NIDO DE VÍBORAS

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Por KUKULKÁN

EN EL FASCINANTE universo de la política mexicana, el drama no cesa ni siquiera después de los comicios. Esta vez, los protagonistas son los partidos de oposición que postularon a Xóchitl Gálvez, quienes se empeñan en ver fantasmas de fraude donde no los hay. Resulta irónico y hasta cómico observar cómo, tras un aplastante triunfo de Claudia Sheinbaum, los derrotados se aferran a una narrativa de ‘elección de estado’ y ‘piso no parejo’, como si esto pudiera borrar la contundente realidad: más de 35 millones de mexicanos prefirió a la candidata de la Cuarta Transformación.

EL ESPECTÁCULO comenzó cuando, en un gesto de deportividad y reconocimiento, Gálvez llamó a Sheinbaum para reconocer implícitamente su derrota. No obstante, apenas unas horas después, tal vez regañada por los barones de su partido, salió con la bandera del fraude, olvidando convenientemente su propia aceptación de los resultados. Esta danza de hipocresía se replicó en Veracruz y Yucatán, donde los candidatos Pepe Yunes y Renán Barrera, respectivamente, se unieron al coro de la impugnación después de haber aceptado su derrota de manera pública.

ES EVIDENTE que la estrategia no busca justicia, sino mantener a sus seguidores enardecidos y desconcertados, perpetuando la narrativa de victimización. ¿Acaso olvidan estos señores la guerra sucia que desplegaron contra Sheinbaum? Acusaciones infundadas de nexos con el narcotráfico y otros ataques que, más que dañar a la candidata, exhibieron la desesperación y falta de propuestas de una oposición desconectada de la realidad del pueblo mexicano.

PERPLEJOS por la derrota, ahora los líderes de PAN y PRI —con una candidatura plurinominal asegurada en la bolsa— buscan culpables en todas partes menos en su propia incompetencia, mientras que algunos miembros de ambos partidos empiezan a admitir la verdad: sus candidatos no lograron conectar con el electorado. Apelaron a sectores que odian ciegamente a López Obrador, pero ignoraron a las clases populares y a una gran parte de la clase media. La derrota de estos personajes, más que un fraude, es el resultado de su incapacidad para entender y atender las necesidades del México real.

LA DERECHA mexicana parece no haber aprendido que el juego democrático implica reconocer tanto las victorias como las derrotas. Su insistencia en el fraude inexistente no sólo debilita su credibilidad, sino que también erosiona la confianza pública en las instituciones electorales, que ellos mismo dicen defender con la leyenda de que ‘el INE no se toca’. En lugar de fortalecer la democracia, esta táctica de desprestigio contribuye a una polarización aún mayor, perjudicando al país en su conjunto.

MIENTRAS tanto, la Cuarta Transformación continúa con su agenda, respaldada por una mayoría que busca cambios tangibles. Los retos no son menores y las expectativas son altas, pero con el respaldo de un mandato popular sólido, el gobierno de Sheinbaum tiene la oportunidad de implementar políticas que realmente reflejen las aspiraciones del pueblo mexicano. En lugar de buscar fraudes donde no los hay, PAN y PRI deberían centrarse en construir una alternativa viable y conectada con la realidad social del país, si es que desean tener un futuro político relevante. Al final, como bien reza el dicho, el éxito tiene muchos padres, la derrota siempre será huérfana.

@Nido_DeViboras