Jesús Gilberto Garza: De migrante a Alcalde

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Jesús Gilberto

  • El mecánico de profesión, Jesús Gilberto Garza, quien emigró de Cadereyta Jiménez a Estados Unidos hace 28 años, es el primer latino en ser alcalde.
MARÍA LUISA MEDELLÍN / AGENCIA REFORMA

MONTERREY, N.L.- Al escuchar en el noticiero de Arcola, Illinois, los resultados de la elección para Alcalde, que lo daban por ganador en esa ciudad, Jesús Gilberto Garza y su familia se abrazaron, brincaron y gritaron emocionados.

También estaban muy sorprendidos, porque él, mecánico de profesión, de 50 años, quien emigró de Cadereyta Jiménez a Estados Unidos hace 28 años, se convertía en el primer latino en ser Mayor (Alcalde) de esta población de 4 mil habitantes, situada a dos horas y media de Chicago. De hecho, el primero en el estado de Illinois.

Jesús platica que mientras el pasado 6 de abril aguardaban en su casa, hasta confirmar los resultados oficiales, sus seguidores ya lo esperaban en el parque de las celebraciones, a unas tres cuadras de su domicilio.

Luego hubo un minidesfile por las calles de Arcola, conocida como “la segunda Cadereyta” por contar con una de las fábricas de escobas de espiga más grande de Estados Unidos y porque más o menos una cuarta parte de sus habitantes son jimenenses.

“La gente iba en los carros, pite y pite, y todos gritando. Después, nos regresamos a la casa, le dimos gracias a Dios y cenamos pizza”, narra con sencillez Jesús, robusto, no muy alto, de cejas gruesas y cabello y bigote entrecanos.

Esta tarde lleva una camiseta naranja, pantalón de mezclilla y tenis, y está sentado en un sofá color chocolate, en la sala de su casa en Cadereyta, porque antes de saber de su triunfo ya había programado pasar unos días en su tierra natal.

Así que se puso al volante de su camioneta, y luego de un trayecto de 22 horas, más algunas escalas, llegó el viernes pasado, acompañado de su familia.

Suele venir por lo menos una vez al año, ya que en este municipio conserva muchos amigos y familiares. En esta ocasión aprovechó que Hortensia, su esposa, pagaría una manda en la Basílica de la Ciudad de México, porque un familiar se recuperó del cáncer que sufría, y viajaron allá para dar gracias a la Virgen de Guadalupe.

“Yo le agradecí que la gente confiara en mí, y me diera su voto”, dice. “Le pedí sabiduría para ejercer el cargo y que me permita poner en alto el nombre de los hispanos, porque voy a trabajar bien duro para eso”.

Jesús volverá a Arcola el próximo miércoles, y a partir del 3 de mayo asumirá el cargo de Alcalde por los siguientes cuatro años.

“Estoy muy emocionado y también estresado, ja, ja, ja. Este triunfo significa 28 años de bastantes sufrimientos, de adaptarse a otras costumbres y, sobre todo, de salir adelante a base de puro esfuerzo”.

Infancia

La infancia de Jesús y sus hermanos menores, Juan y Joaquín, transcurrió entre la casa que tenían en Cadereyta, sus padres, Joaquín Garza Suárez y Hermila Domínguez Tijerina, y la de sus abuelos maternos, en San Nicolás de los Garza.

Por eso, él estudió los primeros años de primaria en la escuela Guadalupe Borja, de Las Puentes, y los últimos, en la Benito Juárez, de Cadereyta.

“Yo era un niño inquieto”, cuenta Jesús. “Me gustaba estar subiéndome a los árboles, subiéndome a las casas, peleaba mucho con los niños. No me gustaba estar en un solo lugar. Era hiperactivo”.

Desde muy pequeño jugaba con las herramientas que usaba su tío, Homero, hermano de su mamá, quien era mecánico en Hylsa.

