- En un evento calificado como un “hecho histórico”, se puso en marcha la iniciativa del Corredor Biocultural Gran Selva Maya, un proyecto que une a México, Guatemala y Belice.
STAFF / LUCES DEL SIGLO
BELÉM DO PARÁ, BRASIL.- En un evento calificado como un “hecho histórico”, se puso en marcha la iniciativa del Corredor Biocultural Gran Selva Maya, un proyecto que une a México, Guatemala y Belice en la protección de una de las selvas tropicales más vitales del mundo.
La iniciativa fue impulsada y reconocida por los líderes de las tres naciones: Bernardo Arévalo, Claudia Sheinbaum Pardo y John Briceño.
Alicia Bárcena, secretaria del Medio Ambiente y promotora del proyecto, destacó que, a diferencia de otras fronteras, la zona limítrofe entre estos tres países no está marcada por muros.
“Sino por un corredor de gente, un corredor de naturaleza, de biodiversidad, marcando un verdadero cambio de paradigma donde la región maya vuelve a encontrarse”.
La magnitud de la acción radica en la voluntad unificada de las tres naciones para un proyecto común, que busca salvar la Gran Selva Maya, la cual representa 12 por ciento de la biodiversidad mundial.
La región es un punto de encuentro entre las zonas neártica y neotropical, albergando más de siete mil especies en las 5.7 millones de hectáreas propuestas para protección.
“Somos tres países que hemos unido nuestras voluntades para hacer un proyecto común y eso sí que es único, es excepcional,” afirmó, con la aspiración de que la Selva Maya se convierta en un “bosque para siempre”, alineándose con iniciativas globales como la de la Amazonía.
Más allá de la protección de ecosistemas críticos y la captura de carbono, el corazón del proyecto son las más de dos millones de personas que habitan la selva.
La visión es integrar una perspectiva ecológica, ambiental y humanista, reconociendo a las comunidades como los guardianes históricos de la Selva Maya.
“No somos nosotros los que vamos a solucionar el problema de la Gran Selva Maya, sino la gente que vive ahí,” señaló Alicia Bárcena.
Por ello, un instrumento fundamental será el Programa de Pago por Servicios Ambientales (PSA), asegurando que las comunidades reciban una remuneración justa por la conservación que brindan.
Se hizo un llamado a utilizar los saberes tradicionales y a poner a disposición de los pueblos la cooperación internacional.
La iniciativa también aborda desafíos como la seguridad en la zona y la necesidad de personal permanente en el territorio para apoyar a los guardianes comunitarios.
Un principio rector es la consulta previa e informada a las comunidades, siendo un requisito indispensable para cualquier proyecto (turístico, económico o agrícola) en la Gran Selva Maya.
Además, se convocó a la protección del maíz nativo como “la raíz de nuestros pueblos,” el cual tiene sus mayores variedades (las 57 conocidas) en el sureste mexicano, Guatemala y Belice.
Se promueve la milpa y la gestión forestal comunitaria, así como la lucha contra los incendios provocados.
Se hizo un llamado a ampliar la visión del Corredor para incluir a toda la Península de Yucatán y extender los esfuerzos hacia Oaxaca.
También se enfatizó la necesidad de financiamiento para dar valor a la preservación y evitar la venta de tierras ejidales y comunales para proyectos inmobiliarios o turísticos.
Alicia Bárcena manifestó su emoción por el proyecto, al considerarlo un regreso a los orígenes y un fortalecimiento de la autonomía de los guardianes de la selva.
Se espera que el convenio sea firmado y puesto en marcha a la brevedad, asegurando que el financiamiento no será el problema, sino la unión de voluntades y el apoyo de las comunidades.




