Mujeres que cuidan

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Haidé Serrano

Cuidar es asistir a alguien que lo necesita; es también proteger y dedicar tiempo al bienestar de esa persona. El acto de cuidar está presente en todas las etapas de nuestras vidas. Somos cuidadas todas las personas desde que nacemos para garantizar nuestra supervivencia. Nos asisten si enfermamos. Nos protegen si lo requerimos. Y las principales cuidadoras son nuestras madres, abuelas, hermanas, hijas, amigas, compañeras, parejas, esposas, amantes, es decir, las mujeres en nuestras vidas.

Lo que debería ser una tarea compartida por quienes integran la sociedad ha recaído en los cuerpos de las mujeres casi en su totalidad. Las estructuras patriarcales han asignado las tareas de cuidados a las mujeres de forma desproporcionada, de manera que se crean enormes desigualdades que impactan en la salud física, emocional y mental de las mujeres; las coloca en serias desventajas económicas que, en numerosas ocasiones, se convierte en violencia económica; el impacto a nivel social y personal es enorme.

De acuerdo con estadísticas de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las mujeres llevan a cabo el 75 por ciento del trabajo de cuidados en el mundo, un trabajo que no está remunerado y que no es reconocido.

En México, las cifras arrojan que el 75.1% de las personas que se dedican a brindar cuidados en los hogares son mujeres, quienes destinan en promedio 37.9 horas a la semana a los cuidados de menores de edad, personas con discapacidad o adultos mayores.

Históricamente, en las sociedades patriarcales, como la mexicana, se ha hecho creer a las mujeres que asumir las tareas de cuidados es parte de su “naturaleza”, que es su energía femenina la que las apremia a servir gratuita y desinteresadamente a los demás, en sus papeles “naturales” también de madres, hijas o esposas.

Esta asignación de tareas no es casual ni inocente, responde a un sistema patriarcal y capitalista que obliga a más de la mitad de la población a desempeñar gratuitamente trabajos que debieran ser remunerados. En México, el valor económico de este trabajo asciende, según el IMCO, a 7.2 billones de pesos en el 2022; y en el 2019, significó el 21.7 del Producto Interno Bruto.

La sobre carga de trabajo impacta la vida de las mujeres en diversos grados de gravedad. Habrá que observar a la luz de la interseccionalidad las diversas consecuencias de esta desigualdad. En algunos casos, se verán obligadas a aceptar trabajos en la informalidad, otras suspenderán sus estudios, renunciarán a sus empleos, tal vez nunca lleguen a estudiar o salgan de una situación de pobreza. En todos los casos, estarán en vulnerabilidad económica.

Todas, todos y todes, quienes participamos en la sociedad, estamos obligadas a reflexionar acerca de las personas que nos cuidan y a quienes cuidamos. No dar por sentado que ese trabajo invisible es trabajo único de las mujeres sino responsabilidad de todos.

El cuidado es un derecho humano que es responsabilidad también del Estado y que requiere un cambio profundo de nuestras creencias y valores, porque mientras siga recayendo en las mujeres, las desigualdades continuarán.

La presidenta de México Claudia Sheinbaum dio a conocer hace unos días la construcción en Ciudad Juárez de 12 Centros de Educación y Cuidado Infantil, que forman parte del Sistema Nacional de Cuidados comprometido desde su campaña. Alcanzar la cobertura en todo el país se ve lejana aún, pero al menos se dio ya este primer paso.

@HaideSerrano es maestra en Género, Derecho y Proceso Penal y licenciada en Ciencias de la Comunicación. Dirige y conduce Feminismos en Corto sin Tanto Rollo. Es autora del libro “Mujeres líderes en la pandemia”. Columnista en Luces del Siglo y Milenio. Conductora de Luces del Siglo El Podcast. Consejera del Consejo Coordinador de Mujeres Empresarias de Quintana Roo.