Seguramente sí es aquí

2121
Seguramente sí es aquí

XAVIER “XAVI” FLORES

Salvador Espriu es mi autor catalán favorito. Uno de los elementos principales de sus obras es el de la identidad catalana, que a su vez se puede interpretar como cualquier tipo de búsqueda de una identidad cultural arraigada en un territorio determinado. Ese sentido de pertenencia, o de querer pertenecer, es un sentimiento muy fuerte, ya que la mayoría de las personas tienden a sentir una conexión con un lugar, ya sea un país o una región, como el Caribe Mexicano. Espriu hace un trabajo fantástico al expresar esos sentimientos en todos sus escritos.

La obra que más me gusta de él es «La piel de toro» («La pell de brau», en catalán), que fue escrita durante una era en España de supresión de la identidad regional bajo el presidente Francisco Franco. Durante este régimen, los catalanes sufrieron la represión de su lengua y de cualquier forma de expresión de su identidad cultural, ambos profundamente vinculados a la región de Cataluña. En «La piel de toro», Espriu creó una analogía de las luchas de la identidad catalana con la de la diáspora judía sefardí, la Golah, durante la búsqueda de su tierra ancestral. Espriu llamó a esta tierra Sefarad, con base al nombre dado a la península ibérica por los judíos sefardíes, de ahí el gentilicio.

Esta obra en particular tocó una fibra profunda en mí la primera vez que la leí, hace muchos años, ya que me hizo considerar mis propios Sefarads, que, aunque varios, Quintana Roo continua el primero y el más grande para mí. También me hizo pensar en todas las demás personas que, teniendo la oportunidad de elegir, han hecho suya esta tierra. Aquellos que la amaron tan profundamente que buscaron dejar su huella, grande o pequeña, para quienes los siguieron. Aquellos que la amaron tan profundamente que buscaron hacer de ella un lugar mejor para ellos y para todos los demás.

Porque, seamos realistas, Quintana Roo es desde hace más de 120 años un lugar difícil para sobrevivir, y cuyas riquezas, a pesar de ser abundantes, no son fáciles de cosechar. Las selvas verdes y exuberantes, las aguas turquesas y las arenas blancas se ven bien en los folletos de hoy para que los turistas de todo el mundo vengan a visitar, pero labrarse un futuro a partir de esa abundancia requiere carácter, tesón y verdadero amor por la tierra. Como dijo un residente nacido en el extranjero, hace muchos años: «[aquí] las calles están pavimentadas con huesos de los sueños de aventureros en busca de fortuna». (Algo así, ya que es un recuento de segunda mano de la cita, pero se entiende la idea).

SI POR MAR

Aparte de sus descendientes, quienes conocen el nombre de Pedro J. Cervera, lo conocen sólo como uno de los principales integrantes del movimiento Proterritorio. Fue su secretario fundador y, según algunos historiadores, la persona que intercedió directamente ante el presidente Lázaro Cárdenas, a principios de la década de 1930, para que Quintana Roo fuera de una vez por todas reconocida como una entidad independiente. En ese momento, era una tierra de nadie que estaba siendo nuevamente disputada por Yucatán y Campeche, ambos con plena estadidad para entonces.

Pedro era un personaje interesante, algo que sólo la tradición oral puede contarnos. Era una mezcla de Indiana Jones, James Bond y Ernest Hemmingway. Nacido en Veracruz de padres inmigrantes españoles, fue miembro del destacamento de la Marina que llegó con Othón P. Blanco en 1898 a la región. La historia de su vida involucró duelos de espadas; enfrentamientos armados con piratas ingleses, contrabandistas de maderas tropicales y combatientes cristeros; al menos un caso de cruzar a nado la bahía de Chetumal para evadir la persecución política; más intriga política; al menos dos familias, cuyos descendientes que aún se encuentran en la región se cuentan por centenares después de cuatro generaciones. Y según se cuenta, también muchas trasnochadas festivas y grandes cantidades de ron. Parece haber sido un tipo muy a todo dar.

Sin embargo, lo que más me interesa de la vida de Pedro es que, lo que lo unía a la tierra no era la riqueza que explotaba de ella. Fue amor. A pesar de las luchas que enfrentó, o quizás gracias a ellas, estaba profundamente arraigado a Quintana Roo, y todas esas «aventuras» fueron el resultado de su pasión por dejar una huella positiva. Gracias a sus esfuerzos, junto con sus compañeros Proterritoriales, Quintana Roo se convirtió por última vez en una entidad separada y eventualmente en un estado independiente. ¡Bien jugado, Pedro!

