- Debe apostarse por modernizar la infraestructura eléctrica que está al límite de su capacidad.
OMAR ROMERO
CANCÚN, Q. ROO.- A pesar de que Quintana Roo registra casi 99% de cobertura eléctrica, su infraestructura opera bajo una presión creciente que amenaza con volverse insostenible, advierte Eduardo Llamas Esparza, presidente de la Federación de Colegios de Ingenieros, Mecánicos, Electricistas, Electrónicos y Ramas Afines de la República Mexicana.
Entre las insuficiencias detectadas, menciona que la dependencia casi total del sistema regional de la Península de Yucatán, el desgaste de equipos y la falta de inversión oportuna han convertido al estado en una zona particularmente vulnerable frente a apagones, sobrecargas e interrupciones en temporadas críticas.
A ello hay que sumar el que en destinos como Cancún, Playa del Carmen y Tulum, donde la demanda se dispara por el turismo y el crecimiento urbano acelerado, la red eléctrica funciona cerca de su límite operativo. Para operar se cuenta con subestaciones antiguas, líneas saturadas y la ausencia de infraestructura de respaldo, provocando que cualquier incremento inusual de consumo —en especial durante olas de calor— pueda desembocar en fallas generalizadas.
Otro factor que contribuye al deterioro de la infraestructura es la exposición constante de la Península de Yucatán a huracanes y tormentas tropicales, fenómenos que evidencian cada año la fragilidad del sistema eléctrico estatal.
Llamas Esparza señala que aunque la Comisión Federal de Electricidad trabaja en nuevas subestaciones para la Riviera Maya y en ampliar líneas de respaldo, la inversión es insuficiente para atender el ritmo de crecimiento del estado. En paralelo, energías solares y proyectos fotovoltaicos aumentan, pero su utilidad está limitada por la capacidad reducida de transmisión.
“Necesitamos inversiones en transmisión, generación y distribución, y no creo que en este sexenio se llegue a dar una buena inversión para que tengamos una infraestructura sólida”, sostiene.
Inclusive si se aplicaran los recursos anunciados —unos 25 millones de dólares—, advierte que no serían suficientes para estabilizar el sistema.
El especialista indicó que, aunque en administraciones anteriores la inversión ya era insuficiente, durante el sexenio pasado prácticamente no hubo avances. Si bien el actual gobierno ha anunciado proyectos, éstos aún no se materializan y, de concretarse, seguirán siendo insuficientes frente a la demanda creciente.
El impacto del rezago se observa en los episodios de tiro de carga —cortes temporales para evitar daños mayores— que se han vuelto recurrentes en verano, particularmente en el sureste del país. El incremento de la demanda eléctrica, impulsado tanto por la temperatura como por el crecimiento urbano, supera en ocasiones la capacidad del sistema.
Ante ello, el desafío es claro: Quintana Roo requiere una modernización profunda y urgente de su infraestructura eléctrica para evitar que los apagones se conviertan en parte cotidiana de la vida de residentes, turistas y sectores productivos.
Sin una expansión de la red, mayor inversión federal y un marco normativo actualizado, considera Llamas Esparza, el estado seguirá enfrentando riesgo de interrupciones recurrentes, mientras que la creciente actividad turística y económica continuará presionando un sistema eléctrico que ya opera al borde de su capacidad.
“Sin normatividad nueva no podemos hacer instalaciones que tengan certeza de que no vamos a tener incendios, contratiempos o falta de energía eléctrica. La obsolescencia regulatoria es uno de los problemas centrales del sistema, agravado por la falta de inversión que se ha acumulado por varios sexenios”, puntualiza.




