Por KUKULKÁN
RICARDO Salinas Pliego, el magnate que se pasea por las redes como si fuera un Robin Hood con WiFi, vuelve a ser noticia… aunque no precisamente por su filantropía. Resulta que TV Azteca, la joya de su corona mediática, tiene una pequeña deuda de 580 millones de dólares en Nueva York. Sí, leyó usted bien: quinientos ochenta millones. No es un error de dedo. Es apenas el nuevo capítulo del eterno drama de “los ricos también lloran”, pero con menos lágrimas y más evasivas judiciales.
LA DEMANDA fue revivida este 11 de julio ante la Corte del Distrito Sur de Nueva York, donde los acreedores —ya desesperados por cobrar lo suyo— le exigen el pago de unos bonos que desde 2021 están más abandonados que un reality show sin rating. Los bonos se emitieron en 2017, con vencimiento en 2024, pero parece que en Azteca se les olvidó el pequeño detalle de pagar. ¡Ups!
CLARO, TV Azteca dice que todo va bien, que no hay prisa, que el caso puede avanzar “en tiempos ordinarios”. ¡Qué conveniente! Uno se pregunta si esos “tiempos ordinarios” son como los de Elektra cuando se trata de pagar impuestos: décadas. Porque mientras en Nueva York lo buscan para que pague, en México el SAT y la SCJN le tienen preparada una factura que parece guion de película de terror fiscal: 28 mil millones de pesos exigibles de inmediato, más intereses, más multas, más lo que se acumule esta semana.
Y NO ES por ser alarmistas, pero eso es casi el presupuesto de un estado pequeño. Pero don Ricardo, fiel a su estilo de empresario moderno (léase: quejumbroso en Twitter y con más abogados que empleados sindicalizados), se la pasa argumentando que todo es un complot, un abuso del poder… pero jamás una falta de pago.
Y ESO que el señor figuró en la revista Forbes como uno de los más ricos de México. Claro, gracias en gran parte a un modelo de negocios que incluye créditos con intereses usureros en Elektra, televisores a 24 meses con pagos eternos, y una televisión que más que informar, distrae. Ah, y no olvidemos a sus empleados, que han denunciado condiciones laborales dignas del siglo XIX.
PERO en las redes él es un rockstar: presume helicópteros, cenas caras y su irreverente desprecio por todo lo que huela a gobierno. Viva la libertad… empresarial, por supuesto. Es curioso cómo Salinas Pliego exige puntualidad y compromiso a sus clientes, pero a la hora de pagar sus propios compromisos se vuelve un experto en el arte del retraso. Un verdadero maestro del “ahorita”. Pero cuando le toca pagar, entonces sí saca todo su arsenal de recursos legales, amparos, y discursos libertarios de bolsillo.
EN RESUMEN, tenemos a un empresario que construyó un imperio sobre los hombros de millones de mexicanos endeudados, que evade el fisco como si fuera deporte nacional, y que ahora enfrenta a los tribunales de Nueva York por una deuda que, a este paso, va a terminar en Netflix como serie documental. Lo único que falta es que quiera cobrar el acceso.
ASÍ QUE SÍ, la pantalla chica tiene una deuda muy grande. No sólo económica, sino también moral. Y es que mientras muchos mexicanos siguen atrapados en los ciclos de deuda de Elektra o viendo la telenovela del noticiero de Azteca, el señor Salinas sigue libre, millonario y sarcástico en X (antes Twitter), burlándose de todos menos del sistema que lo hizo multimillonario. Pero no se preocupe, seguramente en su próxima publicación nos recordará que los que no pagan son unos irresponsables. Ironías del capitalismo, versión tropical.