SI POR TIERRA

En 1944, apenas nueve años después de establecerse por última vez el Territorio de Quintana Roo gracias al movimiento Proterritorio (tan sólo se convertiría en Estado en 1974), llega a la región Valentín Terrazas Zapata. Entonces era un joven soldado de infantería en el Ejército y había sido asignado a una de las regiones más remotas y hostiles del país: el sur de Quintana Roo. No venía con más intenciones que cumplir con su rotación para poder irse después; en cambio, terminó quedándose. Se casó con una muchacha del lugar, y con ella formaron una familia numerosa, hoy considerada una de las más antiguas de Chetumal. Valentín, quien era originario de Coahuila en la frontera opuesta del país, quedó cautivado por la región y la adoptó con fuerza. De tal forma que, una vez retirado del Ejército, dedicó su vida al estudio de la cultura maya, escribió y publicó un libro sobre el calendario maya y sus matemáticas, y fue miembro fundador activo y ferviente partidario del Movimiento de Unificación Quintanarroense, el MUQ, a principios de la década de 1980. Esta institución fue creada por gente local con el objetivo de que la administración de la comarca estuviera no a cargo de foráneos, sino en manos de los propios quintanarroenses, gente cuyo corazón y vida veían en esta región su «Sefarad». Valentín se había convertido en local y ésta era su tierra. La defendió hasta sus últimos momentos.

SI POR AIRE

A primera vista, se parece absolutamente a cualquier otro quintanarroense. Para ocasiones formales, se pone elegantes guayaberas y se le puede encontrar los domingos por la tarde paseando y comiendo marquesitas en la Explanada de Chetumal con su familia. Ignacio Alonso Velasco, «Nacho», es uno de los más devotos defensores de Quintana Roo que he conocido. Un total fanático por la igualdad, los derechos humanos y México, con Quintana Roo en particular. Nacho incluso creó una asociación civil llamada «Mexicanos de Corazón», que promueve la igualdad de trato legal para todos los que han elegido llamar a la región su verdadero hogar. Algo más que es digno de mención sobre Nacho: nació y creció en España, y después de más de 15 años de residencia en Chetumal, sólo por su acento hablado se puede decir que alguna vez ha vivido en otro lugar que no sea México. Habiendo podido elegir cualquier otro lugar para llamar hogar, incluida España, este brillante doctor en derecho (¡dos veces!) eligió estar en Quintana Roo. Un quintanarroense hasta la médula.

POSA’T LA PELL A L’ESQUENA

Mi poema favorito de «La piel del toro» es el número VII. Resume el sentimiento de pertenencia, de por qué algunos de nosotros elegimos amar una tierra hasta el punto de querer pertenecer allí y no a ningún otro lugar. El poema VII concluye así: «Por eso cuando alguien, de tanto en tanto se apresura, y con un ademán severo nos pregunta: ¿Por qué os quedáis aquí, en este país áspero y seco, lleno de sangre? Ciertamente ésta no es la mejor tierra que habéis encontrado a través del ancho tiempo de prueba de la Golah; nosotros, con una leve sonrisa que nos acerca el recuerdo de los padres y de los abuelos, respondemos sólo: en nuestro sueño, sí lo es.»

Con eso en mente, hoy también sueño con el Quintana Roo que puedo ayudar a construir. Con mi propia, simbólica, pequeña aportación. No estoy seguro qué, pero algo se me ocurrirá. Mientras forjo mi contribución, por ahora «anem fent…», o como se diría en quintanarroense coloquial, «ahí andamos…».

[Aunque mis piezas aquí en su mayoría no son geocéntricas y tienen un giro empresarial, la de hoy es un humilde homenaje a mi propia tierra, Quintana Roo, en conmemoración de los 120 desde su incepción.]

Xavier «Xavi» Flores es un ejecutivo hotelero y de finanzas inmobiliarias, y actualmente es socio y asesor de SevenTrainVentures, una empresa de inversión y desarrollo a startups y micro-emprendedores con enfoque en tecnologías aplicadas, con sede en Nueva York. Xavi es Licenciado en administración de empresas turísticas por la Universidad de Houston, en Texas, y obtuvo un MBA de ESADE Business School en Barcelona, España. Él es originario de Chetumal, Quintana Roo.

Te puede interesar: La tecnología cambia, otra vez