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El PAN se disfraza de salvador: la farsa azul en busca de votos LA HIPOCRESÍA azul vuelve a escena, y esta vez con una función especial desde Aguascalientes, uno de los últimos refugios panistas en el país. En su Reunión Plenaria de Senadores, el Partido Acción Nacional (PAN) se llenó la boca con discursos grandilocuentes sobre la defensa de las familias mexicanas. Sí, los mismos que durante décadas ignoraron a los más vulnerables ahora se ponen la capa de salvadores. EL SHOW comenzó con Jorge Romero, el mismo que ha convertido la retórica hueca en un arte, asegurando que el PAN ahora sí se dedicará a proponer y no sólo a criticar. ¿Y cuáles son esas grandes propuestas? Pues nada menos que la defensa de los derechos de las familias mexicanas, un giro que sólo podría explicarse por la desesperación de un partido que ha perdido credibilidad. Lo curioso es que mientras hablaba de “subirle el volumen” a estos temas, lo único que ha hecho en los últimos años es subirle el tono a las críticas contra la 4T, sin lograr conectar con el pueblo que simplemente ya no les cree. EL ACTO principal estuvo a cargo de Ricardo Anaya, a quien presentaron como el gran líder parlamentario que ayudará a llevar al PAN de regreso al poder. En un discurso que olía a estrategia electoral y desesperación, Anaya recordó que en el último periodo de sesiones, los panistas votaron a favor de iniciativas para la defensa de las comunidades indígenas y afromexicanas, así como el aumento al salario mínimo de la clase trabajadora. ¡Qué conmovedor! Lástima que no fue por convicción, sino porque esos sectores les negaron el voto en elecciones pasadas. AHORA, con las elecciones en el horizonte, pretenden disfrazarse de benefactores y recuperar el apoyo de aquellos a quienes históricamente han marginado. Pero la ironía no terminó ahí. En un arranque de amnesia selectiva, Anaya también anunció que el PAN luchará por reducir el precio de la gasolina. Sí, leyó bien. El mismo partido que ignoró por años esta demanda cuando estuvo en el poder, ahora la usa como bandera. Quizás olvida que durante los gobiernos prianistas, un alto funcionario justificó los aumentos asegurando que “los pobres ni carro tienen”. Pero ahora, con los votos en juego, se rasgan las vestiduras por el bolsillo de la gente. Un espectáculo tan predecible como patético. POR SUPUESTO, el PAN también prometió enfrentar a Morena con toda su fuerza. La agenda legislativa que presentaron está llena de referencias a la inseguridad, la crisis de salud y la falta de crecimiento económico. Suena bien en el discurso, pero la realidad es que, cuando tuvieron la oportunidad de cambiar el país, prefirieron beneficiar a sus amigos empresarios antes que a las familias mexicanas. ¿Y ahora esperan que les crean? Difícil. Más allá del espectáculo de la plenaria panista, es evidente que Acción Nacional sigue sin entender lo que necesita la gente. Se enfocan en discursos reciclados, en promesas que no convencen a nadie y en una estrategia que suena más a desesperación que a una verdadera alternativa.  SI REALMENTE quisieran ser opción para las familias mexicanas, tendrían que empezar por reconocer sus errores del pasado y proponer soluciones reales, no solo golpes mediáticos. El problema para el PAN es que el electorado ya no es el mismo. Los ciudadanos están más informados, más críticos y menos dispuestos a caer en las mismas trampas de siempre. Si el partido azul quiere recuperar la confianza de los votantes, tendrá que hacer mucho más que discursos altisonantes. De lo contrario, seguirán siendo solo eso: ruido sin sustancia, críticas sin propuestas y promesas vacías que nadie toma en serio. La plenaria panista dejó una sola conclusión clara: el PAN no ha cambiado, solo ha cambiado su estrategia. Siguen siendo los mismos de siempre, pero ahora con una nueva máscara electoral. ¿Les funcionará? Eso sólo el tiempo y las urnas lo dirán. Mientras tanto, el pueblo observa, juzga y, sobre todo, no olvida.

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