La sombra de la invasión

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ZÓSIMO CAMACHO

Por décadas, una intervención militar abierta de Estados Unidos en México ha sido vista como improbable… pero no imposible. Las Fuerzas Armadas Mexicanas cuentan con un plan de movilización, militar y civil, en caso de una agresión de su vecino del Norte, a la sazón, el imperio más poderoso de la historia.

Tal documento, clasificado como secreto, se resguarda en una caja fuerte en el Campo Militar Número 1. De hecho, es el de mayor nivel de secrecía de todos los documentos de las Fuerzas Armadas. Es de uso tan restringido que sólo tienen acceso a él la presidenta de la República, el general secretario de la Defensa Nacional, el almirante secretario de Marina, el general comandante del Ejército Mexicano y el general comandante de la Fuerza Aérea Mexicana. Lleva por nombre Plan Militar de Defensa Nacional Conjunto.

Desde 1951, cuando la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) elaboró la primera versión, ha sido modificado en ocho ocasiones. La penúltima, DN-VII, ya en 2017, con la participación de la Secretaría de Marina. La más reciente, durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador (DN-VIII).

    En su versión DN-VII el Plan identifica seis amenazas, siete riesgos y 11 desafíos a la integridad, unión, soberanía e independencia del Estado mexicano. Desde la Inteligencia Militar, explica cada uno de estos tópicos. Y luego ofrece un diagnóstico de las capacidades reales de defensa: situación de las Fuerzas Armadas; número de tropas; adiestramientos; estatus de vehículos, naves y aeronaves. Sí, cita fortalezas… pero, sobre todo, advierte fragilidades e insuficiencias.

    Considera, asimismo, las capacidades civiles de resistencia: económicas, productivas, de cohesión social y otras.

    Y es que la principal amenaza contra la que previene este Plan Militar es la intervención militar extranjera. Las otras cinco son: el empleo de armas de destrucción masiva; el terrorismo; la delincuencia organizada trasnacional; los grupos antisistémicos armados, y los ataques cibernéticos y electromagnéticos.

    De entre los riesgos, podemos citar la migración a gran escala. Y de entre los desafíos, la dependencia tecnológica del extranjero para el sector defensa.

    Sobre la primera amenaza, una agresión militar extranjera, el documento se refiere claramente a Estados Unidos. Explica que, si México es percibido como amenaza para los intereses estadunidenses, ese país podría desencadenar acciones diplomáticas, económicas e incluso militares. También advierte que otra potencia podría intentar utilizar el territorio mexicano como plataforma para atacar a Estados Unidos. En ambos escenarios, México se convertiría en “teatro de guerra”.

    Las Fuerzas Armadas Mexicanas no vacilan en lo que han considerado una amenaza “real”: la intervención militar de Estados Unidos. El Plan Militar de Defensa Nacional Conjunto reconoce la asimetría de ambos países y la superioridad militar del Ejército estadunidense.

    Por ello, señala como una necesidad “edificar instalaciones fortificadas que resistan los efectos de una posible guerra para el establecimiento de sedes alternas de gobierno y mando de la Defensa Nacional, que cuente con sistemas de comunicaciones y enlace, que permitan llevar a cabo oportunamente la toma de decisiones en la capacidad de respuesta del Estado ante una intervención extranjera”.

    En ese sentido, las Fuerzas Armadas Mexicanas no podrían vencer a las estadunidenses en una guerra abierta. El Plan prevé que las tropas pasarían a una guerra de guerrillas hasta que, junto con el pueblo mexicano en armas, expulsen a los invasores.

    El actual Plan Militar de Defensa Nacional Conjunto (DN-VIII) data de finales de 2022. Consta de un documento con 29 anexos. Está enfocado en la atención de tres Objetivos de Defensa: Defensa Exterior; Seguridad Interior; y Desarrollo Nacional.

    Se define a sí mismo como “documento destinado a preparar y conducir a las Fuerzas Armadas para responder efectiva y coordinadamente contra agresiones del exterior, trastornos de orden interno, desastres naturales, emergencias sanitarias y cualquier otro antagonismo que perturbe la Seguridad Nacional”.

    Donald Trump, como presidente de Estados Unidos, exacerbó la preocupación de la agresión exterior. Su retórica antimexicana y la imposición de aranceles están basadas en que México supuestamente representa una amenaza a su seguridad nacional. Ha declarado en reiteradas ocasiones que todas las opciones “están sobre la mesa” para atacar a los cárteles de la droga que operan en México.

    Por su parte, la presidenta Claudia Sheinbaum ha insistido en que México defiende no sólo un tratado de libre comercio, sino su soberanía y dignidad. Vaya paradoja de las Fuerzas Armadas Mexicanas: por décadas han tenido claro que la mayor amenaza es Estados Unidos… y por geografía, comercio y geopolítica, deben no sólo mantener relaciones cordiales, sino aceptar sus equipos, tecnologías, capacitaciones y, al menos con Calderón y Fox, su tutela.