“Él arreglaba las locomotoras y el equipo pesado. Me inspiró a ser mecánico. A los 12 años empecé a aprender con él, mientras iba a la secundaria (la No. 2 Jesús M. Campos), y también buscaba saber un poquito más de todo, de otros oficios, como albañilería, carpintería”.

Jesús dice que arreglaba carros afuera de su casa o en la parte de atrás, y cuando no había trabajo se iba de chofer a las rutas urbanas.

“Así estábamos, con un trabajito y otro; siempre se batalló”.

Su padre había emigrado a Arcola, en donde trabajaba como forjador de escobas. Venía por temporadas y volvía a irse.

Con lo que enviaba, Jesús tuvo oportunidad de cursar los primeros tres semestres de la carrera en Ingeniería Mecánica en el Tec de Monterrey, pero las colegiaturas eran muy altas y ya no pudo seguir.

“Terminé en la Escuela Electrónica Monterrey. Me dieron mi diploma y todo”, comparte Jesús.

Él tenía 21 años cuando se casó con Hortensia, y al año siguiente nació Jesús, su hijo.

Llegada a Estados Unidos

“Despuesito de eso es cuando mi papá me ofrece irnos a los Estados Unidos, porque vio nuestra situación.

“Él había arreglado en la Amnistía del 86. Entonces, nos dijo, si quieren venir, muchachos, vénganse”.

Jesús dice que, además de las temperaturas congelantes en Arcola, al principio sufrió por no saber inglés.

“También, por las costumbres, que son muy diferentes y no hay tanta libertad como aquí, pero te vas acoplando y vas aprendiendo.

“Es una ciudad tranquila, conservadora, unas tres cuartas partes de los habitantes son blancos de edad mayor, y la mayoría de los hispanos tienen papeles o ya son ciudadanos americanos, como nosotros”. Jesús platica que los primeros años vivió en la casa paterna.

“Arreglábamos los carros afuera, en el friazo, como a unos 50 grados centígrados bajo cero, con todo tipo de overoles. Iban los hispanos, vecinos y amigos de mi papá”.

En un tiempo que faltó el trabajo, ingresó a la fábrica de escobas, pero más adelante consiguió empleo en un taller de transmisiones automáticas, cuyo dueño lo enviaba a capacitarse a otros estados.

“Estuve 10, 12 años ahí, pero se vienen los malos tiempos y nos llega el desempleo (reajuste) a unos 8”.

Entonces, Jesús acondicionó un garage pequeño en la parte de atrás de su casa móvil.

“Un señor tenía un lote de carros usados, y me empezó a llevar trabajitos de mecánica. Así me di a conocer con los americanos, hasta que salió la oportunidad de un local en una esquina; le cabían dos carros.

“Yo tenía poco para el enganche, y no tenía crédito, lo demás sería en pagos, así se lo dije al que vendía. Creo que él vio que le estaba hablando con la verdad, y dijo: ‘Dame ese dinero, hacemos el papeleo, y es tuyo’. Así fue como empecé mi propio taller en el 2005”.

Dos o tres años después, ampliaron; ya cabían tres carros más, y así continuó otros ocho años, hasta que pudo adquirir una bodega deteriorada que abarcaba los tres cuartos de esa cuadra, que no eran de su propiedad, la remodelaron hace cinco años, y actualmente proyectan una oficina más grande y un área de espera.

“Yo empezaba a trabajar desde las 3 de la mañana hasta las 7 de la noche, todos los días, así me la pasé casi seis años y medio, parejito, para lograr lo que hasta ahorita tenemos, a base de puro trabajo”, detalla Jesús.

El taller, localizado en una zona industrial, se llama 3J’s Transmission, por los hijos que tenía en el 2005, cuando inició: Jesús, Jessica y Jane. Después nació Jade, pero el proceso para cambiar el nombre a 4J’s es muy complicado, y prefirió ya no modificarlo.

