Bajo la sombra de la bota: ¿México frente a una nueva presión de Estados Unidos?

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Por KUKULKÁN

POR AHÍ DICEN que a las serpientes no hay que temerles mucho, ya que rara vez atacan sin razón. Pero cuando se trata de política, y más de las amenazas de Donald Trump, mejor pónganse cómodos, porque tenemos un espectáculo asegurado. Resulta que el hombre del peinado peculiar y las amenazas grandilocuentes está de regreso, y con él vienen nuevamente sus promesas de “poner a México en su lugar”. ¿Será que realmente nos impondrá esos aranceles del 25% o estamos frente a otro show político en horario estelar?

PARA empezar, Trump no es precisamente nuevo en el arte de amenazar sin cumplir. Recordemos que durante su primer mandato ya había hecho todo un teatro con sus promesas de un muro financiado por México (¿alguien lo ha visto?). Pues ahora, con su reelección en puerta, el empresario transformado en político vuelve a cargar su discurso de amenazas, como si fuese un cóctel molotov verbal lanzado para reactivar viejos temores. Según el magnate, México debe resolver la crisis de los cárteles y poner un freno a la migración o, de lo contrario, nos espera una cascada de aranceles.

ESTA nueva amenaza suena bastante conocida para aquellos que conocen a Trump. Pero ¿realmente hay alguna posibilidad de que cumpla? Al margen de la retórica electoral, el T-MEC es un compromiso trilateral que establece claramente las reglas del comercio, y en sus páginas queda claro que no es tan fácil imponer aranceles sin consecuencias. Si Trump se aventurara en esta dirección, impactaría a su propio mercado y, como bien dijo el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, los estadounidenses se llevarían la peor parte al pagar más por los productos mexicanos. Dicho de otro modo, los disparos de Trump terminarían dándole en el pie a la economía de su propio país.

VAYAMOS un poco más allá. ¿Qué gana Trump con todo este circo? Pues popularidad, desde luego. El hombre sabe que tocar el tema de México en tiempos de campaña es un imán para sus seguidores más fieles, quienes creen que el vecino del sur es la causa de todos sus problemas. Amenazar a México, decir que controlará la migración y que acabará con los cárteles le da a Trump la imagen de “hombre fuerte” que tanto le gusta proyectar. Aunque la historia nos demuestra que ese músculo de papel, cuando llega el momento de actuar, se desploma por las mismas circunstancias que lo sostienen: el interés económico y las alianzas comerciales.

MIENTRAS tanto, en México, el líder del PAN, Marko Cortés, ha encontrado en las palabras de Trump un pretexto perfecto para lanzar su propio drama político. En un intento desesperado por recuperar el terreno perdido, ha propuesto tipificar el delito de “narcoterrorismo” y, para sorpresa de nadie, coquetea con la idea de que Estados Unidos intervenga en territorio mexicano. Porque, claro, nada dice “patriotismo” como pedir la intervención de un ejército extranjero. La 4T, encabezada ahora por Claudia Sheinbaum, no tardó en calificar esta propuesta como una “traición” y una intromisión inaceptable. Y mientras tanto, Cortés sigue defendiendo su narrativa de héroe en defensa de un México que, paradójicamente, necesitaría la ayuda de otros para sobrevivir.

LA DERECHA mexicana, en su afán de recuperar los privilegios del pasado, parece estar dispuesta a incendiar el panorama político con tal de sacar provecho de las bravatas de Trump. Y si el mandatario estadounidense realmente impusiera aranceles del 25%, México y Estados Unidos se verían inmersos en una guerra comercial cuyos daños serían más amplios que las promesas de campaña de cualquier político. Afortunadamente, el mundo no funciona sólo a base de palabras, y al final, Trump puede tener mucha boca, pero también sabe que un conflicto con México afectaría a las empresas estadounidenses tanto o más que a las mexicanas.

@Nido_DeViboras