“Si no hay pleito, ¡invéntatelo!”

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Por KUKULKÁN

EN LA POLÍTICA mexicana, la ociosidad suele ser la madre de todas las batallas. Y cuando no hay enemigos externos, ¿para qué buscarlos fuera si puedes armar un buen zafarrancho en casa? Así están las cosas en el Congreso de la Unión, donde los líderes de Morena parecen estar empeñados en demostrar que hasta en familia se puede pelear bonito.

ESTA VEZ, el Senado y su archivo histórico –un rincón polvoriento que jamás hubiera sido noticia– son el epicentro del nuevo espectáculo político. La estrella invitada: Full Service de México, S.A. de C.V., una empresa que, más que de archivos, parece encargarse de desarchivar broncas.

EL SHOW comenzó cuando el flamante presidente de la Junta de Coordinación Política, Adán Augusto López, sacó a relucir un contrato anual de 60 millones de pesos para administrar dicho archivo. Según él, el trabajo apenas va más allá de rentar una bodega en Hidalgo, algo que, francamente, suena como el negocio del siglo: paguen millones y reciban… una bodega. ¿No les suena conocido? La vieja confiable de los “servicios especializados” que no se ven, pero que sí cuestan.

PERO lo interesante no es la empresa ni el contrato. Lo jugoso del asunto es cómo la denuncia de Adán Augusto se convirtió en una nueva riña interna en Morena. Porque, claro, el principal blanco de esta acusación no es otro que Ricardo Monreal, el excoordinador de los senadores morenistas y actualmente de los diputados, quien no pierde la oportunidad de demostrar que su relación con el partido y sus líderes es más incómoda que un elevador del Senado.

Y ES QUE mientras los legisladores se tiran archivos y contratos en la cara, resulta que los elevadores del Senado también entraron al ring. Adán Augusto denunció otro “negocito añejo”: 90.4 millones de pesos para colocación y mantenimiento de los elevadores… que no funcionan. La anécdota es deliciosa: “Antes de la sesión, hubo legisladores atrapados en un elevador”. Porque no hay nada que refleje mejor la política nacional que un diputado atorado entre dos pisos.

EN RESPUESTA, Monreal, que lleva el mote de “traidor” colgado al cuello desde que AMLO lo puso en la mira, salió con carpeta en mano para defenderse a capa y espada. Que si la Contraloría revisó, que si la Auditoría Superior de la Federación dio el visto bueno… Y ahí va Ricardo, otra vez, a gritar: “¡Yo no fui!”. Pero sus argumentos, por sólidos que parezcan, no han logrado apagar el incendio.

LO IMPORTANTE aquí no es la bodega, ni los archivos, ni los elevadores. No, lo que realmente queda en evidencia es que en Morena, el partido que goza de una mayoría tan cómoda que podrían estar tomando piñas coladas en lugar de pelear, las camarillas internas ya no disimulan su lucha por el poder. Si no hay adversarios externos que den la batalla, se pelean entre ellos, no vaya a ser que pierdan el toque.

SOBRE las calles, los ciudadanos de a pie observan cómo los contratos se vuelven armas políticas y surge la pregunta inevitable: ¿De verdad no había problemas más importantes que resolver? Porque mientras el gobierno y los legisladores nos juran que van limpiando la corrupción del Senado, lo único que brilla aquí son las facturas millonarias, las broncas internas y los elevadores que se niegan a funcionar, como si de una metáfora perfecta se tratara.

AL FINAL, lo que queda claro es que no hay pleito pequeño si el objetivo es mantener las espadas desenvainadas. En Morena, como en el viejo dicho: “Si no tienes pelea… ¡invéntatela!” Y por lo que vemos, la pelea por el poder ya está en marcha, aunque el costo se lo lleven las arcas públicas y los ciudadanos que, una vez más, ven cómo sus impuestos terminan archivados en alguna bodega del estado de Hidalgo.

@Nido_DeViboras