Por KUKULKÁN
¡VAYA, vaya! ¿Quién lo diría? La Comisión Federal de Competencia Económica (alias Cofece), esa dama de alcurnia que durante más de una década fungió como florero de cristal fino en la repisa de los órganos autónomos, decidió por fin levantarse del sillón… justo cuando ya le habían servido el café de despedida. Sí, amigos del Nido, en un acto digno de una tragicomedia institucional, la Cofece —esa institución que parecía diseñada para proteger a los consumidores pero que en realidad se desvivía por cuidar a los grandes consorcios— se acordó de que tenía dientes. Eso sí, sólo los mostró cuando la espada de la 4T ya le rozaba el pescuezo.
DESDE su reconocimiento como órgano autónomo en 2013 –fue creada en 1993–, esta comisión parecía más una agencia de relaciones públicas del bloque conservador que un ente regulador. Los monopolios bailaban alegremente en sus narices mientras ella, dignamente neutral, aplaudía en silencio. El consumidor, ese iluso votante, sólo era un concepto lejano en sus discursos institucionales. Pero ¡oh, milagro!, llegó la 4T. Coincidencia o no, 2020 fue el año en que el presidente López Obrador sacó la podadora administrativa y empezó a murmurar la palabra “extinción” alrededor de los órganos autónomos.
DE PRONTO, la Cofece se puso las pilas como adolescente con amenaza de castigo y ese año impuso sanciones por 1,148 millones de pesos por prácticas monopólicas —un escandaloso aumento del 195% respecto al año anterior (2019)—. ¿Quién lo diría? Tantos años haciendo yoga regulatorio y por fin sudó. Y la historia no acabó ahí. A punto de su sepultura institucional, el 2024 fue su año estelar: les dio un buen zarpazo a tres de los tiburones más gordos del acuario comercial. Primero, Walmart de México —sí, esa de los pasillos interminables y los precios “bajos”— fue multada con 93.4 millones de pesos por condicionar a sus proveedores con prácticas que hacían ver a Don Corleone como un empresario justo.
LUEGO, vino el escándalo de los distribuidores de medicamentos. Después de más de una década de jugar a la ruleta con los precios y el abasto, la Cofece presentó su primera demanda colectiva exigiendo una compensación de 2,316 millones de pesos. Un gesto que, si lo hubiera hecho antes, quizá habría salvado más de una vida y más de un presupuesto de hospital público. Y para cerrar con broche de oro, en marzo de 2025, la Suprema Corte ratificó la multita de 35 millones de pesos contra siete bancos internacionales, entre ellos BBVA, Santander y Banamex, por coludirse cual club secreto de millonarios para manipular bonos del gobierno entre 2010 y 2013. Tuvieron más coordinación que un flashmob… pero sin música.
CLARO, todos estos actos heroicos sucedieron mientras la Cofece veía cómo su presupuesto pasó de 687 millones de pesos en 2024 a un tercio de ese presupuesto para 2025. ¿Y qué hizo entonces? Pues lo que haría cualquier burócrata con dignidad: hizo en sus últimos meses lo que nunca hizo en toda su vida útil. Ahora, tras su extinción aprobada en noviembre de 2024, sus cenizas serán recogidas por la recién anunciada Agencia Nacional de Competencia y Bienestar Económico, presentada el 21 de abril de 2025 por la presidenta Claudia Sheinbaum. Una agencia que promete eficiencia, simplificación y costos menores. En fin, que descanse en paz la Cofece. Tarde se acordó de los consumidores, pero al menos dejó tres cabezas flotando en el río antes de partir. Algo es algo.