Que la vergüenza cambie de bando
Haidé Serrano
La impunidad es una de las principales razones por las cuales continúa sin erradicarse la violencia de género en contra de las mujeres. ¿Para qué denunciar si no pasa nada? Es una de las frases más comunes cuando hay un delito de por medio. Sin embargo, hay otro motivo, igual o más importante que la falta de justicia, y es la vergüenza que sienten las víctimas o sobrevivientes de alguna agresión.
La vergüenza es un constructo social que ha recaído en las mujeres, no en los hombres; es decir, en las víctimas y no en los victimarios, cuando de violencia de género se trata. Y sí, la mayoría son hombres.
Además de los sentimientos de culpa, la vergüenza orilla a las mujeres a creer que son las responsables de lo que les pasa; que, si hubieran hecho tal o cual cosa de manera diferente, podrían haber evitado estar en aquella situación.
Pero estas creencias no son exclusivas de las mujeres, forman parte de la forma de pensar, desafortunadamente, de un gran número de personas; la vergüenza está presente como el ingrediente principal en las frases que decimos casi de manera automática, sin reflexionarlas, y sin darnos cuenta de que al repetirlas exoneramos a los agresores.
Si bien el número de mujeres que denuncian está aumentando, aún existen muchas que siguen creyendo y escuchando frases como estas cuando son víctimas de alguna agresión sexual: “¿Para qué fue a esa fiesta si sabía lo que podía pasar? Seguro dio señales confusas. Se lo buscó por vestirse provocativamente. ¿Qué esperaba si iba sola de noche? Si no hubiera bebido tanto, eso no habría pasado. Las chicas decentes no se ponen en esas situaciones. ¿Por qué fue a su casa si no quería nada? Si no quería que la tocaran, ¿por qué coqueteaba? No se habría aprovechado de ella si no lo provocaba. Debe estar exagerando, seguro lo disfrutó un poco.”
Hay más ejemplos de las expresiones que se oyen de amistades, familia, colegas del trabajo; y, lo que es peor, de fiscales, jueces y juezas, abogadas y abogados y medios de comunicación.
Los ejemplos abundan para justificar cualquier violencia: “Si se deja maltratar, es porque le gusta. ¿Qué esperabas, vestida así? Seguramente hizo algo para provocarlo. Ella lo tolera, así que no debe ser tan malo. Es que no sabe cuándo quedarse callada. Si fuera una buena esposa, él no se pondría violento. Se mete con el tipo equivocado y luego se queja. Ella lo buscó al provocarlo con su actitud. ¿Por qué no lo dejó antes si era tan malo? Debe ser que no es lo suficientemente sumisa. ¿Por qué denunció hasta ahora?”
¿Quién va a querer denunciar si los primeros obstáculos están en su propia forma de pensar y en la de las personas más cercanas a ella? Si logra vencer esta primera barrera, se encargarán de recordárselo una y otra vez cuando quiera acceder a la justicia.
Ahora bien, algunas de las mentiras que se dicen de los hombres cuando han agredido sexualmente son: “Está en su naturaleza, los hombres siempre quieren más. Si puede, que lo aproveche; es todo un macho. Es hombre, es natural que no controle sus impulsos. A las mujeres les gusta que las dominen. Es un conquistador, ¡así son los hombres de verdad! Los hombres tienen necesidades, no se puede culpar por eso.”
Por eso es tan significativa la llamada que lanzara Gisèle Pelicot a la conversación mundial: la vergüenza tiene que cambiar de bando. Ella decidió que su juicio fuera público. Por su valentía, hemos podido conocer las atrocidades que se cometieron en su contra, organizadas por quien fuera su esposo, Dominique Pelicot, quien durante diez años la drogó, violó y organizó que otros hombres la atacaran sexualmente. Y así, hoy son públicos los nombres de los 51 hombres que están siendo enjuiciados.
Una de las grandes tareas pendientes que tenemos como sociedad es que la vergüenza cambie de bando. Que recaiga en los hombres agresores y no en sus víctimas.
Y que también cada persona, desde su círculo más íntimo, se cuestione y cuestione las diversas violencias en las que participa, de las que es víctima o que al menos tiene conocimiento y cuáles son sus creencias a este respecto.
@HaideSerrano es maestra en Género, Derecho y Proceso Penal y licenciada en Ciencias de la Comunicación. Dirige y conduce Feminismos en Corto sin Tanto Rollo. Es autora del libro “Mujeres líderes en la pandemia”. Columnista en Luces del Siglo y Milenio. Conductora de Luces del Siglo El Podcast. Consejera del Consejo Coordinador de Mujeres Empresarias de Quintana Roo.