Por KUKULKÁN
NO HAY experiencia más nacional que aventarse una autopista de cuota en este país: tomas tu vehículo, te armas de valor, haces fila en la caseta, pagas un peaje del tamaño de una renta baja y arrancas… directo al slalom de cráteres, conos abandonados y señalización en idioma marciano. Todo por cortesía de un modelo que debería ser sinónimo de infraestructura de primer mundo, pero que funciona como una ruleta rusa con boleto caro.
Y SIN EMBARGO, los números cuentan otra historia, una muy lucrativa: más de 53 mil millones de pesos fueron recaudados entre septiembre de 2023 y junio de 2024 por las autopistas operadas por CAPUFE. De ese pastel, más de 34 mil millones provinieron de pagos en efectivo en casetas y otros casi 19 mil del telepeaje. ¿A dónde va todo eso? Al Fondo Nacional de Infraestructura, nos dicen, ese sitio mítico que aparentemente guarda dinero para el futuro de nuestras carreteras… pero que no se refleja en el presente.
¿LE SUENA la México-Querétaro? Generó casi 6 mil millones de pesos en ese lapso. ¿La México-Puebla? Más de 3,400 millones. ¿La Cuernavaca-Acapulco? Cerca de 2,100 millones. ¿Y las condiciones de esas rutas? Bueno, mejor no las recorra de noche. Ni con llantas nuevas.
AHORA, en un arranque de cordura institucional —y probablemente con presión de una ciudadanía cada vez más harta— un grupo de senadores del Partido Verde se puso a trabajar. Virgilio Mendoza, Manuel Velasco y otros lanzaron una propuesta que pretende modificar la Ley de Caminos, Puentes y Autotransportes Federales para que los concesionarios de autopistas y carreteras, escuche usted bien, hagan su trabajo.
SIIIIÍ, AUNQUE suene absurdo: se busca que quienes cobran por usar una carretera estén obligados a mantenerla en buen estado. ¡El descaro! También quieren inspecciones, transparencia tarifaria, sanciones del 20% si no cumplen con el mantenimiento, y que el peaje baje automáticamente si la vía está hecha pedazos. Ideas de otro planeta, parece, pero no: son para México, 2025.
PORQUE lo que tenemos ahora es un club selecto de operadores —Pinfra, ICA, Aleatica, FONADIN y el omnipresente CAPUFE— que cobran, gestionan y, en muchos casos, se olvidan. Y mientras los tramos se caen a pedazos, los usuarios pagan religiosamente. Y los accidentes se acumulan. Más de 3,500 sólo en el primer trimestre de 2024. Casi 500 muertos. Más de 1,600 heridos. Pero eso sí: el sistema de cobro nunca falla.
EL GRAN problema es que, en este país, el servicio es lo de menos. Lo importante es la concesión, el contrato, el flujo de caja. Que la carretera funcione como una caja registradora, no como una vía segura. Que el usuario se acostumbre a pagar mucho por poco. Y que, si se queja, lo atienda un chatbot que promete canalizar su reporte… al buzón del olvido.
ASÍ QUE, si ve que el Senado se pone serio con esta iniciativa, no lo eche en saco roto. Si se aprueba —y si se aplica, que es otro cantar— podríamos empezar a ver un cambio en el modelo. Tal vez se deje de premiar a quienes hacen del abandono su negocio y se empiece a poner orden donde sólo hay libre mercado para unos cuantos.
MIENTRAS tanto, siga usted circulando con cuidado, cruzando los dedos, esquivando baches y leyendo bien los recibos. Porque en las autopistas de cuota mexicanas, uno nunca sabe si va al volante… o simplemente al volanteo.