cielo se caiga.

ESO SÍ, el PAN no dejó de meter su cucharada con el típico “sí, pero”. Sí al aumento del salario, pero ojo con la invasión de la inteligencia digital que va a eliminar empleos más rápido de lo que la ley puede regular. Un comentario digno de un partido que ya no tiene ni idea de cómo conectar con el pueblo. Porque, mientras los panistas siguen preocupados por el impacto de la robótica en las fábricas, la clase trabajadora ya les dio la espalda hace rato, cansada de promesas vacías y salarios congelados. ¿Y qué hay del pueblo? Ese mismo que fue ignorado durante décadas y que ahora ha ganado el poder que siempre le negaron.

ANTES los neoliberales pensaban que el pueblo era sólo una masa ignorante que no entendía de macroeconomía. Pero hoy, esos mismos trabajadores —que fueron a las urnas en 2018 y nuevamente este año— han demostrado que no sólo tienen conciencia de clase, sino que están dispuestos a exigir lo que les corresponde. Los viejos tiempos de los tecnócratas han quedado atrás. El pueblo ha hablado, y el salario mínimo ya no es una concesión; es un derecho. Así, mientras la oposición intenta encontrar su camino de vuelta al corazón del pueblo, una cosa queda clara: cuando el bolsillo del pueblo manda, hasta el más conservador baja la cabeza.

@Nido_DeViboras