POR KUKULKAN
EN LA SUPREMA Corte ya no se dictan sentencias. Se escriben guiones. Y el más reciente acto de esta tragicomedia institucional tuvo como protagonista a un viejo personaje del folclor judicial: el debate sobre si poner o no la cara del candidato en la boleta electoral convierte al sufragio en propaganda o en guía visual para despistados.
COMO lo lee: la discusión no fue si la democracia mexicana funciona, si hay equidad en la contienda o si los partidos políticos representan algo más que clientelas. No. Fue si la cara del candidato en la boleta rompe la equidad electoral o si es sólo una foto tamaño pasaporte con aspiraciones cívicas.
Y ALLÍ estaban, toga al hombro, frase solemne en la boca, los y las ministras que juran cada día proteger la Constitución, discutiendo si mostrar la cara del candidato es lo mismo que mostrar el alma de su plataforma. En ese clima de alta filosofía institucional, el ministro Giovanni Figueroa Mejía (a quien ya podríamos llamar “el Zorro de la boleta”) soltó una joya digna de meme: “Si el rostro de las candidatas y candidatos viola el principio de equidad en la contienda, entonces que hagan campaña usando máscaras”.
NO LO DIJO en broma. O bueno, sí, pero no tanto. Y es que en este país que va saliendo lentamente de un sistema donde el voto se vende, la justicia se compra y las boletas vuelan, lo que más preocupa en la Corte es el tamaño de la cara impresa. La ministra Lenia Batres, sin perder la compostura, pero elevando la indignación, le respondió casi como si estuviera escribiendo el guion de un documental: “Los rostros activan prejuicios clasistas, racistas, elitistas… frivolizan la elección”.
LE ASISTE la razón. En un país donde todavía se vota por el más guapo, el más gritón o el más conocido del TikTok, la idea de que la foto es un elemento neutro suena, como mínimo, ingenua. O cómplice. Pero quien se robó la escena fue, sin duda, la ministra María Estela Ríos, que comparó este asunto con un reality show: “Si votamos por caras, no por propuestas, esto se vuelve como ‘La Casa de los Famosos’… vota por fulanito, vota por zutanito”.
Y NO, MINISTRA, no exagere. Hay reality shows con más criterio que algunas elecciones locales. Pero se agradece el esfuerzo por recordarnos que la democracia también puede convertirse en espectáculo, si es que no lo es ya. Mientras tanto, el presidente de la Corte, Hugo Aguilar Ortiz, intentaba mediar entre la histeria y el humor involuntario. Con su habitual tono salomónico, proponía que “si se garantiza equidad y neutralidad, la foto puede ayudar al votante”. Y tiene razón… siempre y cuando el INE no imprima las boletas en papel mantequilla o el Photoshop no convierta al candidato en su propia caricatura.
PERO volvamos al ministro Figueroa, quien ya encendido por el fuego del debate, defendió la “cara democrática” con todo el fervor de quien ha visto a un votante confundido: “¿Nos gustaría que la ciudadanía vote con confusión? ¿O que tenga más elementos para decidir?” ¿En serio? ¿Más elementos? Con suerte el votante ve la boleta, recuerda su INE y no se la lleva de souvenir.
Y COMO era de esperarse, la decisión final se tomó por mayoría simple: cinco votos a favor del proyecto y cuatro en contra. Es decir, la Corte validó que los estados sí pueden imprimir las caritas en las boletas, mientras no se note mucho que eso podría romper la equidad. Así que ya lo sabe, amable lector: en la próxima elección local puede que al abrir su boleta vea sonrisas blancas, cejas perfiladas y poses patrióticas. Es sólo una ayuda visual. Como los emojis, pero en versión institucional.




