Por KUKULKÁN
LA PRESIDENTA Claudia Sheinbaum, con su estilo medido y pulcro, empieza a mostrar los dientes, o al menos los músculos, en su carrera para consolidar el segundo piso de la Cuarta Transformación. Este fin de semana, en Quintana Roo, la maquinaria obradorista se movió como reloj suizo (o tal vez como ferrocarril nacional) para mostrar que, sin el presidente López Obrador en el escenario, el proyecto de nación de la 4T sigue en marcha y no piensa detenerse. Y mientras muchos creían que la sucesión iba a terminar en un juego de a ver quién convence a quién, resulta que Sheinbaum está por estrenarse en esto de la popularidad sin muletas presidenciales.
CIERTAMENTE, se habla de un “cierre de filas” que ha tomado sentido literal en el sureste mexicano, y a la sombra del propio AMLO, Sheinbaum se prepara para la larga jornada electoral y, de paso, para desafiar al Poder Judicial. La Asamblea Informativa “El triunfo del pueblo” en Playa del Carmen no fue sólo un mitin más, sino el escenario perfecto para probar la lealtad de los actores locales y ver qué tanto músculo tiene el obradorismo en su versión Sheinbaumista. ¿Que si es un poder sin fisuras? Pues al menos en Quintana Roo parece que aún hay gasolina en el tanque, ahí estaban legisladores federales y estatales, alcaldes, regidores mezclados entre la nutrida militancia que se sumó para hacerle coro a la presidenta, hablando de una nueva era en la que el pueblo tendrá “el poder de elegir” a los jueces y ministros.
- Toca a Claudia lavar la ropa sucia… pero no en casa ajena
- Se despide Norma Piña sola y culpando a todos: ¿la Corte víctima o cómplice del descrédito?
- Trump y su delirio imperial: ¡Quiere anexar México y Canadá como si fueran departamentos en venta!
EN EL TERRENO del discurso, los asistentes tenían muy claro el guion: Sheinbaum es la heredera legítima del legado de AMLO, y quien se atreva a dudarlo está, o cegado, o desubicado en el mapa político nacional. Para no dejar lugar a dudas, la presidenta municipal de Solidaridad, Estefanía Mercado, fue la primera en sacar la bandera: “La Cuarta Transformación sigue más viva que nunca”. Eso sí, el detalle de que “viva” en una asamblea informativa rodeada de ciudadanos cuidadosamente alineados puede ser más bien la puesta en escena perfecta que necesita Sheinbaum para medirle el agua a los camotes.
HABLEMOS CLARO: no sólo de ceremonias vive el pueblo, pero es cierto que entre las filas de Morena, el músculo todavía no se atrofia. Ahí estaban, por ejemplo, la senadora Anahí González, el diputado Juan Carrillo, y hasta el diputado Renán Sánchez Tajonar, quienes no perdieron oportunidad para recitar la misma cantaleta de la Cuarta Transformación, el poder del pueblo y la supuesta “democratización” del Poder Judicial. Pero ¿qué significa realmente poner al “pueblo” a elegir a los jueces y ministros? En teoría, es una jugada de lujo que vende democracia en un envoltorio brillante. En la práctica, aseguran opositores, es el as bajo la manga de un gobierno que busca legitimar su propio poder para tener a un Poder Judicial mucho más… alineado, digamos.
POR SU PARTE, la presidenta estatal de Morena, Johana Acosta, dejó claro el verdadero propósito de la reforma: decirles adiós a los privilegios de jueces y ministros. La narrativa parece escrita con pluma de oro: ¿quién no se indignaría al escuchar que los ministros ganan más de 700 mil pesos al mes? La indignación es un recurso potente, y Sheinbaum sabe cómo usarlo para atraer simpatías. Mientras tanto, sus aliados siguen expandiendo la promesa de una democracia donde, finalmente, “el pueblo” elige a sus juzgadores. Claro, todo muy sencillo, nada complicado en este sistema perfecto.
PERO OJO, que aunque Sheinbaum parezca tener el viento a favor, no todo es un camino llano y sin tropiezos. Con AMLO fuera del escenario central, ella debe demostrar que no sólo está continuando un proyecto, sino que puede conducirlo con su propio estilo y lograr que la Cuarta Transformación no se desplome en el intento. La incertidumbre de su mandato aún es visible en varios sectores de Morena y, sin la presencia física de su mentor, el desafío de mantener unido el barco es más complejo de lo que parece.
AL FINAL, “El triunfo del pueblo” puede resultar una carta fuerte en el juego de Claudia Sheinbaum, pero a medida que el segundo piso de la 4T se construye, habrá que ver si este edificio tan ambicioso tiene cimientos sólidos. Los fieles seguidores dirán que sí; los críticos, que la primera prueba de resistencia apenas comienza. Al menos en Quintana Roo, Sheinbaum ha conseguido un espaldarazo. Falta ver si este músculo no se cansa demasiado pronto en su lucha por consolidarse a nivel nacional.