- Lachatao, documental de Natalia Bruschtein, refleja el intento de una comunidad de la Sierra de Oaxaca por preservarse, ante la pérdida paulatina de su población.
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CIUDAD DE MÉXICO.- Lachatao, documental de Natalia Bruschtein, refleja el intento de una comunidad de la Sierra de Oaxaca por preservarse, ante la pérdida paulatina de su población.
Santa Catarina Lachatao, ubicada en la Sierra Norte de Oaxaca, tenía una población de mil 500 habitantes hace unos años y ahora suma unos 200, porque sus pobladores se ausentan de la comunidad para estudiar y trabajar.
Los que permanecen, como lo refleja el filme, apelan a la comunidad y a la defensa de sus costumbres y de su identidad, de manera particular desde la escuela comunitaria, cuyo proyecto la cineasta se interesó al principio en difundir, para luego concentrarse en la cotidianidad de niñas, niños y jóvenes.
En esta escuela, sostenida con el trabajo de maestros voluntarios y aún no reconocida por la SEP, se enseña ortografía y oratoria, pero también zapoteco y el cuidado de la tierra, para su cultivo, entre otros saberes tradicionales.
“Me parecía interesante que (la película) tuviera que ver con el día a día de los niños, cómo van viviendo las relaciones y cómo van viviendo lo que pasa en la comunidad”, dijo Bruschtein, tras presentar este martes su película en la Cineteca Nacional.

La cineasta recuerda su sorpresa al no escuchar berrinches en Lachatao.
“Fue lo primero que me impactó. Estuve una semana haciendo un videíto y durante toda la semana que estuve no escuché un solo berrinche de niño.
“Y eso me impactó mucho, porque habla de la relación y el vínculo que hay con los niños, la importancia de entender que todo lo que hacemos hoy repercute en el futuro y ese futuro son nuestros hijos y me hizo replantear qué es calidad de vida”.
La película, ajena al folclorismo, explora precisamente una propuesta de calidad de vida no sustentada en el consumo de objetos materiales.
“Una de las mamás de la comunidad me decía que estuvo 6 años en Estados Unidos y trabajaba y tenía comodidades, pero no tenía tiempo para disfrutarlas.
“Me decía: (ahora) no tengo la “calidad de vida” que podría tener, pero tengo tiempo para estar con mis hijas y para poder cuidarlas, y no tengo que pagar por nada: nosotros producimos lo que comemos”.
Esta riqueza, tan preciada para los pobladores, es la que transmite Bruschtein en el documental apoyado por Eficine que se estrena en salas a partir del 9 de octubre.