- Entre aplausos y frustraciones: el lento camino legislativo de México para proteger las remesas mexicanas en EE. UU.
FELIPE VILLA
CIUDAD DE MÉXICO.— En los pasillos del Congreso estadounidense, una delegación plural de senadores mexicanos desplegó una maratónica agenda diplomática con un objetivo urgente y simbólico: revertir el impuesto del 5% a las remesas propuesto en el paquete fiscal de Estados Unidos.
Aunque lograron una reducción preliminar al 3.5%, el propósito esencial —eliminar completamente el gravamen— sigue sin materializarse. El trabajo de la comisión especial se topa, una vez más, con el muro del pragmatismo político estadounidense y la limitada influencia de la diplomacia parlamentaria mexicana.
La delegación, encabezada por Ignacio Mier Velazco y compuesta por legisladores de todos los partidos, mostró unidad en el discurso y empatía con los migrantes. Pero más allá de los gestos de solidaridad y las rondas de reuniones con figuras clave como los senadores Mark Kelly y Rubén Gallego, el saldo concreto sigue siendo insatisfactorio: el impuesto sigue en pie, aunque levemente reducido.
UN IMPUESTO QUE OFENDE Y UNA RESPUESTA DIPLOMÁTICA QUE NO CONVENCE
Los senadores mexicanos, entre ellos Andrea Chávez Treviño y Alejandro Murat, no escatimaron calificativos para la medida: “injusta”, “abusiva”, “inadmisible”. Denunciaron que grava dos veces el esfuerzo de millones de mexicanos, y que el dinero enviado desde EE.UU. es mucho más que una cifra económica: es un símbolo de compromiso familiar y pilar económico para el país.
Sin embargo, esas narrativas no lograron aún su objetivo. Aunque el Comité de Reglas de la Cámara de Representantes estadounidense aprobó la reducción del impuesto, la propuesta no ha sido eliminada. Y mientras la discusión ahora se traslada al Senado norteamericano, los legisladores mexicanos se enfrentan al hecho de que el lobby político y económico en Washington no se conmueve fácilmente con argumentos humanitarios o de justicia social.
LA REALIDAD DETRÁS DEL GESTO POLÍTICO: UNA COMISIÓN SIN DIENTES
Karina Isabel Ruiz Ruiz y Cristina Ruíz Sandoval enfatizaron que el simple hecho de poner el tema en la agenda ya es una victoria. Pero más allá del eco en redes sociales y las declaraciones de prensa, el balance sigue siendo simbólico. Las visitas diplomáticas no han logrado, hasta ahora, cambiar el rumbo legislativo en EE.UU., y el riesgo de que las remesas sean permanentemente gravadas permanece latente.
El senador Mauricio Vila Dosal celebró el avance parcial como un “gran ahorro”, pero incluso él reconoció que la meta sigue sin cumplirse. “No estamos satisfechos”, dijo. Y no lo están porque la esencia de su mandato —proteger el envío sin gravámenes— sigue en entredicho.
MÁS ALLÁ DE LOS DÓLARES: LA DEFENSA DE UN VÍNCULO EMOCIONAL
Amalia García Medina lo resumió con precisión: “Las remesas son un acto de amor”. En cada reunión, los senadores intentaron humanizar el dato macroeconómico: más de 60 mil millones de dólares enviados en 2024. Explicaron que detrás de cada transacción hay un rostro, una historia, una madre, un hijo. Pero el Capitolio responde con cálculos fiscales, no con emociones.
La senadora Geovanna Bañuelos del PT fue más directa: el impuesto a las remesas no sólo afecta la economía de los migrantes, sino que tiene implicaciones serias en materia de comercio, migración y seguridad bilateral. “Estamos ante una medida miope”, sentenció.
LA LUCHA CONTINÚA: DISCURSOS CON PESO SIMBÓLICO, PERO SIN RESULTADOS CONCRETOS
La gira legislativa mexicana deja una mezcla de compromiso y desilusión. Ha servido para evidenciar el agravio, para amplificar la voz de los migrantes, y para presionar discretamente a algunos aliados en el Congreso de EE.UU. como Nydia Velázquez, quien se comprometió a presentar una enmienda contra el impuesto.
Pero el camino hacia la eliminación del gravamen es empinado. La medida aún no se ha votado en el Senado estadounidense y, mientras tanto, las remesas siguen bajo amenaza.
Por ahora, la comisión especial mexicana representa una voluntad política sin herramientas vinculantes. Una voz moral que aún no se traduce en resultados legislativos. La pregunta, entonces, no es si los senadores mexicanos están haciendo su trabajo. La pregunta es: ¿será suficiente su esfuerzo simbólico frente al peso de los intereses fiscales de la primera economía del mundo?
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