- Desde Chalco, Estado de México, la presidenta Sheinbaum indicó que la Gobernadora Delfina Gómez, ‘no ha sido tocada por la soberbia ni la petulancia’.
FELIPE VILLA
CHALCO, ESTADO DE MÉXICO.- Entre aplausos y vítores, la presidenta Claudia Sheinbaum inauguró el nuevo plantel de la Universidad Nacional Rosario Castellanos (UNRC) en Chalco, pero el acto académico terminó convirtiéndose en un mensaje político de fondo. Frente a estudiantes, funcionarios y medios, la mandataria eligió a Delfina Gómez como el modelo de gobernante que el movimiento de la Cuarta Transformación busca consolidar.
“Me da mucho gusto estar con Delfina Gómez, nuestra gobernadora del Estado de México, una mujer extraordinaria, honesta, trabajadora y que nunca olvida de dónde vino. A ella no le ha llegado ni la soberbia ni la petulancia que luego les llega a algunos gobernantes”, dijo Sheinbaum al abrir su discurso.
Más allá del reconocimiento personal, el elogió fue interpretado como una señal política interna hacia gobernadores y gobernadoras de Morena, y hacia los aspirantes a suceder a 17 de ellos en 2027.
Con claridad, la presidenta trazó el perfil que espera de los nuevos liderazgos: honestidad, sencillez y cercanía con el pueblo, en contraste con los signos de soberbia y desconexión que, sin mencionar nombres, advirtió entre algunos funcionarios.
En un tono más emotivo que institucional, Sheinbaum se refirió a Delfina Gómez como “una mujer del pueblo”, reforzando la narrativa de que el poder debe servir, no elevar, lo que resonó como un mensaje al interior del movimiento: el carisma popular y la humildad siguen siendo moneda de legitimidad.
Los otros reconocimientos
La presidenta ha sido generosa en elogios hacia mandatarios morenistas. A Marina del Pilar Ávila, de Baja California, la ha descrito como “una mujer a la que la gente quiere mucho”; a Salomón Jara, de Oaxaca, lo llamó “un gran gobernador”; y a Evelyn Salgado, de Guerrero, le reconoció “la enorme coordinación” y su trabajo al frente del estado.
También ha extendido su respaldo a Rubén Rocha Moya, de Sinaloa (“Lo está haciendo bien”), a Mara Lezama, de Quintana Roo (“Lo está haciendo muy bien”), y a Alfonso Durazo, de Sonora, de quien ha dicho que “es muy trabajador” y “un muy buen gobernador”.
Sin embargo, ninguno de esos elogios había tenido el peso simbólico del que dedicó a Delfina Gómez, por la forma en que subrayó su origen humilde y su integridad personal, contraponiéndola a otros perfiles que, según dijo, se dejan marear por el poder.
Ex maestra, secretaría de Educación y hoy primera gobernadora del Estado de México,
Delfina Gómez representa para Sheinbaum la narrativa de la transformación social desde abajo, una historia que refuerza el discurso presidencial de que el liderazgo debe conservar el vínculo con el pueblo.
En la UNRC, rodeada de jóvenes universitarios, la presidenta encontró el escenario perfecto para recordar el sentido original del movimiento: educación, servicio y humildad. En su frase más comentada —“A ella no le ha llegado ni la soberbia ni la petulancia que luego les llega a algunos”— Sheinbaum definió el tono del nuevo liderazgo que pretende moldear.




