- Las creaciones de María Rosario Mendoza Verduzco se comercializaron en México; sin embargo, su crecimiento se reflejó hasta en Francia.
LUPITA AGUILAR / AGENCIA REFORMA
CIUDAD DE MÉXICO.- Agradecida con Dios y con la vida, la diseñadora María Rosario Mendoza Verduzco se considera bendecida por contar tanto con una familia sólida como con un trabajo que le ha permitido crecer y apoyar a otras mujeres que, como ella, están enamoradas de su País.
“A mi manera, he tejido hilos mágicos con los colores de México. Mezclar moda, cultura y el arte de los pueblos originarios ha sido mi pasión.
“Muestro la riqueza artesanal de México en prendas que hablan de costumbres, raíces y tradiciones de las cuales me siento profundamente orgullosa”, destaca la fundadora de la marca de moda internacional TAKASAMI, afincada en Guadalajara, Jalisco.
La ganadora de un Emmy por la creación del vestuario para los Juegos Panamericanos de 2011 asegura que trabaja en lo que sabe hacer y le satisface.
“Además, ¡me premian!”, festeja la creativa, cuya trayectoria de 40 años es respaldada por premios como el Women Together Awards, otorgado por la ONU en 2017 por elevar el textil mexicano al ámbito internacional y promocionar valores éticos, filosóficos y morales de su País.
La Medalla al Mérito Industrial, así como el Ave de Plata otorgada por el Gobierno de Jalisco, también la reconocen como una mujer fuera de serie.
Con infatigable devoción, la “Dama de la Manta” ha logrado compartir tradición y calidad de vida a mujeres y familias de una forma sencilla y natural.
“Me inicié con el diseño y producción de accesorios. Mezclé barro con piel, piedras naturales, jade, turquesas, ojo de tigre. enriquecí con plata”, dice con el recuerdo de ensartar collares con chaquiras, armar sombreros y hacer tocados.
Sus creaciones se comercializaron en México; sin embargo, su crecimiento se reflejó hasta lugares como Galerías Lafayette, en Francia.
“Los collares hechos con bolas de barro canelo, ese que cuando lo mojas huele a ‘tierra mojada’; el de los jarrones para el agua, y hasta los jarritos miniatura multicolores, que eran un homenaje a esas maravillosas manos de nuestros artesanos tapatíos, también se vendieron y nos representaron”, cuenta la embajadora de las artes populares.
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