Víctimas de violencia hacen catarsis al narrar su historia

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  • A pesar de los diferentes modelos, todos pertenecen a personas que padecieron violencia machista y se mantienen de pie.
YANIRETH ISRADE / AGENCIA REFORMA

CIUDAD DE MÉXICO.- A pesar de los diferentes modelos, todos pertenecen a personas que padecieron violencia machista y se mantienen de pie.

Mujeres calzadas con tenis, botas para la lluvia, zapatillas de ballet, pantuflas o sandalias son reunidas por la comunicadora y escritora Gabriela Rochín en el proyecto “Los zapatos de Catalina“.

Rochín conoció sus testimonios y escribió las historias que conforman un relato coral albergado en las plataformas de Facebook e Instagram.

Tras el primero, lanzado el 25 de noviembre de 2019 y que alude a una experiencia familiar, Rochín suma casi un centenar de textos. Y cada vez se añaden más.

“Ese texto lo compartí inicialmente con algunas mujeres cercanas a mi vida: amigas, compañeras, mis hermanas, etcétera, y tras compartirlo muchas me respondieron contándome sus propias historias”.

“A partir de ahí lo que hice fue pedirles permiso para escribir, transcribir de alguna manera lo que ellas estaban escribiendo o editarlo haciéndoles dos preguntas: ‘¿Qué hubieras necesitado que no tuviste?’ y ¿Qué agradeces ahora?”.

Después le llegaron historias no solo de México, sino también de países como Colombia, Uruguay, Argentina o España.

“Al nombrarlo cada mujer lo vive distinto; para algunas representará una liberación, otras después de nombrar esto por primera vez han enfrentado a sus agresores, unas en privado, otras en público. Hay mujeres que se alegran, otras empiezan a entrar en contacto entre ellas tan sólo por el hecho de darle un lugar a la historia: sí pasó.

Nuestras violencias sí pasaron y estamos aquí, estamos de pie y estamos nombrándonos”.

Cada historia de violencia es única

¿Cómo se entendió el ‘qué hubiera necesitado’ que planteas en la pregunta?, ¿Cómo lo entiende la mayoría?

Depende de cada historia, porque hay historias de violencia que duran 30 minutos y hay historias de violencia que duran 30 años.

De pronto hay mujeres que me contestan: ‘hubiera necesitado otra educación de entrada, hubiera necesitado sentirme valiosa, hubiera necesitado cierta contención familiar, que se hablara del tema’.

Hay mujeres que me responden: ‘hubiera necesitado un taxi para irme de ahí porque eran las cuatro y media de la mañana’ o ‘hubiera necesitado un abrazo o hubiera necesitado que aquella persona que se dio cuenta de lo que estaba pasando hiciera algo’.

“Los zapatos de Catalina” permite observar cuán generalizada es la violencia, que no distingue profesiones, generaciones o clases sociales.

“La violencia es transversal, y eso se vuelve más que evidente en este proyecto. Me ha tocado contar historias, lamentablemente de niñas desde 12 años, de 16, 17, hasta mujeres de la tercera edad. En cuanto una empieza a narrar, las otras vienen detrás”, dice Rochín.

” Yo no tenía idea de que iba a contar 100 historias. Empecé con una y luego otra y otra y otra que fue inspirando a otras. No es algo que esté generando yo: es un movimiento que existe, que es histórico y estamos muchísimas resonando y conectando con eso”.

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