Las cabezas del pasado neoliberal sacan brillo desde el exilio

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Por KUKULKÁN

LOS EXPRESIDENTES de México, esa casta de poderosos que durante décadas tejieron un manto de privilegios y secretismo, parecen estar saliendo del letargo y asomando sus cabezas desde cómodos refugios internacionales. Desde España, con un aire de nostalgia por los viejos tiempos neoliberales, Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo han reaparecido en el debate público, aunque, por supuesto, con estilos diametralmente opuestos. Mientras Felipe Calderón y Vicente Fox nunca han dejado de pelear su guerra mediática desde Twitter, los priistas habían optado por el perfil bajo, casi al nivel del anonimato.

ZEDILLO, ese hombre de pocas palabras y decisiones cuestionables, resolvió romper el silencio para defender su reforma judicial de hace tres décadas. Sí, esa misma que muchos califican como la base de un sistema donde los magistrados y jueces operaban más como guardianes de los intereses del régimen que como defensores de la justicia. Pero Zedillo, con una nostalgia casi conmovedora, quiso contrastar su obra con los intentos de la 4T por transformar al Poder Judicial. “Lo mío fue mejor”, parece decirnos, mientras ignora convenientemente que los privilegios que tanto se critican hoy nacieron bajo su mandato.

PERO la verdadera joya de este desfile de reaparecidos es, sin duda, Carlos Salinas de Gortari. Con la habilidad que siempre lo ha caracterizado para generar polémica y acaparar titulares, Salinas salió al ruedo para desmentir la supuesta pensión millonaria que, según versiones, los expresidentes del periodo neoliberal acordaron para sí mismos. No, dijo Salinas, yo no recibo cinco millones mensuales, ni tengo un ejército de asistentes a mi disposición. Su ingreso, asegura, proviene de dar conferencias. Imaginen ustedes al hombre que alguna vez controló los hilos del poder hablando frente a un auditorio en un foro académico, quizá rememorando sus días de gloria.

LA RESPUESTA de Salinas no fue casualidad. Fue una reacción calculada tras las declaraciones de Claudia Sheinbaum, quien dejó claro desde su primera mañanera que las pensiones presidenciales son cosa del pasado. La presidenta, con su estilo contundente, afirmó que los exmandatarios sólo tienen derecho a la misma pensión que cualquier ciudadano mayor de 65 años. Un recordatorio, quizás, de que el “viejo régimen” está destinado a vivir en el mismo nivel que los ciudadanos de a pie, al menos en el papel.

POR SUPUESTO, no podíamos dejar fuera a Felipe Calderón, el expresidente que parece incapaz de mantenerse alejado del reflector. En esta ocasión, Calderón se lanzó contra la política de Sheinbaum de no invitar al rey de España a su toma de posesión, argumentando que no hay necesidad de pedir disculpas por los eventos de la Conquista. La respuesta fue rápida y mordaz: Sheinbaum le sugirió que mejor pidiera perdón por las atrocidades de la guerra contra el narcotráfico. Es un intercambio que encapsula perfectamente el estilo de esta nueva etapa política: golpes bajos y acusaciones que rascan las heridas más profundas.

EL REGRESO de los expresidentes al debate público es, en sí mismo, un espectáculo digno de análisis. Salinas, Zedillo, Calderón y Fox representan un pasado que, para bien o para mal, sigue marcando la narrativa de la política mexicana. Que Salinas, el “villano favorito”, sienta la necesidad de aclarar que no vive de una pensión millonaria es una señal de los nuevos tiempos. Que Zedillo salga a defender una reforma judicial que muchos consideran obsoleta demuestra que el legado neoliberal no cede sin pelear.

MIENTRAS tanto, la 4T sigue avanzando con su discurso de transformación, echando mano de los errores del pasado para justificar sus acciones presentes. En este tablero de ajedrez, los expresidentes se convierten en piezas útiles, ya sea como adversarios visibles o como sombras que acechan desde el pasado.

AL FINAL, lo que nos queda es una narrativa en la que los protagonistas del neoliberalismo mexicano intentan reescribir su historia desde cómodos escondites en el extranjero, mientras el gobierno actual los usa como ejemplo de lo que promete no repetir. En el centro de todo, el pueblo mexicano observa, quizás con escepticismo, cómo se juega esta partida. Porque, después de todo, cuando las cabezas del pasado sacan brillo, siempre hay algo oculto entre líneas.

@Nido_DeViboras