Por KUKULKÁN
QUE Ana Patricia Peralta se va a tener que esperar hasta después del 15 de septiembre para tomar posesión como alcaldesa suplente de Mara Lezama Espinosa en el municipio de Benito Juárez, porque la encargada de despacho Lourdes Cardona Muza se encaprichó para no entregar el cargo el día 5 como mandata la ley, por el simple hecho de que la dejaron fuera del Comité Ejecutivo Estatal de Morena en el pasado proceso de selección interna y a cambio solicitó protagonizar el grito de independencia de México, por lo que el cambio amenaza con prolongarse hasta el día 20.
AL INTERIOR del cabildo hay molestia porque los regidores, cual correas de transmisión de poder, deberán validar callados porque ‘son órdenes del más alto nivel’ de que se le cumpla el capricho a la encargada de despacho, aunque se violente la ley, decisión que comienza a enrarecer la administración municipal que, como es sabido de todos, quedará bajo el control del líder moral del Partido Verde, Jorge Emilio González, como ha venido sucediendo en la última década. Mal comienza el gobierno de la 4T permitiendo no sólo transgresiones a la ley sino la primera abolladura a la máxima de: el pueblo pone, el pueblo quita.
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EL MISMO tipo de irregularidades se están cometiendo en los tiempos de la renovación del Congreso del Estado cuyos integrantes de la XVII Legislatura no asumirán el cargo el día sábado 3 de septiembre como establece la Constitución sino hasta el lunes 5, también ‘por instrucciones superiores’ y sin la posibilidad de reclamar, oponerse o contradecir, como si se tratara de un reinado no de una democracia donde los representantes populares, tanto regidores como diputados, se deben a los ciudadanos no a los intereses políticos de grupos.
SEGÚN Aristóteles (384-322 a. C.) existen tres formas ‘puras’ de gobierno: la monarquía, la aristocracia y la democracia, en razón del número de personas que integran el poder. La monarquía es el gobierno de una persona, la aristocracia de algunas personas escogidas y la democracia es el poder del pueblo; y cuando se suplanta el interés general por el interés particular de quienes gobiernan, la monarquía degenera en tiranía, la aristocracia en oligarquía y la democracia en demagogia.
LA GENTE que ha venido apoyando a Andrés Manuel López Obrador en Quintana Roo desde las elecciones de 2016 y lo ratificaron el pasado 5 de junio, tienen la esperanza de que se cumpla con acabar con todas esa ‘lacras’ del viejo régimen; no se puede seguir privilegiando a quienes fueron colaboradores del saqueo del patrimonio estatal cometido por los dos últimos gobiernos priistas que encabezaron Félix González Canto y Roberto Borge Angulo. El Presidente ha sido el principal promotor para el combate a la corrupción y ya no se puede usar el poder para hacer negocios particulares, esa es la esencia de la Cuarta Transformación, separar los bienes públicos de los bienes privados.
LOS ‘servidores públicos’ no son otra cosa más que empleados del pueblo, no los dueños o gerentes de la administración pública. Su sueldo se paga con los impuestos que todos pagamos. Así que lo que les exige la sociedad es ponerse a resolver los graves problemas de inseguridad, movilidad, incertidumbre jurídica sobre las operaciones inmobiliarias y la falta de diversificación económica para acabar con la brecha de desigualdades entre el norte y el sur del estado. Tampoco las licitaciones públicas de toda la proveeduría que emplea el gobierno del estado para su operación diaria, deben seguir repartiéndose entre compadres, amigos o familiares.
EL GOBIERNO que entrará en funciones la medianoche del próximo 25 de septiembre, no tendrá el pretexto de responsabilizar al gobierno que le antecedió de los conflictos que comiencen a surgir cuando asuma el mandato ya que el trámite de la entrega recepción se ha dado con absoluta cordialidad, civilidad política, sin objeciones y ambas partes han firmado de conformidad toda la documentación entregada por el gobernador saliente de Carlos Joaquín González a su sucesora. Con el 20 por ciento de apoyo que obtuvo del total del padrón de votantes, a la nueva gobernadora le urge legitimarse con el otro 80 por ciento que no votó por ella o que simplemente no votó, con acciones contundentes que desde el primer día convenzan a la sociedad de que la transformación llegó a Quintana Roo. De lo contrario, será demagogia.
