Elmer Ancona Dorantes
Da risa ver en las redes sociales a los ultraconservadores del catolicismo, afirmando que el Papa Francisco se ha de estar rostizando en los mismos infiernos por todo el mal que le hizo a la Iglesia.
De entrada, me parecen demasiado vanas, inútiles y ociosas sus apreciaciones -por no decir mediocres e ignorantes-, al no querer entender que cada Pontífice cumple una misión específica aquí en la tierra. Ahora le tocó a un jesuita.
Más allá de sus yerros o gustos personales, más allá de sus posicionamientos y puntos de vista muy particulares -que todos han tenido-, en cada Papa prevalece el sentido de Iglesia, esto es, la Doctrina y la influencia del Espíritu Santo.
Cabe aclarar que hablo como católico, como creyente cristiano, sin importar que me haya gustado o no el papado de Francisco, por el simple hecho de que no haya seguido, al pie de la letra, los cánones, reglas y normas del Colegio Cardenalicio.
Hay muchas cosas que no me agradaron de este Papa, por supuesto, principalmente algunas declaraciones demasiado arriesgadas que hizo sobre la figura de Nuestro Señor Jesucristo, sobre su crucifixión, a la que calificó de un “fracaso”.
Y así como estas, otras más que cimbraron las estructuras mentales de muchos católicos tradicionalistas, conservadores, doctrinarios, que terminan espantándose por todo.
Sobre todo, porque esas declaraciones hechas por el Papa Francisco abonaron o alentaron el pensamiento “progresista” del ala izquierdista dentro del Vaticano, que apoyan a ultranza posicionamientos a favor de las comunidades homosexuales, por tan sólo poner un ejemplo.
Eso no gusta al mundo del catolicismo conservador que considera que la Doctrina de la Iglesia debe ser intocable, inalterable, inmaculada. Lo que tendríamos que ver aquí es que, una cosa es la Doctrina y otra cosa es una declaración cotidiana de un Pontífice o de cualquier prelado.
Lo que haya dicho mal o bien el Papa Francisco ante los medios de comunicación es de carácter personal, y los católicos están en su derecho de encabronarse con sus palabras.
Muy diferente es lo que dice un Pontífice al escribir una encíclica o un documento papal de carácter oficial, institucional, que pasa por varias manos, por varias comisiones, por varios cardenales, por diversos estudiosos aun siendo laicos, para tener su aprobación.
No se debe olvidar que, pese a todos sus tropiezos humanos, los papas tienen una elevada dosis de inspiración espiritual, emanada del Espíritu Santo, que no permite que se altere el pensamiento evangélico.
Los Borgia fueron asquerosamente mundanos -por decirlo de alguna forma-; otros papas estuvieron muy apegados al racionalismo y al materialismo; otros más al progresismo religioso, pero la Iglesia ha prevalecido a través de los tiempos, tal y como profetizó el mismo Jesucristo.
Incluso, en la Iglesia Católica han surgido antipapas que se han sentado en el Trono de Pedro, que han generado convulsiones internas, pero que no lograron terminar con la institución creada por Jesucristo. De los cismas y rupturas mejor ni hablamos.
Que el maligno tiene metida la cola hasta la garganta de la Iglesia, es un hecho. Los mismos papas lo han reconocido públicamente, incluyendo a Francisco que lo admitió recientemente.
Los católicos, a fin de cuentas, debemos seguir orando por nuestros representantes aquí en la tierra, sean religiosos, sacerdotes, obispos, arzobispos, cardenales o papas.
¿Que se viene el fin de los tiempos con el próximo Papa? Son paparruchadas que sólo difunden los que creen en las teorías de la conspiración y esparcen por todos lados.
Lo cierto es que, para la Iglesia misma, vienen cambios muy profundos que podrían cimbrar sus estructuras internas, por las transformaciones e intereses geopolíticos que predominarán en las próximas décadas.
Hay que estar preparados como católicos, eso sí, porque se viene un derrumbe total de las viejas creencias políticas -infierno llama al infierno-, donde prevalecerá un Nuevo Orden que a muchos no va a gustar.
Lo cierto es que la Iglesia -los representantes de Dios aquí en la tierra, junto con los fieles católicos-, prevalecerá hasta el fin de los tiempos. Que Dios nos agarre confesados.
@elmerando