NIDO DE VÍBORAS

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Por KUKULKÁN

EN LA JUNGLA de las reformas de seguridad, el senador Omar García Harfuch se presenta como el mesías de la Guardia Nacional, con una estrategia que parece estar diseñada por una mezcla entre un manual de defensa y un libro de autoayuda. Porque según Harfuch, lo que a México le ha faltado no sólo son recursos, ni políticas coherentes o estrategias efectivas. No. Lo que realmente nos ha fallado es que nuestras fuerzas de seguridad no tienen “espíritu de cuerpo”. Es decir, como quien dice, falta de ganas de pertenecer a algo grande, como un club social, pero con rifles y chalecos antibalas.

Y ES QUE, según el próximo secretario de Seguridad federal, el problema no es tanto la delincuencia organizada o la corrupción, sino que las corporaciones de seguridad cambian demasiado de nombre. Con cada sexenio, pasamos de Policía Federal a Policía de Chocolate, de Gendarmería a Guardián Universal, como si cambiar de uniforme fuera lo único que necesitan nuestros cuerpos de seguridad para ser eficaces. ¡Ah, pero Harfuch tiene la solución! Basta con meterlos en la Sedena (sin que se note mucho lo militar, claro está) y así consolidar una fuerza transexenal que, en teoría, continuará sirviendo al pueblo por los siglos de los siglos. Amén.

EN SU DISCURSO ante el Senado, Harfuch prometió que no hay militarización alguna. Porque, claro, cuando los uniformes están bajo una estructura militar, reciben entrenamiento militar y responden a un esquema de disciplina militar… pues, ¿cómo podría alguien pensar en militarización? ¡Faltaba más! Además, él defiende que todo esto es con la más absoluta coordinación de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), porque, evidentemente, si pones la palabra “protección” en el nombre de una secretaría, ya todo es más pacífico.

PERO, si te quedaste con la duda de qué pasa con la investigación civil, no te preocupes, Harfuch tiene cubierto ese flanco. Para eso existe la Policía Federal Ministerial, que es 100% civil (aunque con un poco de perfume militar, eso sí), y con la que trabajarán de la mano. Porque en el México de la Cuarta Transformación, lo militar y lo civil son una pareja perfecta, como frijoles y tortillas, o mejor dicho, como frijoles y rifles.

AHORA BIEN, no todo es cuestión de uniformes y siglas. Harfuch tiene una visión mucho más sofisticada: su plan incluye la creación de una Subsecretaría de Inteligencia e Investigación. O sea, como si ya no tuviéramos suficientes dependencias burocráticas con nombres rimbombantes. Pero esta, asegura él, será la clave para combatir el crimen. Y aquí viene lo mejor: analistas, investigadores de campo y especialistas técnicos serán los encargados de convertir la inteligencia obtenida en el campo de batalla en algo operable. En resumen, la inteligencia va a sermás inteligente.

ADEMÁS, no seamos injustos, la Guardia Nacional no es cualquier ocurrencia. Se basa en los modelos más exitosos del mundo: Chile, Italia, Francia y España. ¡Casi suena a tour turístico por Europa! Según Harfuch, esos países también ponen a sus cuerpos de seguridad en manos de los militares, y les va de maravilla. Claro, lo que no nos cuenta es que las realidades de seguridad en México y esos países son tan diferentes como comparar un charro con un caballero francés. Pero, ¿a quién le importa eso?

AL FINAL del día, lo importante es que la Guardia Nacional no sólo esté bien armada, sino que también sea disciplinada, profesional y respetuosa de los derechos humanos. Todo en un solo paquete. Porque si algo nos ha enseñado la historia es que los militares siempre han sido los mejores en proteger esos molestos derechos humanos… ¿no? Harfuch nos promete una Guardia Nacional transexenal con espíritu de cuerpo, disciplina y un toque de inteligencia que, a su modo de ver, es la receta perfecta para acabar con la inseguridad en México. Ojalá que con todo este “espíritu de cuerpo” y disciplina militar no se nos olvide que la seguridad también debería ser civil, democrática y respetuosa de los derechos.

@Nido_DeViboras