Por SALVADOR RAMOS BUSTAMANTE
Estábamos en Moscú en 1990, en el congreso de la FSM, el que ni siquiera inauguró Mijaíl Gorbachov, presidente de la URSS, demostrando desprecio por la clase obrera.
Delegados de todo el mundo, exhortaban a los soviéticos a no abandonar el socialismo.
La traición a la humanidad estaba en marcha. Un año después, estábamos en un evento en Cuba, cuando el comandante Fidel anunció que tenía información del derrumbe de la URSS.
Vino la catástrofe, la descomposición acelerada, el saqueo de sus riquezas, el capitalismo salvaje, cómo bestia, devorando la revolución de Lenin y el desastre de Stalin.
Los enemigos del socialismo, anunciaron el fin de la historia, de la lucha de clases. El bienestar para toda la humanidad.
No paso mucho tiempo, el imperialismo yanqui y sus aliados, reforzaron, sus mecanismos de denominación, de guerra y saqueo, aceleraron la desintegración de la URSS, esa política perversa, explica la guerra de Ucrania, pretendieron instalar la OTAN a las puertas de Rusia.
La geopolítica ha cambiado. Rusia y China, mantienen una alianza militar. Hay repudio mundial, al capitalismo salvaje, culpable de la desigualdad social, de las migraciones en todas las naciones, la pandemia, el deterioro al planeta, la inflación, las guerras comerciales, el narcotráfico y la violencia, en el mismo centro de sus ciudades.
Millones de seres humanos, reclaman, un nuevo orden económico, respeto a los derechos humanos, a la vida y a la libertad.
Gorbachov, muere cómo un traidor a la humanidad. La historia no perdona, es impecable y severa.