La suegra de Jesús padecía cáncer y falleció en el 2001. En honor a ella, la familia Garza emprendió una obra continua de apoyo a personas que sufren la enfermedad, a través de eventos, donaciones y venta de tacos y tamales, estos últimos elaborados por Hortensia, la esposa de Jesús.

“Han muerto también tíos por parte de mamá y papá, por lo mismo, y yo dije que teníamos qué hacer algo”, comenta ella.

“Entonces, Jesús motivó a otros para ayudar a más enfermos y creo que más personas lo fueron conociendo por esta causa”.

Eso se reflejó en la campaña por la Alcaldía.

“Decían: él me ayudó cuando estaba enferma mi mamá o algún otro familiar. Un policía retirado le dijo: ‘Te voy a apoyar en cualquier cosa que necesites porque eres honesto'”.

Hortensia sabe que si su marido se animó a asumir un cargo de tanta responsabilidad en Arcola es por su deseo de ayudar a la gente.

“Él se propone algo y busca cómo lograrlo”, continúa. “Es súper trabajador, campechano, alegre y muy sociable”.

Jesús comparte que en los últimos años formó parte de una mesa directiva, paralela al Cabildo, en la que él y otros tres integrantes tenían la labor de aprobar apoyos a negocios que necesitaban renovarse.

“Veíamos la situación y resolvíamos, ok, sí, ayúdenle. Entonces la Ciudad les daba el 20 por ciento de lo que gastaran”. Ahí comprobó que, por la situación económica, los negocios más pequeños empezaron a cerrar o a mudarse a otras ciudades.

“No, pues íbamos para abajo”, dice Jesús. “Entonces, platicando con mis clientes, que ya son amigos de 25, 28 años, les digo: ‘Miren, yo quiero hacer esto, quiero ver si puedo lanzarme para Alcalde’, y ellos dijeron: ‘Échele ganas, nosotros te apoyamos’.

“El lema de la campaña fue: ‘Todos debemos trabajar unidos’, y queremos lograr otra vez que los negocios se vuelvan a abrir, reforzar los que ya están y traer más. También, mejorar los servicios públicos y atender las necesidades de la población”. Aunque los republicanos le ofrecieron su respaldo, Jesús se lanzó por la vía independiente e hizo campaña de enero a abril.

“Tienes que ir de puerta en puerta, a tocarles. Yo quiero hacer esto para ustedes. Ésa es la mejor campaña. No puedes hacer propaganda con mantas demasiado grandes o andar con un vehículo vuelta y vuelta, como aquí, eso no está permitido”.

Jesús platica que un veterano de guerra norteamericano le dijo que lo apoyaba por cómo se ha superado junto con su familia y por su preocupación por los demás.

“Las personas te hablan por teléfono o te mandan mensaje para saber qué ideas traes, qué piensas hacer en Arcola. En el área de nosotros todos tienen mi celular, todo mundo me habla”.

Jesús quedó 28 votos arriba del más cercano de sus tres competidores a la Alcaldía.

“Arcola está dividido en 3 secciones. Salí triunfador en la sección 1 y en la 3, perdí la 2, en la que hay muchos hispanos residentes, pero no pueden votar.

“Todos están sorprendidos con el triunfo, porque sí es un gran salto para nosotros los hispanos, y me felicitan. También como un 80 por ciento de los americanos en Arcola están muy animados. Es una emoción tan grande la que se siente”.

Por lo pronto, su familia se hará cargo del taller. Jesús, su hijo, tiene carrera en mecánica, y ya estaba involucrado en la operación del negocio, así como Jessica, quien lleva la contabilidad. También, Hortensia, su esposa.

“Con la ayuda de ellos, con la ayuda de Dios y de todas las personas, creo que sí podemos salir adelante”, confía Jesús, “y vamos a hacer un buen trabajo para poner el nombre de todos los hispanos muy en alto”.