Sergio León Cervantes
Quintana Roo es un gigante económico que vive casi de un solo músculo: el turismo. De los más de 420 mil millones de pesos que representa su Producto Interno Bruto (PIB), más del 85% proviene directa o indirectamente de la hotelería, los restaurantes, el comercio y los servicios turísticos. Esta dependencia nos ha dado un crecimiento acelerado, pero también nos ha hecho vulnerables: basta un huracán, una pandemia o una recesión internacional para que la economía estatal tambalee.
El contraste es evidente: tenemos 58,457 unidades económicas en el estado, pero menos del 5% de ellas cuentan con normas o certificaciones acreditadas. Es decir, más de 55 mil empresas locales están fuera de los estándares que hoy exige la economía global. Esta cifra no es un detalle menor: es una gigantesca área de oportunidad. Certificarse ya no es una opción burocrática, es la puerta de entrada a las cadenas globales de valor, a financiamiento internacional, a mercados premium y a clientes cada vez más exigentes.
Hoy, Quintana Roo cuenta con algo que nunca había tenido: una doble línea política y económica que abre la posibilidad de diversificar la economía. A nivel estatal, la gobernadora Mara Lezama ha puesto sobre la mesa la necesidad de una nueva ruta de desarrollo que complemente al turismo con industria ligera, agroindustria y logística. A nivel federal, el Plan Nacional de Polos del Bienestar busca sembrar polos industriales en regiones estratégicas, y nuestro estado está incluido con instrumentos concretos: el Recinto Fiscalizado Estratégico en Chetumal, los Keynes del Bienestar, el Aeropuerto Internacional de Tulum, el Aeropuerto de Cancún y el Tren Maya, que en un par de años podrá transportar carga y conectar con Centroamérica. Incluso Belice y Guatemala ya han mostrado interés en sumarse a esa red.
En este escenario, el Roadshow de Normas y Certificaciones cobra un valor estratégico. No es un evento más: es la llave para transformar la economía estatal. Detrás están actores de peso: la Entidad Mexicana de Acreditación (EMA), la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA), la Canacintra, la CMIC y Empresarios por Quintana Roo. Su presencia conjunta en Cancún no es casualidad, es un llamado a abrir los ojos.
¿Quiénes deben participar?
De los sectores que ya operan en el estado, deben estar sentados en primera fila:
- Hoteleros y restauranteros, que con sellos de Calidad Ambiental Turística y normas ISO pueden elevar tarifas hasta un 15% y acceder a turistas europeos y canadienses que buscan destinos sustentables.
- Constructores e inmobiliarios, que con certificaciones de sostenibilidad (LEED, EDGE) pueden elevar la plusvalía de sus proyectos entre un 5 y 10%, además de abrir puertas a financiamiento internacional.
- Marinas y sector náutico, que con normas ambientales y de seguridad marítima pueden aumentar en 50% su facturación anual, pasando de 1,200 a 1,800 millones de pesos.
- Comercio turístico y retail, que con laboratorios acreditados locales pueden reducir costos logísticos en más de 500 millones de pesos anuales.
Pero también deben asistir y poner atención los sectores que apenas empiezan o que no existen todavía en Quintana Roo:
- Industria ligera y manufactura, con potencial de representar un 3% del PIB en 5 años y generar 15 mil empleos estables, si se integra a cadenas de proveeduría certificadas.
- Agroindustria, con posibilidad de duplicar su peso en el PIB estatal y aportar 3 mil millones de pesos anuales adicionales exportando miel, chile habanero, papaya y mariscos procesados con normas de inocuidad.
- Logística, que con el RFE y el Tren Maya puede convertirse en un hub de distribución hacia Centroamérica y el Caribe, aportando hasta 8,400 millones de pesos anuales al PIB y más de 12 mil empleos especializados.
- Energías renovables, que con normas de eficiencia y certificaciones ambientales pueden generar un 1% adicional del PIB en 5 años y reducir costos energéticos para todo el sector turístico.
¿Qué significa en números?
Si estos sectores participan y asumen el compromiso de certificar sus procesos, Quintana Roo podría sumar 36 mil millones de pesos adicionales a su PIB en menos de una década, lo que representa un crecimiento de 8.6% extra. En empleo, la diversificación significaría más de 58,000 empleos formales, estables y con mejores salarios que los que hoy ofrece la industria turística.
Conclusión
El turismo seguirá siendo el corazón económico de Quintana Roo, pero es hora de construir los músculos que nos faltan. Certificar es profesionalizar, y profesionalizar es crecer. Este Roadshow no es un evento académico, es un parteaguas para quienes quieran competir en el mundo real. La pregunta es clara: ¿vamos a seguir confiando todo a la suerte del turismo, o vamos a certificar el futuro industrial y logístico de Quintana Roo?
¡Hasta la próxima semana, con nuevos retos y oportunidades!
Sin miedo a la cima, que el éxito ya lo tenemos.
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