Por KUKULKÁN
DESPUÉS de 200 años de existencia, el sistema militar mexicano finalmente decidió dar un paso hacia la modernidad y reconocer que, efectivamente, las mujeres también tienen un lugar en sus filas. No, no es una broma. El evento oficial para presentar al nuevo mando militar de las fuerzas armadas tuvo, por primera vez, un tributo a las mujeres que han estado al pie del cañón, literal y figurativamente, durante las grandes luchas históricas nacionales.
AL PARECER, el machismo castrense, ese que muchos pensaban que sería tan impenetrable como la Iglesia Católica con sus obispos y sacerdotes, ha comenzado a reconfigurarse. El Campo Marte fue testigo de un desfile en el que se rindió homenaje a la primera “comandanta” de las fuerzas armadas, un concepto que sin duda levantará cejas y hará rechinar dientes en los rincones más conservadores del ejército.
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PORQUE claro, ¿quién iba a imaginar que ese fortín de testosterona, donde las órdenes vienen con una carga de poder masculino, se iba a abrir a la posibilidad de un liderazgo femenino? Parece que los tiempos han cambiado, y de manera oficial. El secretario de la Defensa, el general Ricardo Trevilla Trejo, y el secretario de Marina, el almirante Raymundo Pedro Morales Ángeles, dedicaron buena parte de sus discursos a celebrar este “cambio de paradigma”.
EN NÚMEROS, la equidad de género ha ido avanzando al interior de las fuerzas armadas; a la fecha suman más de 43 mil mujeres integrantes en el ejército, fuerza aérea, fuerzas armadas y Guardia Nacional. Un número impresionante, aunque para quienes tienen una visión más crítica, podría ser visto como una especie de cuota de género castrense. ¿Realmente las mujeres tienen el mismo peso que sus compañeros varones?
UN VISTAZO rápido al presidium durante la ceremonia, con la presidenta Claudia Sheinbaum y la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, rodeadas de un ejército de generales y almirantes masculinos, nos da una pista de que aún falta camino por recorrer. Pero no seamos aguafiestas. La “comandanta” ya es un concepto sembrado en la tradición militar, y si las cosas siguen su curso, hasta podríamos ver modificaciones en las leyes y reglamentos con un lenguaje incluyente.
¡SORPRESA! El mundo militar, donde los gritos y órdenes secas no discriminan, ahora tendrá que ajustarse para no ofender sensibilidades. Seguro ya hay algún comité trabajando para implementar la jerarquía de comandantas y generalas en los próximos libros de texto. El discurso de la presidenta Sheinbaum también dio de qué hablar. Según ella, la verdadera transformación de las fuerzas armadas será su misión “humanista” poniendo los derechos ciudadanos por encima de cualquier otro interés, protegiendo los derechos humanos como el nuevo objetivo. Un mensaje interesante, sobre todo si recordamos que justo hace 56 años, el mismo ejército que ahora dice defender los derechos humanos estaba reprimiendo a estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas. Qué rápido cambian las cosas, ¿no?