- Mahahual: el paraíso donde el dinero quiere entrar, pero la burocracia no lo deja.
RAQUEL FIERRO SYMONDS
CHETUMAL, Q. ROO.- Mahahual vibra entre dos realidades: por un lado, la promesa de convertirse en el nuevo gigante del turismo caribeño; por el otro, las resistencias locales que siguen frenando el paso de un desarrollo que, guste o no, ya viene galopando.
En esta franja costera del sur de Quintana Roo, donde la selva se abraza con el mar y el sol se refleja en playas vírgenes, el futuro ya toca la puerta con inversiones multimillonarias, pero también con los obstáculos de siempre: burocracia, miedo al cambio y una comunidad dividida entre el progreso y la preservación.
Lo cierto es que Mahahual se ha consolidado como un destino turístico emergente, codiciado por grandes jugadores del sector. Su inclusión en las rutas marítimas del Gran Caribe y del Caribe Sur lo ha puesto en el radar de navieras como Royal Caribbean y Carnival. En solo seis meses de 2024, más de 1.1 millones de turistas llegaron por mar, un 34% más que el año anterior. Y eso es sólo el principio.
Royal Caribbean no vino de paseo. Trajo consigo una inversión de más de 600 millones de dólares para instalar el proyecto “Perfect Day México”, una experiencia de turismo de cruceros de 90 hectáreas pensada para elevar a Mahahual a los grandes circuitos internacionales. Su apuesta es ambiciosa: atraer a más de cinco millones de visitantes al año para 2033.
Pero no es el único que ha visto el potencial dormido de esta región. También está en marcha “Global Costa Maya”, un parque ecoturístico y cultural de 80 hectáreas y más de 14 mil millones de pesos de inversión, concebido como un homenaje a la riqueza maya y como ancla de turismo con identidad.
Y desde la iniciativa privada nacional, el banco Actinver lidera “Lahun Tiku”, un desarrollo de 30 hectáreas que busca combinar turismo boutique, comercio, cultura y vivienda, todo bajo un modelo sustentable que incluye paneles solares, planta desaladora y manejo ecológico de residuos.
La zona, que históricamente ha estado rezagada frente a los polos turísticos del norte de Quintana Roo, se encuentra ahora ante una verdadera avalancha de capital. La Costa Maya, y en particular Mahahual, tiene el potencial de transformarse en el nuevo rostro del turismo mexicano: menos masivo, más selectivo; más natural, pero igual de rentable.
Sin embargo, el camino no está libre. Paradójicamente, Mahahual todavía enfrenta una realidad local que contrasta con los números millonarios. Solo el 5% de los turistas que bajan de los cruceros salen a conocer el pueblo. La mayoría se queda en instalaciones privadas, dejando fuera de la jugada a decenas de negocios familiares que sobreviven con lo justo. Los beneficios no llegan de manera pareja y esa brecha alimenta el escepticismo de una parte de la población.
La resistencia también viene de la falta de infraestructura básica. Hoteles con capacidad limitada, drenajes ineficientes, servicios públicos que no dan abasto. Y, claro, el temor —justificado en muchos casos— de que tanto desarrollo termine borrando la esencia de Mahahual, esa que enamora por su tranquilidad, su gente y su naturaleza intacta.
Los promotores, no obstante, aseguran que esta vez será diferente. Que hay un compromiso real con la sostenibilidad, con la inclusión de la comunidad y con un desarrollo que no devore el entorno, sino que lo potencie. Lahun Tiku, por ejemplo, no sólo contempla hoteles y comercio: también un museo, una capilla, un mercado artesanal, espacios comunitarios. La apuesta no es sólo por el turista, sino también por el vecino.
Mahahual está en una carrera contra el tiempo. Cada año que pasa sin resolver los rezagos estructurales, es una oportunidad perdida para consolidar su lugar en el mapa turístico mundial. Pero cada paso que se da con visión y cuidado, acerca a esta joya del sur al futuro que merece.
El reto ya no es atraer inversión. Es hacer que esa inversión se traduzca en bienestar para todos. Y eso, en un país acostumbrado a los desarrollos desiguales, es quizás el desafío más grande de todos.
